Empieza a deshojarse la margarita. Los planes del líder de Ciudadanos sobre la ejecutiva nacional —órgano de gobierno del partido entre asambleas— están encima de la mesa. Albert Rivera ampliará de forma contundente la composición de la misma para garantizar que el crecimiento del partido tras los últimos capítulos electorales esté reflejado en el principal órgano de gestión interna. Además, la incorporación de nuevas personas alineadas con la dirección reforzará al núcleo duro del presidente y su toma de decisiones, mientras que los dirigentes críticos —reducidos ya al mínimo exponente— quedarán relativamente aislados.
En este momento la ejecutiva nacional cuenta con 34 miembros (incluyendo ya a Marcos de Quinto, exvicepresidente de Coca Cola y fichaje estrella de Rivera para el 28-A como su número dos, que se incorporó hace apenas unas semanas). Los estatutos actuales fijaban la posibilidad de que el comité contara con un máximo de 40 personas, pero la cifra se ha ido viendo mermada después de cuatro dimisiones —el exdirigente de Castilla y León, Pablo Yáñez, lo hizo en marzo a raíz de las primarias en esa comunidad responsabilizándose de la polémica y, más tarde, llegaron en cascada las marchas de Toni Roldán, Javier Nart y Xavier Pericay por la situación de debate que vivía el partido—.
La idea es que la ejecutiva nacional pueda llegar a estar formada por 50 personas (10 más). Esa será la propuesta de reforma estatutaria que la dirección de Rivera llevará al consejo general del próximo 29 de julio. En menos de un mes el máximo órgano político entre asambleas se dará cita en tres ocasiones (lo hizo hace tres semanas, lo hará este miércoles de forma telemática para poner en marcha las primarias en Cataluña, y lo hará definitivamente el último lunes de julio). Al conocerse la convocatoria del consejo general, todas las especulaciones se dispararon. Incluso algunos dirigentes consideraban que el objetivo del cónclave pasaría por intentar ‘atar en corto’ a los críticos a través de un endurecimiento del régimen disciplinario.
Pero las dudas quedaron despejadas el lunes tras la reunión del comité ejecutivo permanente (el núcleo duro de Rivera que se reúne semanalmente). El secretario general, José Manuel Villegas, descartó reformas de calado más allá de la ampliación de la ejecutiva nacional. Lo que está por ver es si los cambios y las incorporaciones se producen el mismo día 29. Por ahora el orden del día no incorpora ningún punto que hable de ratificar nuevos nombramientos. Los estatutos son claros al respecto: toda incorporación y cese dentro de la ejecutiva será propuesto a cargo del presidente, pero las nuevas designaciones deberán ser confirmadas por el consejo general expresamente.
Fuentes de la dirección confirman que el listado de novedades está aún por confirmar y de ello dependerá si se comunican el propio 29 de julio o ya a la vuelta del verano con el inicio del nuevo curso. Como publicó este diario, Rivera lleva tiempo sopesando cambios importantes dentro del órgano de gobierno naranja. De hecho, se planteaba llevar a cabo algunas destituciones entre dirigentes críticos y otras personas que llevan tiempo en el partido, pero que a día de hoy no ostentan ningún cargo que justifique su permanencia en la ejecutiva nacional. Miembros de su círculo más cercano reconocen que el planteamiento sigue presente, aunque los últimos acontecimientos internos podrían conllevar giros en el guion.
En el caso de los ceses, Ciudadanos ha atravesado una de las peores crisis de su historia como partido a nivel nacional. Probablemente la peor. Un grupo de dirigentes de peso decidió plantar cara al núcleo duro del líder, cuestionando la estrategia aprobada de forma unánime sobre la política de pactos. Forzaron una votación que no estaba prevista para revisar la hoja de ruta y se visualizó una división evidente que cambió las cosas irreversiblemente. Ese mismo día, antes de la reunión, el diputado y portavoz adjunto en el Congreso, Toni Roldán, comunicaba su marcha. Tras la votación, que fracasó, el eurodiputado Javier Nart también abandonó. Luis Garicano y Paco Igea se mantienen en la formación.
Su destitución es en estos momentos algo casi impensable. El primero es el máximo dirigente naranja en la Unión Europea y pilota las grandes negociaciones internacionales y, el segundo, es ya vicepresidente de la Junta de Castilla y León. Además de ser ‘pesos pesados’ con responsabilidades de primer orden, los más cercanos a Rivera reconocen que sería una decisión «difícil de explicar». Además, en este momento, la balanza de los críticos apenas tiene fuerza. Precisamente el resto de ellos (Roldán, Nart e inclusoXavier Pericay, que se marchó por diversas razones en último lugar, aunque también reconoció su malestar por las dificultades de discrepar en el partido) ya están fuera de las filas naranjas.
Sus opciones de generar oposición interna han disminuido por las marchas de sus compañeros y, además, la nueva ejecutiva (que rebasará los 40 miembros con seguridad, acercándose a los 50) diluirá casi al completo su actividad. Dicho de otro modo: el núcleo duro de Rivera y la toma de decisiones del presidente del partido quedará absolutamente reforzada con la inclusión de un importante número de nuevos dirigentes que comparten la misma estrategia.
Además, la propia redacción de los estatutos deja a Rivera en una situación difícil. El presidente del partido es el único competente para llevar a cabo destituciones. La decisión que tome no debe ser consultada a la ejecutiva nacional y ni siquiera necesitaría llevarla al consejo general. Es decir, el peso de cualquier decisión y la responsabilidad en ningún caso sería compartida. De ahí que ampliar la ejecutiva sea una buena solución. Fuentes del partido, eso sí, insisten en que las destituciones no están descartadas por ahora, y reconocen que no tendrían que coincidir en el tiempo con las incorporaciones.
El calendario también juega un rol destacado. La próxima semana tendrá lugar el debate de investidura de Pedro Sánchez que, por ahora, resultaría fallida. El presidente en funciones no tiene amarrados los apoyos, por lo que todo indica —al menos en este momento— que resultará fallida. También están de por medio las investiduras de Madrid y Murcia y la formación de los gobiernos autonómicos en los que Ciudadanos tendrá mucho que decir. La vorágine de acontecimientos próximos en el mapa político será lo que determine si los cambios en la ejecutiva se producen antes de agosto o si, por el contrario, Rivera se decide a arrancar el nuevo curso, en septiembre, con las novedades.