La dirección del PSOE propone a Susana Díaz la designación equitativa de los puestos de salida en las candidaturas andaluzas para el 28-A. La distribución se haría a partir de los 20 diputados conseguidos en 2016, con la condición de que los principales respaldos de la expresidenta de la Junta se queden fuera de la lista al Congreso y vayan al Senado. Ferraz no hará más concesiones. La falta de acuerdo tensionará los comités provinciales, que hoy votarán las propuestas de candidaturas. Los cuatros ministros que la dirección federal quiere colocar como cabezas de lista han sido relegados en las votaciones de las asambleas locales. Pero la última palabra la tendrá Ferraz.
Andalucía vuelve a ser el principal foco de tensión de la ejecutiva federal con los líderes territoriales del PSOE. La elaboración de las listas al Parlamento por Castilla-La Mancha ha dejado “razonablemente satisfecha” a la dirección del líder territorial y presidente autonómico, Emiliano García-Page, otro de los barones que ha mantenido relaciones conflictivas con el equipo de Pedro Sánchez. Las fricciones están siendo menores de las esperadas en Aragón, cuyo presidente, Javier Lambán, también ha sido muy crítico con Sánchez.
Sin embargo, las heridas sin cicatrizar de las primarias en las que Sánchez se impuso a Díaz en mayo de 2017 se han reabierto con toda su intensidad. Con una ventaja sustancial para Sánchez, que cuenta con el control de la comisión federal de listas. Este órgano será el que resuelva la composición final los 14 y 15 de marzo. El secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, ya ha recalcado que la dirección ejercerá su “responsabilidad” y decidirá las candidaturas en función de su “oportunidad e idoneidad”.
El origen del último pulso entre el presidente del Gobierno y líder del PSOE y la expresidenta de Andalucíaestá en la decisión de Ferraz de que cuatro ministros encabecen las listas en la mitad de las provincias andaluzas. Pese al escaso apoyo obtenido en las asambleas municipales de militantes —resultado que los afines a Sánchez reprochan a Díaz, que mantiene el control del aparato regional—, María Jesús Montero (Hacienda) será número uno por Sevilla, como Fernando Grande-Marlaska (Interior) por Cádiz, Luis Planas (Agricultura) por Córdoba y José Guirao (Cultura y Deportes) por Almería.
Ábalos ha dejado claro que todos los ministros “encabezarán” las listas y “no habrá que recolocarlos”. Díaz también se ha mostrado “convencida” de que los miembros del Gobierno no tendrán ningún problema pero insiste en que “tiene que haber acuerdo, entendimiento y un proceso que refleje la realidad del talento enorme” de su federación. Sin un acuerdo general entre Ferraz y su principal federación, Jaén y Huelva son las únicas provincias en las que las partes han consensuado las candidaturas. Felipe Sicilia, portavoz adjunto del comité electoral, irá como cabeza de lista en la primera, lo mismo que María Luisa Faneca, responsable de Pesca en la ejecutiva federal, por la provincia más oriental.
Renovación
La dirección del PSOE planea una profunda renovación en las listas de Andalucía. De los 20 diputados que terminaron la legislatura al menos 15 no repetirán. Y, a diferencia de otras ocasiones, Díaz no tendrá la última palabra, como cuando decidió sin impedimentos quiénes irían en las candidaturas de su federación en las elecciones generales de 2015 y 2016. Sánchez tampoco reclamó ninguna cuota para las elecciones andaluzas del pasado diciembre pese a las protestas de los cuadros intermedios que le apoyaron en las primarias. Díaz, que aspiraba a igualar los 47 escaños que tenía, no les reservó ningún puesto e hizo unas listas a su medida. El malestar del sanchismo tras quedar reducido a la marginalidad en las listas quedó de manifiesto en el comité federal, máximo órgano de decisión del PSOE, del pasado noviembre en Fuenlabrada (Madrid).
Otra de las condiciones de la dirección federal que más resistencia ha encontrado es que personas de la confianza de Díaz como Antonio Pradas no repitan en el Congreso. Ferraz acepta que el cabeza de lista por Sevilla en 2015 vaya al Senado, pero en ningún caso volverá a la Cámara Baja. Pradas tuvo un destacado papel en las maniobras para destituir a Sánchez en 2016: entregó las firmas de los miembros de la ejecutiva federal que dimitieron para forzar la renuncia del secretario general. Un gesto que Sánchez y sus afines no olvidan. Como tampoco que Díaz perdió la Junta después de que los socialistas se dejaran 400.000 votos y 14 escaños.