Mientras los cuadros del partido se empiezan a recomponer de su lunes negro—la marcha de Toni Roldán ensombreció especialmente la reunión de la ejecutiva del partido, que muchos recuerdan ya como la “más dura” que han vivido—, el aparato saca la artillería pesada para impedir que su hoja de ruta quede desdibujada. La cúpula naranja quiere dar portazo a la crisis que la formación vive desde hace dos días a cuenta, también, de cuatro de sus dirigentes que pidieron replantear la estrategia de pactos a nivel nacional (uno, Javier Nart, dimitió de sus funciones en el comité ejecutivo) y estudiar un posible acuerdo para la investidura de Pedro Sánchez.

Como publicó este diario, no habrá giro en el guion. Fuentes del núcleo duro de Albert Rivera insisten en que “no hay ninguna posibilidad” de que se produzcan cambios de opinión en ningún supuesto. La decisión está tomada y “avalada por la ejecutiva” (ya lo estuvo el pasado febrero y este lunes, tras la petición de Nart y Luis Garicano, 24 de los 31 presentes cerraron filas con la línea oficialista). Ni las presiones externas ni las internas producirán movimientos en la formación naranja. Dirigentes de peso aseguran que la abstención no estuvo encima de la mesa. “Teníamos claro cuál era el proyecto de Sánchez y, sobre todo, que era y es incompatible con el nuestro”, insisten mientras recuerdan la campaña de las generales, basada en el veto al socialista y que llevó a la formación a los mejores resultados de su historia.

No solo las peticiones de empresarios, medios de comunicación y del propio Gobierno, apelando a la responsabilidad de Ciudadanos y también de PP. También está presente el argumentario de Pablo Iglesias —a todas luces, el socio preferente de Sánchez— que, sin embargo, continúa exigiendo al candidato designado por el Rey que “elija” cuanto antes. El partido naranja recibe con sorna el titular. “No hay nada que elegir. Sánchez nunca se ha visto en esa tesitura porque desde la noche del 28 de abril lo tenía decidido”, afirman, recordando los gritos de los militantes en la calle Ferraz. “Con Rivera, no”, repetían con firmeza ante las atentas miradas de Sánchez, Carmen Calvo y Adriana Lastra, que asentían.

Por si las rotundas afirmaciones de estas semanas fueran insuficientes, Rivera declinó una nueva reunión con el presidente en funciones hace días, insistiendo en que la postura de los naranjas era de sobra conocida. Se sacudió los reproches ante la sorpresa de que un líder político no acudiera a la Moncloa por muchas discrepancias que existan. Lo que había detrás era, en realidad, una nueva ratificación de su posición: el ‘no es no’ más obvio posible.

En la cúpula aseguran que nunca se contempló la opción de abrir esa negociación, ni siquiera ante la aritmética que dejaron las urnas: el acuerdo de PSOE y Ciudadanos no requería un tercer actor. Por la derecha (los naranjas junto a PP y Vox) los números no daban, como tampoco por la izquierda. En estos momentos, de hecho, el socialista sigue sin tener amarrados los apoyos, y la abstención de EH Bildu o ERC continúa siendo necesaria. En el núcleo cercano a Rivera no, pero en el partido naranja está claro que sí hubo quien pensó en un posible acuerdo tras el 28-A. El debate llevaba semanas latente, buscando un hueco por el que salir, pero no fue hasta el lunes cuando se forzó una votación inesperada e incómoda a partes iguales, según a quién se preguntara.

En este partido se debate y se discrepa”, sacaban pecho algunos pesos pesados. El lunes, tras las dimisiones y la cascada de sorpresas, todo eran palabras de reconstrucción. “Las decisiones que se tomen son legítimas, pero las decisiones de la ejecutiva aprobadas por mayoría se deben acatar”, resumían los mismos dirigentes.

El martes, el tono del discurso ya era otro. Tocaba empezar a remar y cortar de raíz la crisis que todos los medios reflejaban. La más dura fue probablemente la portavoz parlamentaria. Inés Arrimadas definió así lo que ocurrió el lunes: “El señor Igea y otras tres personas de una ejecutiva de más de 30 personas quieren hacer presidente a Pedro Sánchez. Es respetable, pero nosotros no vamos a cambiar como han hecho esas cuatro personas que votaron no al sanchismo y sí a España, y ahora prefieren hacer otra cosa”.

La petición de Garicano y Nart, según explicaron desde el propio partido, iba encaminada a “revisar la estrategia en relación con la investidura y abrir una vía de negociación con Sánchez”. Pero la portavoz, como el secretario general, José Manuel Villegas, esa misma mañana, dejó a un lado los matices y dio un paso más allá.

La marcha de Roldán y las réplicas

El hasta ahora portavoz económico de Ciudadanos se marchó del partido asegurando que la formación había cambiado, que sus principios se habían desvirtuado y que, de alguna manera, no era el contrato que firmó al unirse en 2015. El viernes saltó la noticia de que sopesaba dejar las filas naranjas en algunos diarios. Según explican distintos dirigentes y compañeros de partido, él lo negó por completo. El rumor desapareció del imaginario colectivo. Hasta el lunes. El arranque de la semana para muchos fue impactante con un mensaje del diputado, comunicando que lo dejaba y que no acudiría a la ejecutiva.

Su rueda de prensa transcurrió durante la cumbre de dirigentes en la que estaban Garicano, Igea y el resto de ‘críticos’ que respaldaban su postura. La comparecencia, trabajada y cuidando muchos detalles, no dejó indiferente a nadie. Se notaba que llevaba tiempo pensando en ello. A última hora de la mañana, el comité ejecutivo votaba sobre una de las ideas que lanzó Roldán, y Javier Nart dimitía de la ejecutiva al no contar apenas con apoyo.

No hubo más réplicas del seísmo interno. Solo la del candidato asturiano, el independiente Juan Vázquez. Igea, el candidato a la Junta de Castilla y León, convocó en la mañana del martes una rueda de prensa «para valorar la situación política». Su llamada a los medios generó dudas. Al final, defendió la abstención nuevamente pero aseguró que continuaría en el partido y que Ciudadanos «valía la pena». Al menos por ahora, en la cúpula naranja creen contenido el terremoto del lunes. Eso sí, pocos se atreven a afirmar con seguridad que no habrá más contestaciones.

 
 

FUENTE: ELCONFIDENCIAL