JOSÉ APEZARENA

 

Salvo unos pocos personajes extraños, como por ejemplo Pablo Iglesias y alguno de sus amigos, la Transición española, el paso pacífico desde la dictadura franquista a una democracia plena, homologable con las más avanzadas del mundo, constituye uno de los principales logros de este país y de sus habitantes. Al menos en sus comienzos, Pablo Iglesias prometió acabar con los éxitos de la Transición.

 

La epopeya de la Transición se ha convertido en uno de los grandes motivos de satisfacción, y hasta orgullo, para la práctica totalidad de los españoles, protagonistas principales de aquella gesta.

Bueno, pues ahora parece que alguien, Pedro Sánchez concretamente, acaba de inventar una nueva Transición. Aunque esta, de futuro: para dentro de treinta años. Y pretende apuntarse ya el tanto de haberlo logrado.

Porque eso es, en resumen, lo que busca su famoso plan para 2050: construir la nueva Transición española, con él como protagonista.

‘España 2050’ es un ejercicio de prospectiva y de optimismo, elaborado -dicen- por un centenar de investigadores universitarios. Debería publicarse con grandes caracteres la lista de esos supuestos “sabios”, para conocimiento común y, en su caso, escarnio de los firmantes.

 

Establece cincuenta grandes objetivos, teóricamente para modernizar el país, con metas como la jornada laboral de 35 horas, tasa de paro del 7% (ahora está en el 16% y subiendo), reducción del consumo de ropa y tecnología, cambio en nuestra dieta (menos carne) para evitar el colapso económico, más impuestos verdes, supresión de los vuelos cortos(tope: dos horas y media) en favor del tren…

Durante la presentación, el presidente del Gobierno comparó el momento actual al de la Transición, cuando España puso las bases de la democracia tras 40 años de dictadura.

Y, de esa forma, con enorme atrevimiento y osadía, Pedro Sánchez se hainvestido a sí mismo como el protagonista de una nueva transición en España, que sucederá a la del 78. El nuevo Adolfo Suárez.

Un Gobierno, un presidente, que no sabe si mañana vacunar o no con AstraZeneca, se ha puesto a diseñar cómo será este país dentro de… ¡treinta años! ¡Menudo atrevimiento!

Suele afirmarse que la fortuna ayuda a los audaces, pero en este caso estamos ante algo más que audacia: es irreflexión, desvarío y hasta locura.

Este Gobierno de titiriteros, experto en trucos de mago callejero, esteequipo fértil en ocurrencias, ha tenido el cuajo de atreverse a decir cómo será España dentro de tres décadas. ¡Pero si no sabemos qué pasará mañana!

¿A quién se la ha ocurrido esta operación?

Tras el fracaso de las elecciones en Madrid, muchas voces insistieron enculpar de todo a Iván Redondo. Pero otros análisis corregían el tiro, para dirigirlo a Pedro Sánchez, con este razonamiento: el jefe de gabinete puede proponer todo lo que se le ocurra, pero quien concede el visto bueno, quien da el sí para que se realice, es el presidente. Suya, por tanto, es la responsabilidad.

Eso mismo habría que aplicarlo al experimento del plan ‘España 2050’.

Y, en lugar de a quién y por qué, cabe modificar la pregunta y plantearsepara qué se ha puesto en marcha una operación tan estrambótica. Hasta podríamos ir un poco más allá: ¿Para tapar qué?

A la hora de intentar responder a esto último, habría que preguntarcuáles son los puntos flacos de Pedro Sánchez, y a lo mejor ahí se encuentra la clave.

¿El fracaso del PSOE en las elecciones de Madrid? ¿El ascenso de Isabel Díaz Ayuso y del PP? ¿La pugna en Andalucía para echar a Susana Díaz? ¿La deuda española del 120% del PIB? ¿Las incógnitas sobre larecuperación económica? ¿El desafío irresoluble de Cataluña? ¿Las dificultades de la coalición de Gobierno tras la desaparición de Pablo Iglesias? ¿Eso hay que tapar?

La crisis de Ceuta y Melilla no puede ser el motivo, porque la presentación de ‘España 2050’ se anunció, y fijó fecha, cuando todavía no había estallado. Más aún, los incidentes fronterizos estuvieron a punto de provocar la suspensión del acto.

Hay que añadir que los inventos de Sánchez han cansado a los grandes empresarios, que ya no quieren verse como comparsas y aplaudidores de sus ocurrencias mediáticas. Han asistido a unos cuentos performances, y no desean volver a ser utilizados a mayor honor y gloria del presidente, inventor de esa nueva Transición para dentro de treinta años.

Y de entre los empresarios, por cierto, ¿quiénes no pueden decir que noa las invitaciones de La Moncloa? Está claro. Las empresas cuyo destino y futuro depende, de forma más o menos directa, de la voluntad del Gobierno. ¿Cuáles son? Basta repasar la lista de los presidentes que sí se prestaron el jueves a aplaudir el jefe. Al nuevo Adolfo Suárez y su nueva Transición.