Pablo Casado y Santiago Abascal van a lograr que Susana Díaz sea investida nuevamente como presidenta de la Junta de Andalucía. Los dos discípulos aventajados de José María Aznar se atraen, son la pareja perfecta y no necesitan de ningún tipo de seducción ni de preliminares para entenderse. Sin embargo, la apuesta que están realizando puede convertirse en una tragedia para los objetivos que se habían marcado. Desde Génova 13 se intentó que el fracaso electoral de Juan Manuel Moreno Bonilla fuera visto por sus votantes como un éxito puesto que tenían la ocasión de derrocar al PSOE del gobierno de la Junta de Andalucía.
Para lograr un cambio ideológico en San Telmo era necesaria la participación de los arribistas, de los nuevos, de Rivera, Arrimadas y Marín. Por eso intentaron aprovecharse de las ansias de poder y el afán de protagonismo de Ciudadanos para crear una coalición, el «trifachito», como se le ha llegado a denominar, cerrando en primer lugar un pacto entre los dos partidos que, teóricamente, representan al centro derecha democrático. Sin embargo, la segunda parte del plan de Casado y Abascal era absolutamente desconocida para Rivera.
Los pactos que se firmarán entre el PP y Vox, entre los que se encuentra la derogación de las leyes contra la violencia de género —Casado y García Egea ya han asumido el argumentario de Ortega Stuart, Abascal y Serrano en contra de la protección de las mujeres frente a los criminales machistas—, dejan a Ciudadanos en un lugar muy difícil. Hasta ahora Juan Marín ha mantenido una postura fuerte frente a las negociaciones entre la ultraderecha de Casado y el ultrafascismo de Abascal y ha defendido que su pacto con el PP no incluye ninguna medida extra pactada con Vox.
Esto deja al partido de Rivera en una situación en la que tendrán que decidir entre estar en un gobierno de Moreno Bonilla controlado por el ex juez Serrano y Abascal o romper los acuerdos a los que llegó con el Partido Popular.
Pablo Casado está consiguiendo encumbrar la figura de Albert Rivera y le ha entregado el centro derecha. Por otro lado, el líder catalán está recibiendo fortísimas presiones desde Europa y desde sus propias filas para que no entre en un gobierno que necesita de los votos del ultrafascismo para ser efectivo.
Por esta razón, Ciudadanos se verá en la tesitura de, en primer lugar, presentar a Juan Marín a la investidura; en segundo término, provocar la convocatoria de unas nuevas elecciones, algo que no entra en los cálculos de los de Rivera puesto que su crecimiento puede verse mermado a costa de una más que presumible movilización de la izquierda que frenara el crecimiento de Vox; en tercer lugar, alcanzar un acuerdo con el PSOE para que Susana Díaz sea investida presidenta pero, en esta ocasión, formando parte del gobierno.
En consecuencia, Susana Díaz podría volver a presidir la Junta de Andalucía gracias a los movimientos políticos de Pablo Casado y Santiago Abascal. Una paradoja que cada día que pasa está más cerca de ser una realidad.
FUENTE: DIARIO16