Albert Rivera no quiere que a Ciudadanos lo empuje fuera del mapa político español un golpe de aire. Este viernes, en Toledo, el presidente de Ciudadanos y su Ejecutiva resistían como podían contra el fuerte viento que helaba los huesos, no dejaba un pelo en su sitio y obligaba a dar saltos para entrar en calor, pese a ser un acto en directo. Rivera ha reunido dos días en Toledo a su equipo para empezar a preparar las citas electorales de 2019. Muchas aristas que abordar, entre ellas, una de las más importantes, su tensa convivencia con el PP, ahora en el odio más que en el amor. «No hemos venido a la política a hacer amigos, sino a arreglar España», sentencia el líder liberal.

Mariano Rajoy no habló con Albert Rivera para abordar el recurso al Tribunal Constitucional con el que impedir la investidura de Carles Puigdemont, pero sí con Pedro Sánchez, secretario general del PSOE. El Ejecutivo pidió, como es preceptivo, un informe al Consejo de Estado, que truncó la opinión del Gobierno, al no ver «fundamentos jurídicos» para adoptar esta decisión. Rivera ha tratado de mantener el rol que quiere exhibir de hombre de Estado, pero se ha desmarcado del error del Gobierno, en una clara evidencia de la mala relación entre ambas partes a día de hoy.

«La decisión le corresponde al Gobierno. Es el único que tiene la obligación de impugnar un acto de esta naturaleza [la investidura de Puigdemont]. Algunos, por los nervios, por la situación interna que viven pueden cometer errores por pensar más en su partido que en España», ha sido el dardo de Rivera, consciente de la preocupación y tensión que hay en el PP tras los resultados de Cataluña y el temor a que el impuso de Ciudadanos puede arrebatarles espacios en las próximas elecciones.

Crítica, pero ya en modo electoral, Rivera quiere mantener ese discurso de partido de Estado que cree que le ha proporcionado los buenos resultados. «A pesar de los errores del Gobierno, de su mala gestión el 1-O, hemos sido leales y lo seguiremos siendo. Si el Gobierno cree que ésa es la fórmula adecuada [el recurso al TC pese al informe desfavorable del Consejo de Estado], lo apoyaremos. Si a pesar del revés siguen adelante, lo apoyaremos, porque lo importante es impedir la investidura». Pero ha matizado: «Y si el Gobierno se equivoca tendrá que dar explicaciones».

Así, Rivera ha querido mostrar una distancia con el Gobierno y con Rajoy. Sí, Cs quiere seguir siendo un partido de Estado. Pero no está dispuesto a compartir cuota de responsabilidad en los errores. «Si los escritos se equivocan o se han hecho mal, hay que preguntar al Gobierno. El PP no ha consultado nada. Este revés del Consejo de Estado se lo ha llevado él solo porque no ha consultado con nadie. Pregunten a la vicepresidenta cómo han hecho el escrito y cómo lo han formulado».

Rivera ataca a Rajoy por la corrupción

El distanciamiento entre el PP y Ciudadanos vive un capítulo de espacial tensión con un nuevo caso de imputación de un cargo popular, en este caso de la senadora Pilar Barreiro, imputada por el caso Púnica. Los naranjas han congelado la negociación de los Presupuestos, pese a tener un preacuerdo con el PP, hasta que la aparten. Han llegado al punto de cancelar una reunión con Cristóbal Montoro, ministro de Hacienda, para cerrar el pacto para las cuentas públicas.

«Hemos sabido que el PP extorsionaba a los empresarios, que se ha financiado a través del delito, a través de los españoles mediante los Presupuestos», ha sido el duro ataque de Rivera, en referencia a lo conocido en el caso de la Gürtel relativo a la rama valenciana. Para Ciudadanos, los Presupuestos «están paralizados por la corrupción del PP, por sus corruptos e imputados. Prima más el interés del partido que el de España».

Ciudadanos está inmerso en una estrategia de ligar a Rajoy con la corrupción de su partido de manera directa. Su mensaje político persigue que la sociedad vincule ambos conceptos. El discurso de Rivera en Toledo es un ejemplo de ello: «Los imputados del PP no pueden ser el freno de la recuperación de las familias, que encima de que tienen que aguantar la corrupción, ven que las reformas no llegan por estos imputados. España no se merece un presidente que no cumpla su palabra y que tapa la corrupción debajo de la alfombra».

 

 

 

 

 

 

 

FUENTE: ELMUNDO