En el año 2010, con una brutal crisis azotando nuestra economía y tras una concienzuda reflexión, me eché la mochila a la espalda y recorrí durante un tiempo todo el territorio municipal. Un territorio que, sin ser excesivamente extenso, acoge una gran diversidad cultural, económica y social, que me hizo recordar mi niñez “majadera” suavizando mi intranquilidad. Grupos vecinales de tamaño reducido, inter relacionados en el tiempo, han ido sufriendo una decadente despoblación y pérdida de identidad marcada por la búsqueda de una forma de vida totalmente diferente. Fruto de aquella andadura, comencé a cuestionar el futuro que les aguardaba y a vislumbrar las consecuencias de un campo mazarronero dentro de la «España vaciada», que paso a paso, “golpe a golpe”, caía en manos de los de siempre y sus «lobbys latifundistas».
En términos muy generales, que no pretenden ser objeto de análisis, la forma de organización de estos grupos de vecinos partía de un individuo, que perteneciendo a una familia se englobaba, junto con otras familias, en un clan con los diferentes linajes familiares. Varios clanes formaban una aldea y una o varias aldeas conformaban una pedanía. Se organizaban a través de un doble sistema determinado por edad y generación, de tal modo que el individuo avanzaba en el grupo según iba cumpliendo años (edad) y atravesando ciertos protocolos iniciáticos “de paso” (generación). Así, quienes alcanzaban la mayor edad y el mayor grado de avance generacional (sabiduría y méritos que iban marcando el paso de las diferentes costumbres), conformando el Consejo de Ancianos que regía los designios del grupo (ceremonias, comunicación con otros grupos o aldeas, aplicación de las leyes, resolución de conflictos, cuestiones económicas, decisiones generales que afectaban a todos, etc.).
Salvando las distancias, en la actual sociedad mazarronera, existe un órgano determinante, o consejo, (que no es de sabios aunque sí de trasnochados septuagenarios con pasado político) que se viene llamando el Gran Sanedrín Fáctico. Sus funciones principales vienen siendo: proponer el nombramiento del Alcalde (bajo resolución concertada con la logia caciquil), nombrar (también bajo convenido acuerdo) a los concejales de cada partido, la labor sancionadora a los disidentes y la captación e instrucción de la tropa funcionarial, así como nombrar a los miembros de élite. Quizá su misión más importante sea fortalecer la “red clientelar” que maneja el funcionamiento municipal y su control mediante la aplicación de la ley del embudo.
Entre otros cometidos, tienen la competencia de juzgar a los políticos, ya que ellos mismos se han erigido como casta diferenciada de la ciudadanía (poder absoluto) y no podrán ser enjuiciados ni castigados como cualquier hijo de vecino. Van directos al trato y reparto de dádivas o privilegios, con lo que, teniendo el control de las normas, el tiempo y su ejecución, se encuentran aseguradas su impunidad y logrerías, siempre por supuesto, “que no saquen los pies del tiesto en exceso ni pongan trabas a los insaciables Gerifaltes”.
El caso es que este circo que han montado tiene como único objetivo hacernos “tomar partido” por unos u otros, dividirnos, crisparnos, entretenernos en escribir y leer ríos de tinta para diluir la verdadera entidad de la cuestión. Que no es otra, que “el tiempo pasa haciéndose más viejos”, y quieren seguir disfrutando los resultados positivos de su enorme labor, sentir hasta el final de sus días la satisfacción que acompaña su gran obra, y morir tranquilos sobre la herencia que dejan a su gran prole. Porque ni está ni se le espera, a ese gobernante libertador, que ha de sacar a Mazarrón del cautiverio feudal en que gime y cortar por propia mano las ligaduras absolutistas que oprimen a la ley, y con la ley, a los ciudadanos no alineados políticamente y que desaparezca esa inmensa ficción que llamamos justicia, para que el interés de todos se anteponga al de unos cuantos, y el gobierno de “los peores” cambie por el “de los mejores”, que es decir por y para el pueblo.
Los políticos son un cáncer. Todo lo que tocan lo enferman. Su único fin es el poder por el poder. Para ello, pactan, se alían, intrigan a nuestras espaldas, se compran los unos a los otros con nuestro dinero, imponen sus ideologías a base de falsas promesas y ponen en el punto de mira a quienes no besan su culo. Dentro de su acordada estrategia bélica se encuentra atacar y vencer a quienes les controlan, buscar su impunidad penal para poder llevarse todo sin que pase nada. El caso es que resulta muy fácil darse cuenta que la culpa no es de uno ni de otro, el problema se esconde detrás de su circo. !Quién sabe!, quizá haya llegado el momento de auto inmunizarnos frente a ellos, de discernir todo engaño procedente de sus mentiras veladas y, sobre todo, de dejar de tirarnos piedras entre nosotros por “tomar partido” por uno o por otro bando. El fin último de todos ellos es el mismo y, evidentemente, los ciudadanos no estamos en sus planes. «Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos» (E. Galeano).
POST SCRIPTUM: «La humildad abre puertas, la prepotencia las cierra. Es el hilo con el que se encadena la gloria».
COLECTIVO “EN CLAVE TRANSPARENTE”