Los diálogos entre el Partido Socialista y Ciudadanos en Mazarrón ya se sabe cómo suelen terminar: a tortazo dialéctico limpio. Un día tiende la mano el uno y el otro la rechaza. Otro día, el Partido Naranja vota algunas de las medidas de consenso para la reconstrucción y los socialistas parecen despreciarlo.

En cualquier momento ambos grupos se echan en cara la culpa de los prolongados desencuentros y surge la crispación, pero al mismo tiempo parte del Equipo de Gobierno solicita el voto de los liberales para algunos acuerdos que ni el Regidor ni sus ediles conocen. Así llevan todo el tiempo desde que Miras es Alcalde del Consistorio y Marisol Vivancos lidera la oposición. Y parece que a los que gobiernan les gusta, porque dan juego a los medios y avivan las tertulias.

Menos mal que Campillo huele el síndrome bipartidista y pone algo de sentido común: un Gobierno formado por el PSOE y UIDM, lo más florido del conservadurismo local y los progres illuminati, no pueden pactar su política económica o social desde el argumentario que dicta la izquierda esotérica y proclaman los Gerifaltes benefactores. No coinciden en política fiscal, ni en la función de la iniciativa privada, ni en algo que da tanto que hablar como la reforma laboral.

Ya ocurrió hace ocho años y si el PP estuviera en el Gobierno ocurriría exactamente lo mismo. Más o menos como en la pasada legislatura, cuando los Populares tuvieron que entenderse con varios partidos, porque no podían esperar nada del otro partido de gobierno que es el PSOE. Esa es la normalidad política que Mazarrón acumula. Lo demás son ensoñaciones estériles.

Entonces, ¿qué margen queda a la ciudadanía? Los pactos de Gobierno sobre grandes cuestiones en las cuales es deseable que haya un entendimiento entre el gobernante y el aspirante a gobernar, porque eso da seguridad de futuro. Para esos pactos se requiere, primero, independencia y voluntad de hacerlos. Y segundo, personas capaces de entenderse con lealtad y compromiso con la población. El pacto sobre el modelo productivo sobre el que habremos de girar, la Sanidad posible que queremos e incluso la Educación de nuestros hijos, la prioridad en Infraestructuras y lo que se está haciendo mal con la pandemia, siguen en entredicho “a salto de mata”.

Nunca será posible acordarlos, porque en ninguno de los dos viejos partidos existe voluntad de ceder nada en algo que, lamentablemente, han convertido en instrumento ideológico e intereses partidistas, por no decir particulares. En cambio, cuando se abre el abanico del poder para otros partidos, otras ideas y otras formas de gobernar, las expectativas cambian y la esperanza crece.

¿Qué va a ocurrir ahora con los acuerdos y reformas que requiere Mazarrón para acceder a las ayudas económicas? ¿Llegará a inmolarse Ciudadanos por cooperar y convenir, e incluso gobernar? ¿Quemará sus naves por ayudar y entrará en el incierto puzzle regional? Si para colmo el “bipartidismo infiel”a nivel regional anda ya enfrascado de lleno en oscuros “juegos de tronos”, la incertidumbre aumenta y la tormenta acecha.

Pronto hemos empezado esta vez. Sálvese quien pueda. Pues teman ustedes lo peor entre el presidente López Miras que va de sobrado, como si el éxito fuese solo suyo, y su oponente Conesa empeñado en rebajarle los humos sin saber ni como, porque a los dos les crecen los enanos por doquier.

Y teman también lo peor aquí, entre un Alcalde y un aspirante dispuestos a cumplir sus programas y compromisos, incluso llegando a demostrar quienes se cargaron el programa de gobierno de la anterior coalición PSOE-UIDM, mediante la clandestina turbiedad de aquel siniestro “Comité de Vigilancia”. Algo de eso se deja ver en cada junta de portavoces.                                    

Si a todo esto le añadimos que los independientes no respaldan nada que esté filtrado por el PSOE regional, pero los necesitan, solo queda hacer un ruego: entiéndase, señores Miras y Campillo, con los que puedan y actúen, que no están los tiempos para seguir “mareando la perdiz”. A mí, verdaderamente, me sobran los dos. La democracia es para hablar y entenderse, llegar a acuerdos.

Ni uno ni otro con estar en desacuerdo permanente, serán capaces de entenderse. Con otr@s por medio, quizás más. En cuanto al portavoz popular, Salvador Sánchez, es un demócrata de primera, novel sí, pero serio y bien preparado. Un dicho entre bambalinas…..»No voy a pactar contigo porque no eres de los míos. ¿Qué piensas? Ni me importa». Democracia pura, sí señor.         

             

COLECTIVO “EN CLAVE TRANSPARENTE”