- ¡Qué aburrimiento esto de Cataluña!
- Fíjese. Sí, ojalá pudiéramos estar hablando de poesía. Pero todo parece conducir a lo mismo. Y es obligado no ponernos de perfil. De eso iba, en el fondo, El compromiso del creador, mi penúltimo libro, de la obligación de no ignorar los retos y de mirarlos con afán de verdad.
- ¿Qué es lo que no se ha querido hacer aquí?
- El problema en Cataluña es que nos enfrentamos a una ideología, el nacionalismo, profundamente reaccionario y que se debería combatir como el machismo o el racismo. Y no importa que lo defienda una persona o un millón. Eso no lo hace mejor. En virtud de que participamos de un rasgo étnico o cultural, tenemos unos derechos que negamos a los demás. Para empezar la condición de ciudadano. La idea de que se pueda levantar una frontera y convertir a tu conciudadano en extranjero es, se mire como se mire, una forma superlativa de xenofobia.
- Hombre, si el elemento común de una identidad es la lengua entonces los cientos de millones de personas que hablamos español tendríamos una nación.
- ¡Claro! Pero piense que usted vive en Madrid y yo en Barcelona y tenemos más que ver con alguien que vive en París o en Nueva York que con un campesino del valle de Arán o de Limoncito, en Bolivia. La identidad sostenida en la lengua es una patraña incompatible con la buena ciencia. Sin olvidar, claro, que la lengua común y ampliamente mayoritaria de los catalanes es el español.
- Siempre se habla de una mayoría silenciosa frente al nacionalismo. ¿Por qué no se manifiesta?
- En un artículo de 1996 llamado Mentiras públicas, verdades privadas expliqué siguiendo a Timur Kuran que si estás escuchando a algo que parece que una mayoría sostiene aunque sea una patraña, o te callas o reajustas tus preferencias al gusto del grupo. Mi esperanza es que de ese 10% de discrepantes públicos pasemos al 30%. A partir de ahí el coste de la discrepancia empieza a disminuir y otros se suman para recordar que el rey está desnudo.
- Usted culpa a la izquierda.
- La izquierda, por diversas circunstancias, parece arrogarse la autoridad moral para determinar si una causa es noble y ha validado el nacionalismo. No se dan cuenta que no hay ninguna diferencia conceptual entre que unos cuantos catalanes decidan que se marchan con lo que es de todos, una parte del territorio político, a que por ejemplo, los españoles decidamos no contar con Extremadura porque son más pobres. No hay nada más comunista que el territorio político en el que todo es de todos sin que nadie sea dueño en particular de nada. Es sencillamente ser ciudadano, cada uno de nosotros, sea de donde se sea.
- ¿Por qué la izquierda que ha abanderado la lucha contra el machismo, la igualdad de los homosexuales… se muestra tan complaciente con algo tan discriminatorio como el nacionalismo?
- Eso merece un análisis más detallado. Hay una presencia importante de las élites catalanas en la constitución ideológica de la izquierda que legó el franquismo. No hay que olvidar que durante el franquismo tuvimos una situación privilegiada material y socialmente y ahí germina una cohorte que ocuparía una parte importante de los puestos de decisión. Ha facilitado la extensión de un relato falso. Por ejemplo la izquierda sostiene que la Guerra Civil fue una guerra contra el nacionalismo cuando en Andalucía o Salamanca hubo más personas represaliadas que en el País Vasco… Todos esos mitos son falsos. Y luego la persecución de la identidad. En realidad, el problema, por lo menos a partir de los 60, no era tanto publicar en catalán, como publicar a Marx. Repase premios literarios, revistas…
- Ese afán de la izquierda por aferrarse a cuestiones como la identidad puede deberse a que la derecha ha ocupado las posiciones socialdemócratas.
- Desde luego, pero cualquiera que acuda a la izquierda del siglo XIX y la compare con la del XX, se daría cuenta de que estaba comprometida con el racionalismo y con el progreso, es crítica con la religión y las identidades nacionales. Marx tiene en mente la idea de nación que surge de la revolución francesa como un conjunto de ciudadanos que se compromete a defender sus derechos y libertades, y desprecia las naciones sostenidas en la identidad o la etnia. La izquierda, nuestra izquierda, para ser exactos, ha buscado los peores recambios. Por cierto, que el postmodernismo allanó el camino al extender semillas irracionalistas.
- ¿Qué es una nación?
- En el sentido en el que lo usan los nacionalistas es una noción analíticamente estéril y habría que abandonarla como se hizo con el flogisto. La nación es un concepto que los nacionalistas políticos ponen en circulación para hablar en nombre de ella. Los intentos de definir esa idea colapsan. ¿Qué es? Un conjunto de individuos que tienen en común una característica que es objetiva, cultural, y en ese caso es falsa empíricamente, a poco que precisemos la cultura a la que se apela; o es subjetiva, como individuos que creen que son una nación, en cuyo caso es circular. Claro, siempre es posible encontrar personas que comparten visión del mundo. Y aún más los ricos concentrados territorialmente. Pero nadie consideraría hacer un referéndum para romper la comunidad política.
- La izquierda ha comprado este identitarismo.
- Indudablemente. El problema más importante que tenemos es que ahora, gente como Iglesias y Colau hablan de destrozar España cuando hemos conseguido una nación de ciudadanos y de identidades múltiples (por qué es más importante que yo sea catalán que mi identidad de clase, sexual o religión). ¿Por qué volver a la idea de tribus y comunidades que en realidad son encapsulamientos? No son reales empíricamente. En Cataluña no hay más que un 33% que piensa así y que obligan a la mayoría a ahormarse a la supuesta identidad que, lo repito, es una invención.
- Lo primero que hace la izquierda no nacionalista en sus manifiestos es decir que al menos no son del PP o Ciudadanos. Como si eso fuese una tara.
- Esa izquierda con la que yo me he sentido afín sufre de una alergia anti PP que no tiene ningún tipo de justificación. La izquierda debería reconocer que el mejor ejemplo de activismo fue el del PP y PSOE en el País Vasco durante los años de plomo. Eso sí que es luchar por las libertades y no lo de Colau.
- La posición de Colau es poco clara…
- En Economía existe un concepto que es el coste de oportunidad (una decisión cuesta respecto a la mejor alternativa que se puede tener). Entonces el coste de oportunidad de Colau es cero porque ¿qué hacía antes de ser alcaldesa? Por eso no firma la participación del Ayuntamiento en el referéndum porque puede perderlo todo si la inhabilitan. Le recuerdo que los del PP y PSOE en el País Vasco se jugaban la vida. Por eso, lecciones de democracia al PP, ninguna.
- El cordón sanitario de la izquierda existe.
- Claro. El PSOE ha ido cediendo su espacio al PP y ahora lo único que le queda es el nacionalismo. ¿Cómo es posible que en España la izquierda permita que se establezcan barreras por motivos lingüísticos? No se dan cuenta que un médico de Extremadura ya no puede encontrar trabajo en un hospital de Manresa… Claro que para los catalanes nacionalistas es mejor que no venga nadie a desmontarles el chiringuito.
- ¿Sigue siendo de izquierdas?
- Sí. En los últimos años he entablado relación con los discípulos de Gustavo Bueno y en esos chicos hay esperanza para la izquierda… Es una escuela de pensamiento vertebrado que le da sopas con hondas a la gente de la Complutense, que por cierto es malísima. No me extraña que haya salido de ahí lo que ha salido.
- ¿Y Pedro Sánchez?
- Es un tipo que es inane, inconsistente. Se le nota en cómo habla, en cómo petardea… Vive del eco.
- Dicen que la presencia de la Guardia Civil y la Policía Nacional aumenta el número de indepes.
- Eso es ignorancia. Ha sido un juez que instruía una causa que tenía que ver con el manejo ilegal del censo. Pero la gente no está informada… ¿Acaso se han soliviantado los votantes del PP cuando la policía ha entrado en la sede del partido?
- Pero la gente parece no estar contenta de que la Guardia Civil…
- Lo que pasa es que se trata de reconocer una realidad que puede ser tensa. Por eso, las declaraciones de los empresarios me parecen vergonzosas. Dicen que hay que ceder en favor de gente que quiere romper una comunidad. ¿Y por qué no en favor de esa mayoría de catalanes olvidada desde hace años? Algunos políticos catalanes se han acostumbrado a escupir sistemáticamente (diciendo que los españoles son unos gandules que nos roban…) sobre el resto de españoles. Lo raro es que no me den dos hostias cuando digo que soy catalán.
- Pero los catalanes parecen dispuestos a creerse las mentiras. Y el independentismo ha pasado de un 20% a un 48%…
- Es propaganda. Todo empezó con las mentiras de las balanzas fiscales que ya se han desmontado en muchas ocasiones. Hay que repetir el mensaje hasta que cale y se revierta la situación.
- ¿Hay miedo a lo que pueda pasar mañana?
- Esa clase media acostumbrada a venir a manifestarse se va a bajar del burro porque teme que las CUP se vayan a desmadrar. Ese segmento ya estaba menos presente en las últimas diadas… Luego queda esa parte que es Kale Borroka y no hay que olvidar las enseñanzas del País Vasco. Dijeron que si Otegi iba a la cárcel se armaría Troya… Y no pasó nada. Al contrario. La sensación de impunidad hubiera acobardado a los que no estaban con ETA.
- ¿Ha actuado bien Rajoy?
- Su gran error es haber creído las palabras de tipos que decían que no iba a pasar nada. ¡Es que Pinochet estaba al lado de Allende antes de darle el golpe! ¿Cómo Soraya se ha podido tragar los cuentos que le contara esta gente?
- Hay gente no independentista que defiende que se celebre un referéndum legal.
- ¿Y aceptar que hay una unidad de decisión legítima? Es como si dijéramos que los varones vamos a votar y que privamos a las mujeres del derecho al voto. Esas cosas son ilegítimas. No se puede votar privar de derechos a los otros. Eso es chantaje.
- Usted es fundador de Ciudadanos.
- Aquí en Cataluña son héroes morales. Sí creo que han cometidos dos errores: abandonar la socialdemocracia por un proyecto liberal inconsistente y rebajar la crítica al nacionalismo.
- ¿Qué ha perdido Cataluña en estos años?
- Civilización, libertad… Ahora Cataluña es más paleta que antes. Después de la Guerra Civil cualquier persona podía llegar a Madrid o Barcelona e integrarse porque a nadie le importaba de dónde venía. El nacionalismo tuvo que construir una identidad asociada al mito de una visión compartida del mundo, vinculada al idioma… Es absurdo. No tienen en cuenta que han intentado construir una nación étnica sobre un cuadro social y demográfico que no responde a esas expectativas porque la mayoría habla castellano.
- ¿Hay hueco para otro partido de izquierdas?
- En España hay un hueco a la izquierda para un partido que se atreva a decirle a Podemos que han recuperado el carlismo, las comunidades de identidad que son asfixiantes y que además defienden las religiones más reaccionarias. Un nuevo partido debería recuperar un ideario muy sencillo. Igualdad y eficacia. Y que cualquiera en España pueda acceder en su propio país a la posición que sea solo por los méritos requeridos de ese particular oficio; no por si participa de las particularidades de la tribu como es el idioma. Eso es muy difícil de construir.
- Ada Colau me dijo que no era independentista.
- No es nada. En el momento en el que hubo el atentado en las Ramblas te puedo decir que tanto Colau como Puigdemont estaban desbordados. ¿Qué sabían de gestionar un atentado? Y de pronto tenían que tomar decisiones de adultos y afrontar la idea de que había muertos. Los que viven en esa perpetua adolescencia creen que todo les sale gratis. El día de los atentados, Rajoy debería haber asumido el relato porque estábamos en medio de un ataque terrorista. Pero el Estado estaba acomplejado y la manifestación acabó en manos de la Asamblea Nacional Catalana.
- Se habla de la sentencia del Constitucional respecto al Estatut como el origen de todo.
- Eso es mentira también. Nadie quería el Estatut. El mismo mes en el que el PSOE empezó a hablar de ello, se había publicado una encuesta en la que se decía que Cataluña era la comunidad más satisfecha con su autonomía… ¡Qué pena tener que estar recordando esta basura de datos! Ahora podríamos estar hablando de poesía…
FUENTE: ELMUNDO