Era de esperar. La locura y la política de gestos que todo lo impregna en Cataluña convierte ídolos en enemigos a velocidad de vértigo.
El último en sufrir el acoso y la sinrazón del nacionalismo más retrógrado ha sido Joan Manuel Serrat.
Era de esperar. La locura y la política de gestos que todo lo impregna en Cataluña convierte ídolos en enemigos a velocidad de vértigo.
El último en sufrir el acoso y la sinrazón del nacionalismo más retrógrado ha sido Joan Manuel Serrat.