Sería bueno que las nuevas generaciones y ciudadanía ajena al pesebre clientelar, conociesen la historia del “bipartidismo infiel” en Mazarrón, su lado infame, gozos y sombras, porque solo desde la memoria y el conocimiento de la verdad se gana el respeto, y por consiguiente se logra preservar el legado cultural, social y político de un pueblo que es el de todos.

“Cuando uno de los grandes partidos se traumatiza hay siempre un intento de situarse en los orígenes, en las esencias y recurrir al statu quo convenido por los gurús fácticos desde los despachos influencers”. “Es lo que queda a los viejos partidos atrincherados en el régimen clientelar para resarcirse tras los fracasos en la historia y en la acción política, permanecer en el estancamiento y agotar el poder para subsistir abrazando el“quid pro quo”(esto por aquello).

Las ideologías hoy son innecesarias en los partidos, porque la política se construye con «hotmoney», intereses creados, noticias falsas y la elección de realidad o apariencia. Gana la apariencia y no el afán de alcanzar resultados tangibles y provechosos.

Esto era lo que recomendaba Maquiavelo al Príncipe sugiriéndole el cultivo de lo aparente: “Todos ven lo que pareces, pocos palpan lo que eres”. La verdadera política no consiste en aparentar, ni repetir eslóganes y muletillas, ni crear más divos petulantes e inútiles, sino que debiera basarse en activar voluntades pluralistas a través del consenso, impregnadas de honestidad, utilidad y capacidad.

La cruda realidad es que la financiación de los partidos, de sus gentes, empleados, gerentes maniatados y donaciones amontonadas en los zulos urbanos y los cotos de caza donde se hacen planes que huelen a gloria bendita, es gran parte del todo de esas organizaciones oscuras que llegan a dar la mano a las numerosas mafias que operan en Mazarrón, la Región y en el resto de España.

Tocarles los argamandijos a los partidos, las cajas B, es hundirlos en la miseria, porque de esas siniestras cuevas repletas de gangas e incomprensiblemente opacas se pagan esclavos, empleados, mercenarios, medios de información fuertemente penetrados en las redes sociales y se presta dinero a las grandes figuras de los partidos para hacer reformas millonarias en sus modestos hogares familiares y hasta celebrar una primera comunión o boda por todo lo alto.

Es tal el escándalo, el ir y venir de maletines, de lobbys promotores de negocios del ladrillo de oro o empresas privadas de servicios, el impuesto revolucionario del tres por ciento de los empresarios catalanes que en Murcia se desmadra, y que ahora alimentan a los desterrados auténticas logias de cuello blanco que hace años los fiscales de Murcia, Bernal y Manzanera, prometieron cortarle las alas a esos pajarracos marinos de plumas blancas y desde entonces vestidos de buitres leonados, comenzaron inmediatamente la cacería de fiscales legales, jueces rebeldes y periodistas cercados para abrir las puertas a los púnicos impunes que custodian y asesoran uno u otro cártel.                                                                             

Quiero decir de nuestro pueblo y de sus dirigentes de todas las épocas, que nunca se decidieron a romper el molde nepotista e ir hacia adelante para hacer las oportunas gestiones encaminadas a que Mazarrón pudiera aprovechar algunas interesantes y muy positivas ocasiones de cambio. Y luego, claro está, nos arrepentimos de no haber hecho bien las cosas en su momento y de haber perdido una ocasión tras otra. Sucesivamente, se han ido agregando diversas pérdidas en todos los terrenos, cultural, económico…

Como dicen nuestros mayores, una infinidad de ocasiones perdidas, y la vida es una continua oferta de oportunidades que no vienen dadas; no depende de nosotros; pero lo que sí está al alcance de quien gobierna en atribuido interés del pueblo con mayoría absoluta es aprovecharlas o no.    

Y ahí, en la parte final, está la miga. En lo de administrar los intereses del municipio. Los de sus vecinos. Y aunque parece que en Mazarrón siempre ha ganado todo el mundo, no ha sido así. No. Nunca han ganado todos. Sigue primando el beneficio de unos pocos en detrimento de muchos. Es como y donde los socialistas pueden y deben intervenir para salvar la imagen de Mazarrón, ahora dañada por continuas polémicas, escasa gestión y estridencias estériles.

Han de rehabilitar el barniz institucional del Ayuntamiento y administrar con responsabilidad, honradez y eficacia los intereses del pueblo con todos sus habitantes. El reto es grande, pero lo prometido es deuda. Los hechos lo dirán.

     

COLECTIVO «EN CLAVE TRANSPARENTE»