El ministro del Interior italiano y líder de la Liga, Matteo Salvini, lleva meses viéndose con políticos europeos con los que siente afinidad política y personal. Se ha reunido con el primer ministro húngaro, Viktor Orbán; con los ultraderechistas austríacos del FPÖ; con el presidente de Ley y Justicia, el polaco, Jarosław Kaczynski; y con Marine Le Pen, presidenta del Reagrupamiento Nacional francés. Fue con ella cuando acordó en octubre la idea de un “frente de la libertad”: una alianza de fuerzas ultraderechistas –que ellos llaman soberanistas– para asaltar las instituciones de la Unión Europea.

Después de meses de rumores, ahora Salvini ya está listo para explicar cómo piensa tomar Bruselas: el lunes lanzará su campaña para las elecciones al Parlamento Europeo con una conferencia en un hotel de Milán en la que también estarán presentes representantes de otros partidos comunitarios.

Todavía no está claro quién acudirá a la cita, que significará la confirmación de facto que la Liga es el nuevo timón de la ultraderecha europea. De momento, sólo está asegurada la presencia de un representante de Alternativa para Alemania. Le Pen no planea venir el lunes, ha dicho su portavoz. Tampoco lo hará Orbán, que técnicamente sigue formando parte del grupo del PPE en el Europarlamento, aunque el premier húngaro no ha cerrado las puertas a la idea de Salvini y ha dicho que decidirá después de las elecciones. Preguntados por si irá alguien de Vox, fuentes de la Liga sólo señalan que todavía “están cerrando el programa”. En cambio, Riccardo Molinari, líder del partido en la Cámara de Diputados italiana, ha querido marcar distancias y ha dicho que aunque le parece bien que los ultraderechistas españoles quieran inspirarse en las propuestas de la Liga como la llamada ley de legítima defensa, no comparten todas sus posiciones, especialmente en lo referente a la violencia contra las mujeres.

La hipótesis que lanzaron Salvini y Le Pen en su encuentro en Roma fue no pactar candidatos comunes, sino puntos programáticos compartidos. Desde la Liga admiten que es difícil que se lleguen a poner de acuerdo en inmigración. Aunque todos rechazan la llegada de personas migrantes, los países del Norte y del Este de Europa no quieren oír ni hablar de aceptar cuotas de los que llegan a Italia. “Con la inmigración tendremos que ir cada país por separado e Italia se encargará de sus fronteras”,comentó Molinari. En cambio, les unen el retorno a los valores católicos y tradicionales, y el rechazo a las políticas monetarias de la UE. Consideran que un peso destacado en el Europarlamento les permitirá echar a los “burócratas atrincherados en el búnker de Bruselas” –es decir, cargos clave como el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, y el comisario de Asuntos Económicos y Financieros, Pierre Moscovici– para tener las manos libres para ejercer la “soberanía” económica de sus naciones. El otro enemigo que nombran constantemente es el presidente francés, Emmanuel Macron, al que ven como representante de los males de la UE.

 

 

FUENTE: LAVANGUARDIA