Tal como exhiben socialistas e independientes, y a pesar de que su acuerdo de Gobernanza es trabado por los «gurús fácticos «en los despachos influyentes con otra frenética trama a la antigua usanza, bien sincronizada pero arriesgada, la “rutilante alianza de gobierno” en Mazarrón no es algo aturullado o accidental, sino más bien un contrato premeditado, bien calculado y hábilmente negociado, que así ha sido entendido y desechado con viscosa sorna por toda la oposición a excepción de VOX, como si no fuese un proceso de cambio limpio, serio y futurible. Es absolutamente inaceptable la indulgente estampa de una insólita estrategia establecida por partidos tan antagónicos, que alienados insisten en mistificar los encomiables logros alcanzados por los ciudadanos con enorme sufrimiento durante décadas de lucha implacable contra el “régimen clientelar” y sus herederos.
El actual Equipo de Gobierno sigue dando pasos hacia atrás a velocidad de vértigo. Y es el Regidor de la Villa el principal responsable de ello. “Mientras nos roban y se ríen de nosotros, discursean sobre el “oro de Moscú o las meigas del Pazo de Meirás, el Valle de los Caídos y de lo mal que se hizo en la anterior legislatura”. En cualquier población madura se pedirían explicaciones y se abriría una investigación para determinar los posibles delitos perpetrados (prevaricación, malversación…). En Mazarrón no. Aquí y ahora, la cháchara pública está dirigida por sus voceros afines hacia la política nacional, demostrando el escaso talento y evidenciando que nadie escucha sus someras monsergas. Oprobioso “modo ochentamé”, establecido para desviar la atención de turbios asuntos como son las facturas engordadas de las empresas paralelas o participadas (mixtas), reconocidas abiertamente en Pleno por el edil de turno y los de primer orden-sanitario-económico por la pandemia, que incomprensiblemente desoye la oposición pasando por alto pedir responsabilidades y dimisiones.
Cuando en jefatura del manido gabinete se debe tomar una decisión o hacer una elección y no se hace, ya se ha decidido en sí, y eso es una elección con todas sus consecuencias. A sus acomodados líderes, les aconsejan sus cebados partidarios que de cuando en cuando digan alguna verdad para que sean creídos cuando mienten, porque a todas luces mienten más que hablan. Sinceramente, no creo que la intención de PP y Cs respecto a la gobernanza municipal sea la de hacer sangre o reventar el viciado acuerdo, menos aún cicatear al dueto de “mandamases” e importunar a sus “talentosos mentores”, tampoco intentan romper el patrón sociata que en C/ Progreso desfigura calamitoso. Pero es que calentarse en exceso implica eso, y el “sillón de tersssiopelo” quema, pronto se pasa de ser el abanderado libertario de los movimientos populares a no valorar las tremendas consecuencias que el hiriente desparpajo y la desatinada prepotencia provocan.
El Primer Edil y sus concejales hacen lo que quieren y cuando quieren. Y Mazarrón y sus gentes, mientras tanto, están echando la siesta. Mientras duermen, sus políticos se beben hasta el agua de sus floreros. No se puede vivir eternamente a contracorriente ignorando el sentido común. El poder político, la capacidad de controlar cuerpos y mentes no reside en el conjunto de los ciudadanos sino que está secuestrado por clanes organizados que ponen las Instituciones al servicio de sus proyectos personales y banderías que utilizan a los mazarroneros como coartada para sus impunes fechorías. Esas mismas facciones mafiosas activan la tropa para reforzar sus posturas en las mesas de negociación y repartirse los cargos de élite que posteriormente santifican sus pérfidas injusticias con el falso barniz de la legalidad.
Los políticos que fuerzan sus objetivos en exceso y se responsabilizan hasta la obsesión de ello, sufren una terrible frustración cuando no los consiguen o ven perjudicada su causa. Y la frustración les lleva al cabreo, y el cabreo, a la excitación y a no controlar los impulsos para acabar perdiendo los papeles muy ofensivos. Solo poderosas razones personales, más que políticas, pueden motivar el arriesgado chalaneo, la provocadora verborrea y esa polémica decisión de bloqueo que conduce sin retorno hacia nuevos encontronazos, tal y como se preveía, para parar los ineludibles planes y atropellos que el nuevo engranaje de poder proyecta para sus fines. Una azarosa aventura que obliga a la oposición a meditar sobre las tediosas tramas conspirativas, pactos antinatura y la incertidumbre generalizada en curso para prolongar lo establecido sosteniendo a la “rutilante alianza” y sus políticas de diseño autoritario. Todo está en el aire.
POST SCRIPTUM: “Aunque la mentira y el engaño logren encubrir la verdad, no podrán ocultarla tanto que al final no llegue a descubrirse”.
La política es un terreno fértil para las desavenencias, pero también para entender que es el método más civilizado que conoce la humanidad para ponerse de acuerdo, desde la política se pueden distinguir con claridad al “leal de paso” o al “leal de verdad”; la envidia, las zancadillas, los propios intereses no deberían tener cabida y la lealtad da independencia de criterio, con el partido, el líder o el amigo.
Ser leal en política y en la vida misma, ayudaría a aceptar los sacrificios con sinceridad cada vez que se pone a prueba la integridad, los valores y el honor. Cualquier gobernante ha de ser completamente honesto y sincero, incluso cuando la verdad duele o las situaciones son difíciles.
Las democracias empiezan a morir cuando no hay tolerancia mutua ni contención institucional; cuando la clase política no aísla a los extremistas y la polarización se apodera de los partidos. “Pronto seremos como Bolivia o Venezuela”. “Quieren convertir España en una cárcel chavista”. Ese es el slogan de Casado y Abascal del que tiene que alejarse Cs si no quiere sucumbir.
Esa manera de jugar sucio, ese que se hunda España, va camino de convertirse en un estilo. Así nos va.
En España los partidos bisagra definen su existencia por el sufrimiento y, sobre todo, por su breve paso por ese valle de lágrimas demoscópicas. Pero es mejor que la alternativa, que conduce inevitablemente a la desaparición, por fusión o por absorción en este caso por el PP. Que es lo que muy probablemente suceda tras la incorporación de tres de los seis diputados de Ciudadanos (los necesarios para que la moción fracase) al gobierno del PP murciano. El PP se ha sabido mover con rapidez y ha jugado tan sucio como la propia moción, presentada cuando uno de los dos partidos que la presentan, Ciudadanos, aún está en el gobierno que pretende derrocar.
Esto es lo que se ha dirimido en los últimos días. El movimiento de Inés Arrimadas, la moción de censura en Murcia, era lógico si se busca recomponer ese espacio de centro. Arrimadas hace lo que debió hacer Rivera en mayo: pactar en algunos sitios con el PSOE, presentándolo como un vector de cambio y de regeneración, … mientras se hacía con mucho más poder que el que estaba dispuesto a dar el PP. Pero, con la rápida respuesta del PP, no es sólo la moción de censura la que queda muerta y enterrada, sino Ciudadanos como partido político.
Aquellos años setenta/ochenta fueron duros y, como ahora también ocurre, tiempos dificiles, aunque con algunas notables diferencias porque el actual es un mundo distinto, y hemos dejado de lado, sin entenderlo, el pasado inmediato, ignorando que sí no se avanza recordando se tropieza, y que ningún proyecto se construye desde el olvido. Hoy estamos viviendo un egoísta estilo de vida que ya nos resulta natural, y que es fruto de tan sólo hace 40 años. Desde los 80, cuando el capital se volvio impaciente y la » logia caciquil» montó el tinglado clientelar en Mazarrón a lomos del » bipartidismo», han hecho virtud de la búsqueda del beneficio material, elevando a equivocada categoría aquello que dejo sentado Epicuro: «Nada es suficiente para quien lo suficiente es poco». Y así nos ha ido y nos va…
Siento decirlo, pero estas movidas son, una vez más, la demostración de que en Madrid no han entendido nada ni acerca de Murcia ni del caciquismo feudal imperante ni de la política de mi tierra. Creo que los dos grandes partidos nacionales, al menos en lo que a la historia de nuestra democracia se refiere, PP y PSOE, ha existido siempre la pulsión de caer bien al establishment fáctico, de convenir repartos en la intimidad, de alabar a los «lobbys benefactores» y a sus dirigentes sin medida ni rubor en lugar de plantar cara a una gentuza mafiosa que solo aspira a medrar a costa del resto de murcianos mientras siembran la semilla del supremacismo y el odio de manera constante y se lucra con contratas, subvenciones y comisiones sucias e infames.
«Quien me lastima me hace fuerte, quien me critica me hace importante, quien me envidia me hace valioso, y a veces aquellos que me desean lo peor, tienen que soportar que me ocurra lo mejor».
Que la actividad política se está cargando de prácticas deleznables es ya una evidencia poco discutible entre personas normales. Los principios éticos se han sustituido por bajeza, deslealtad y cinismo. La política se ha instalado en un “modus vivendi” en el que reina la utilización sistemática de la mentira, la permanente descalificación política y el odio al rival, la doble vara de medir, la impunidad, las desmesuradas ambiciones, la ausencia total de experiencia laboral por cuenta ajena o el divorcio entre lo dicho y lo hecho. Sólo importa “ganar”. Como sea y al precio que sea, aunque sea haciendo descansar el futuro del pueblo en aquellos que rechazan y combaten la democracia y la Constitución.
Tras la marcha de Iglesias, muchos han recordado en redes sociales a Albert Rivera exlíder de Ciudadanos por representar ambos, que han dejado de estar en primera fila, una alternativa al bipartidismo.