En el devenir del año pasado hubo que lamentar dos tristes noticias que significaban la pérdida de dos grandes valores dentro de la cultura en Mazarrón. Obviamente nos referimos al fallecimiento de Saturnino Agüera y Rafael García Castillo, ambos sendos iconos de dos aspectos muy importantes como pueden ser la arqueología y la promoción de la cultura, además de su sabido compromiso con todo lo referente al municipio. Ahora, el pasado fin de semana, recibíamos la pérdida de otro de esos valores, esta vez en la figura de Tomás Raja Izquierdo y, por si fuera poco, apenas hacía unos días que se sabía también de la pérdida de Luis Miguel Aguado, persona también muy comprometida por la gran labor que realiza Cáritas en la parroquia de San José de Puerto de Mazarrón.

 

Noticias todas estas muy tristes y, vistas en su conjunto, una pérdida irreparable para el conjunto de los mazarroneros. De un lado, el pintor Tomás Raja ha sido un figura constante en la vida cultural de Mazarrón como bien es sabido por todos. Su predisposición natural y su contribución altruista son más que conocidas, así como su buen hacer cada vez que le requeríamos para algún tema relacionado con lo mejor que sabía hacer y por lo que siempre será recordado: por su faceta artística. 

 

En cuanto a Luis Miguel Aguado, se trata de una persona en la que hemos de reconocer un valor humano y un trabajo que no por ser silencioso y pasarnos más desapercibido hemos de considerar poco importante. Tal y como decía el párroco de San José en la nota difundida a través de redes sociales al conocerse el deceso, se trataba de una enorme pérdida plena de valor humano, cuya labor en la parroquia de Puerto de Mazarrón le hizo merecedor del respeto y el reconocimiento de cuantos le conocieron.

 

Nos encontramos, por tanto, ante un momento donde la sensación de pérdida, para entenderse en su justa medida, nos ha de llevar incuestionablemente a entenderla como la desaparición de hombres que han contribuido de una forma u otra a mejorar el mundo que conocieron, que no es otro que nuestro municipio, y todos ellos pusieron su empeño, su trabajo y su compromiso para que de verdad esa meta se cumpliera. Por tanto, entiendo que hablamos de una gran pérdida para todos los que vivimos en este pequeño rincón, que hemos visto cómo en los últimos meses se ha visto mermado ese potencial humano que también poseemos los mazarroneros, y que muchas veces nos pasa desapercibido.

 

Así las cosas, hemos de decir que no entramos con muy buen pie en este año nuevo, y más aún si nos atenemos a los datos que aportábamos en la pasada edición acerca del turismo local y los niveles en los que nos hallamos dentro del panorama regional. Ni que decir tiene que no se trata de ofrecer una imagen catastrófica de las cosas, sino más bien de espolear las mentes de las fuerzas vivas del municipio que tienen en sus manos la facultad de actuar para cambiar una realidad cuando esta no se ajusta a lo que debería.

 

Por ello hablábamos de compromiso político y de buen hacer desde ese terreno para que tanto este como otros aspectos de Mazarrón puedan ser mejorados. A este respecto me gustaría detenerme en un hecho que ha sido significativo durante esta legislatura, y ha sido la parálisis crónica que ha sufrido la administración local durante los últimos meses. Vimos en el número anterior cómo la propia alcaldesa nos hacía referencia a ella como un hecho constatado y la pregunta que se nos viene a la mente es más que lógica: ¿A nivel técnico, se pudo aprovechar el cambio de legislación para cambiar el modo de trabajar en la administración y bloquearla? Porque si esto fue así creo que habría que depurar responsabilidades, nadie entiende que un cambio en la legislación pueda bloquear toda una administración local y, de producirse, habría que buscar nombres y apellidos porque la cosa, cuando menos, huele a chamusquina.

 

Con estos tintes se va poniendo fin a una legislatura que, de hacer balance, podríamos caracterizar precisamente por el hecho que acabamos de mencionar, el monumental atasco que ha sufrido el Ayuntamiento durante meses y del que, por lo visto, aún no se ha recuperado. De ahí han venido las cuestiones de los folios, por citar algún problema menor pero entendiendo que todo este tema ha afectado al funcionamiento habitual y a la normalidad de la vida en el municipio. De ahí que se haya dado pie a que puedan sacar rédito político de la situación algunos sesudos señores cuyas capacidades no van más allá de si se limpian las papeleras. Todo un caldo de cultivo para que prosperen esos buenos trabajadores por Mazarrón de los que tan necesitado está el pueblo. ¿Entienden la ironía?.

 

EDITORIAL LA VOZ