«Si alguien seguía dudando, sí existe la sociedad. Ahí fuera, recluida, reclamando la fortaleza de lo público, de lo colectivo».

El presidente del Gobierno blandió la defensa del Estado del bienestar como uno de los pilares de la España de hoy, como una columna vertebral del sistema que ha de ser apuntalada y cuya importancia ha dejado en evidencia el combate contra el coronavirus.

Y por eso la sanidad habrá de ser evaluada para tener más músculo. Pero eso será después, cuando la emergencia sanitaria pase. Porque España se halla aún «librando una guerra» contra un «enemigo» que golpea a toda la sociedad.

Una guerra que, reconoció, no fue bien advertida desde el principio. Por su Gobierno y por otros países: «La pandemia ha desbordado las previsiones de todos, empezando por la Organización Mundial de la Salud».

Ahora toca enfrentarse a ella, y eso exige «sacrificios» de todos porque «lo más duro está «por llegar«. Hace falta tanto «unidad política» como «unidad ciudadana».

Pedro Sánchez dio cuenta este miércoles ante el Congreso de la declaración del estado de alarma y llevó hasta la tribuna un discurso pretendidamente socialdemócrata, pero en el que también contenía una cierta autocrítica, en correspondencia con su comparecencia de ayer martes.

El ser humano, dijo, «sucumbe al sesgo de retrospectiva», «tiende a pensar que podía haber predicho el desenlace». «Con lo que sabemos hoy no hubiéramos actuado así ayer», admitió, mirando también lo ocurrido en otros países.

Singularmente, Francia «no habría mantenido la primera vuelta» de las elecciones municipales si hubiera sabido que tendría que suspender la segunda ronda apenas un día después.

Su Gobierno decretó el estado de alarma, cuando fue «imprescindible y solo entonces», porque los bienes que restringe «son suficientemente valiosos como para ser preservados hasta el último instante».

El líder socialista se dirigía este miércoles a un Congreso prácticamente vacío, con una treintena de diputados sentados en sus escaños y una Mesa también mermada. Sin prensa en los pasillos, con los periodistas como testigos desde su casa.

Con sus señorías sentados a más de un metro de distancia, también la vicepresidenta primera, Carmen Calvo, de su jefe. Con los servicios de la Cámara desinfectando la tribuna y las barandillas tras cada intervención.

Todo era la demostración palmaria de una situación absolutamente de excepción, inédita en España.

Porque el Covid-19, que ya ha provocado en España 13.716 contagios y 598 fallecimientos —datos de Sanidad a las 12:00 de este miércoles— es una enfermedad «silenciosa y cruel«, arrancó Sánchez, que castiga lo que «más nos hace humanos: la necesidad de vivir juntos, pensar juntos y actuar juntos en comunidad».

Una pandemia que no distingue de ideologías, clases ni territorios, como viene reiterando en los últimos días. «Nos golpea a todos, a nuestros padres, nuestros abuelos, nuestras parejas, nuestros hijos y nuestros seres queridos».

Plantea «un reto sin precedentes», es una «amenaza para la salud pública global», un «desafío» extraordinario que obliga a tomar «medidas excepcionales».

«Nunca hemos vivido nada igual», subrayó, para hacer hincapié en lo anómalo e impredecible de la situación, una «emergencia social, sanitaria y económica» que no tiene «precedentes».

La «ponderación» de todas las variables

El sistema ya resistió embates anteriores, recordó el presidente. El virus del ébola, la crisis de las vacas locas, la gripe A… Cada una de ellas tiene «sus singularidades», de modo que la experiencia acumulada puede aprovecharse solo «parcialmente».

El líder socialista defendió entonces que el Gobierno se ha sometido siempre al «mandato de los expertos» y a las máximas de «unidad de acción», coordinación con las demás administraciones y cooperación.

Pero «la pandemia ha desbordado las previsiones de todos, comenzando por la OMS», que ha ido actualizando su respuesta ante una crisis que es «dinámica y no estática».

Que nadie se queda «atrás»

Pero lo urgente, ahora mismo, es vencer la pandemia y afrontar unas duras consecuencias económicas, que pueden llevar un descenso del PIB, admitió.

De ahí que el Gobierno persiga una «recuperación rápida», incluso con «efecto rebote». Y tiene como prioridad que las familias más vulnerables no sufran una situación de «desamparo» y nadie se quede «atrás», «descolgado».

El Ejecutivo, repitió, como todos estos días, hará «lo que haga falta». «El Gobierno de España protege a todos. Somos una comunidad y el pacto social que compartimos consiste en cuidar unos de otros», señaló.

El líder socialista hizo un aparte con las víctimas de la violencia de género, que no habían estado presentes en anteriores comparecencias suyas. Es «responsabilidad» del Ejecutivo protegerlas, porque sufren una «doble amenaza«, la del virus y la de sus parejas.

El presidente, tras desgranar las medidas adoptadas, lanzó dos mensajes diáfanos. Uno primero, dirigido a los partidos. Les reclamó sentido de Estado. «Unidad política«, porque la pandemia, remarcó, es un «enemigo de todos» y no distingue de colores, administraciones ni territorios. Ha de ser combatida «mediante la unión y la responsabilidad colectiva».

Las formaciones han de «unir fuerzas» en una batalla que «reconcilia» a los ciudadanos con el «ejercicio de la política en su más alta y noble expresión». Las preferencias y prioridades «han cambiado» y los responsables políticos están ahora sometidos al «mayor grado de exigencia por parte de la ciudadanía».

Sánchez agradeció la coordinación con comunidades y ayuntamientos, y les mostró su «confianza absoluta» en la gestión que están llevando a cabo. Todas las administraciones están «sobradamente preparadas» para liderar una «crisis sin precedentes».

«Es imperativo que sigamos en esta vía» de «coordinación, cooperación y colaboración». Pueden llegar más medidas, como el cierre de fronteras aéreas y marítimas, anticipó.

«Nosotros somos la vacuna»

El segundo llamamiento lo dirigió a los españoles. La «unidad ciudadana«. El Estado es «necesario» porque «encarna una parte esencial de la fuerza de la comunidad». Pero se necesita también al «conjunto» de la sociedad.

«El Estado hará lo que tenga que hacer, todo, pero también hay que apelar a los ciudadanos para que den lo mejor de sí mismos» y sean responsables, siguiendo a rajatabla el aislamiento y las medidas de higiene y distanciamiento social.

FUENTE: El Confidencial