Discurso a dos bandas. «Isabel Franco detectó las señales truculentas dirigidas a Vox por si alguien no se daba cuenta de que, con su enunciado, López Miras ya estaba vulnerando, antes de llevarlo a la práctica en el Gobierno, el pacto con Cs»

 

Los aspectos positivos del discurso de investidura de Fernando López Miras: uno, estaba bien escrito, o así se desprendía de su lectura, algo que no siempre se valora; y dos, fue extraordinariamente breve, lo que conviene agradecer, sobre todo a la vista del contenido.

El contenido. Esto ya es otra cosa. Constaba de dos partes perfectamente diferenciables. La primera, de autobombo; la segunda, un desiderato sobre lo que algún día la Región de Murcia debiera ser de acuerdo a una descripción de sus potencialidades extraída de algún manual de propaganda turística.

En realidad, se trataba de apelar al pacto con Ciudadanos del que suprimió toda alusión detallada a la muy minuciosa primera parte, referida a medidas de regeneración política que son enmiendas a la totalidad de la manera de proceder durante la larga etapa de Gobierno PP, incluida la suya. Y esto, trufado de sobreentendidos dirigidos a Vox, para persuadir a sus cuatro diputados de que ese pacto es compatible con el que todavía pretende firmar con ellos.

Pero cada guiño a Vox era una rebaja al pacto con Cs. Dos ejemplos que saltaban a la vista: uno, su retórico alegato de condena a la violencia contra las mujeres se desarrolló bajo el epígrafe de ‘violencia doméstica’, a punto de pronunciar ‘violencia intrafamiliar’, para evitar ‘violencia machista’, inasumible por el necesario tercer socio. Pero más vergonzante resultó la concesión sutil a la posible revisión de leyes aprobadas por su propio partido en la Asamblea Regional, bajo el pretexto de compulsar si vulneran algún precepto constitucional, y esto sin admitir que se refería a la de derechos LGTBI, que en el documento firmado con Cs aparece como inamovible.

Estas fueron las señales truculentas dirigidas a Vox, por si alguien no se daba cuenta de que con su enunciado ya estaba vulnerando, antes de ponerlo en práctica, el pacto con Cs. Pero a lo largo del discurso, el candidato no se limitó a insinuaciones, sino que reiteró directamente su llamada a Vox, dando a entender que las diferencias entre la derecha y la ultraderecha son una nimiedad.

Después, Teodoro García, que dijo estar presente en esta sesión porque López Miras había pedido ayuda a la dirección nacional del PP, y haciendo el papel tutelar equivalente al que en el pleno de constitución de la Asamblea protagonizó el secretario general de Cs, Fran Hervías, confirmó el ‘blanqueo’ de los ultras aludiendo a la necesidad de un Gobierno de centroderecha, concepto que no se compadece con la colaboración de Vox, que no está en ese enclave.

En términos conceptuales, el discurso de López Miras desbarraba por todos lados: aludía a la transversalidad de ‘los intereses comunes de la Región’, que en su concepción no admiten ideología, exhibiendo el catecismo de la ideología liberal, también extraída de algún manual, y oponía la soberanía del ciudadano frente al intervencionismo de la Administración a la vez que se adjudicaba, como Administración, los supuestos avances de la economía regional, y esto sin atender a los graves reparos de los informes del Consejo Económico y Social o de los propios datos oficiales de la Comunidad, empezando por el de la imbatible deuda.

En la segunda parte, encalló en el canto sobre el talento nominal que produce esta región. Mencionó a los ‘artistas del pincel’, reduciendo los ejemplos a tres, alguno de los cuales nunca ha utilizado un pincel; ignoró a los escritores, que son en este momento el capital intelectual más emergente de esta Región incluso en algunos casos en el ámbito internacional, y para ejemplificar el desarrollo científico citó a un solo investigador. Calladito o acudiendo a generalizaciones habría quedado mejor. Es en estos detalles donde se aprecia el nivel.

Y se le olvidó hablar de Sanidad, de las listas de espera o del contrato del servicio de las ambulancias, suspendido, tal vez porque en su esfuerzo por la brevedad se explayó en diseñar la privatización progresiva de la educación pública.

Lo más interesante de la sesión de ayer vino, claro, después del discurso, en el photocall de la Asamblea ante el que fueron apareciendo los portavoces de los grupos parlamentarios. El foco principal estaba en dos de ellos. El primero, Pascual Salvador (Vox) dijo que para votar un Gobierno PP-Cs, este último tenía que ratificar el acuerdo al que habrían de llegar PP y Vox.

A renglón seguido, la portavoz de Cs, Isabel Franco, respondió con tres ‘noes’ a las preguntas de los periodistas: no a hablar o pactar con Vox; no a modificar el pacto con el PP para que quepan las demandas de Vox, y no a facilitar de algún modo la entrada de Vox al Gobierno PP-Cs. Este rechazo frontal al partido de Abascal quedó ayer especialmente patente, un día antes de la votación de investidura de López Miras, con la ruptura del pacto municipal con el PP en Fuente Álamo por la incorporación de Vox a ese gobierno por parte de la alcaldesa popular.

A la vista de tan inequívocas declaraciones, acciones y señales, Vox no facilitará de ningún modo un Gobierno PP-Cs, ya que los de Isabel Franco ni siquiera los admiten como negociadores ni aun con la ansiosa intermediación del PP. Sólo cabe una posibilidad para la investidura de López Miras: que Vox, exhausto, no resista la presión y acabe desdiciéndose de todo lo dicho.

 

 

FUENTE: LAOPINIONDEMURCIA