Mientras el ministro de Educación y Cultura, Íñigo Méndez de Vigo, se quita de encima la candidatura al Ayuntamiento de Madrid (‘ABC’ del pasado día 4), en Ciudadanos dan vueltas a quién será el cabeza de lista a la comunidad en mayo de 2019 (Villacís repetirá para intentar la alcaldía de la capital) y el PP valora los ‘daños’ de Granados a Cifuentes, Podemos y sus plataformas ya tienen decidido su tándem para mayo de 2019: Íñigo Errejón para la comunidad y Manuela Carmena, de nuevo, para el ayuntamiento.
Se trata de un tique bien avenido, con buena sintonía, y aunque a la alcaldesa no le falten detractores en Ahora Madrid, parece que nadie le disputará la candidatura, que estará cerrada definitivamente cuando la exmagistrada tome la decisión personal de valorar sus arrestos y prolongar el esfuerzo hasta el año 2023.
Errejón, por su parte, ha aguantado el envite de su apartamiento de la primera línea de Podemos desde que perdiera su opción ante la de Iglesias en Vistalegre II y ha entendido este tiempo como de espera para dar el paso a una responsabilidad institucional en la Comunidad de Madrid. Su entendimiento con Carmena y su equipo más cercano es estrecho y el tándem que forma con la edil madrileña se considera a salvo del desgaste de Podemos en otras ciudades y comunidades autónomas, y sobre todo de la erosión del partido en las encuestas, que lo sitúan a nivel nacional como cuarta opción electoral con un porcentaje de voto estimado del 17% (PanelConfidencial del lunes pasado).
La grandes batallas de los morados en las municipales del año que viene se van a producir en Barcelona (Xavier Domènech podría hacerse con el liderazgo de Podem además de ser el jefe de filas de los comunes), con la difícil reelección de Ada Colau, a la que se le enfrentará, seguramente, una lista conjunta de los independentistas, y desde luego en Madrid, en donde Errejón-Carmena tendrán que vérselas con la doble candidatura de Ciudadanos que es, sin lugar a dudas en todos los sondeos, la primera fuerza política, tanto en la ciudad como en la comunidad. Errejón, sin embargo, ya ha dejado caer que se ‘entendería’ con el socialista Ángel Gabilondo.
La que empezó denominándose operación Chamartín, luego Distrito Castellana Norte, Madrid Puerta Norte y ahora Madrid Nuevo Norte, podría constituir una de las bazas de Carmena y Errejón. Después de 20 años de tiras y aflojas, fuentes municipales sostienen que, una vez resueltos problemas técnicos, la gran operación urbanística del norte de la capital podría aprobarse en los próximos meses y constituir una baza electoral de primer orden. Esas mismas fuentes adelantan que lo prioritario de la operación (6.000 millones de inversión) sería la nueva estación de Chamartín y resolver el gravísimo problema de movilidad que se plantea en el nudo norte de la capital de España.
Si se llega a un acuerdo, ahora en negociación, el inicio de las obras podría ser un auténtico estandarte electoral. Millones de metros cuadrados por urbanizar, el soterramiento de la playa de vías que hiere esa zona de la ciudad, la construcción de miles de metros de oficinas y de viviendas —muchas de protección oficial— y espacios verdes darían a Madrid una nueva dimensión.
Desde el ayuntamiento se reconocen problemas y disensiones incluso en el equipo municipal, pero se asume la realidad de que hay que actuar en esa operación después de haber reducido algunas de las variables del proyecto inicial. “Es cierto —dicen esas fuentes— que este tipo de operaciones urbanísticas suscita recelos ideológicos en la concepción de la ciudad, pero el norte de Madrid plantea problemas que hay que solucionar”. Sería histórico que un ayuntamiento dominado por la izquierda (Ahora Madrid) diese salida a esta operación, que es acogida por los madrileños como necesaria.
Según una encuesta de myWord encargada por la entidad promotora de la operación, el 80% de los vecinos de Madrid apoya el proyecto, siendo uno de los aspectos más relevantes del estudio que trata de un apoyo despolitizado, transversal. A tal punto de que es similar el que prestan los votantes del PP y los de Ahora Madrid, aunque la mejor valoración la recibe de los votantes del PSOE (85%), frente al 80% de Ciudadanos.
Se valora especialmente la creación de empleo (97%), que podría ser de más de 200.000 puestos de trabajo en 20 años de obras, lo que el ayuntamiento considera “quizás una previsión excesiva”. Luego, la generación de zonas verdes (90%), a continuación la nueva estación de Chamartín y el soterramiento de la playa de vías (89,6%). Y en porcentajes muy altos de aceptación están las mejoras de las infraestructuras del Canal de Isabel II, la construcción de un área de negocios y oficinas y la asignación de un 20% de las viviendas al régimen de protección oficial, entre otras ventajas que comportaría acometer y culminar la operación.
Fuentes municipales aseguran que hay un alineamiento de propósitos entre el ayuntamiento, el Ministerio de Fomento y ADIF. Sería menor con la comunidad, que aceptaría la alternativa que se está negociando, y se confía en que el promotor (BBVA y Grupo San José) —no sin dificultades— acepte las variaciones que hacen el proyecto menos sugestivo desde el punto de vista de su rentabilidad pero que “lo viabilizan”. El grupo promotor aduce que el 27 de julio pasado “se produjo un consenso con el ayuntamiento y ahora estamos a la espera de que se cumpla el acuerdo”. Lo que adelantaría que las posiciones no parecen tan próximas como podría parecer.
La alternativa, caso de desavenencia entre las instituciones y los inversores, es que no se haga nada y el problema de la desertización urbana y congestión vial del norte de Madrid se prolongue indefinidamente. Richard Rogers, el reconocido arquitecto que ha diseñado la operación (autor del Pompidou de París y de la T4 de Barajas), ha calificado la actual situación del norte de la capital como “un roto” y sostiene que la puesta en marcha de la operación será como un grito en el que Madrid dirá al mundo: “He vuelto”. Un buen eslogan —¿de Podemos?— para las municipales de 2019.
FUENTE: ELCONFIDENCIAL