No es un oligopolio en el sentido estricto del término. Pero hay pocas dudas de que el mercado de productos sanitarios relacionados con el Covid-19 es un enorme negocio —597.000 millones de dólares— en el que tres jugadores, China, EEUU y Alemania, siempre ganan.

Otros países, igualmente, se benefician de fuertes aranceles a productos esenciales. Y para demostrarlo, ahí está el arancel medio aplicado al jabón de manos, un 17%, mientras que los impuestos sobre el comercio de mascarillas pueden alcanzar el 55%. Como recuerda la Organización Mundial de Comercio (OMC), los suministros de protección utilizados en la lucha contra el Covid-19 suponen un arancel medio de 11,5%, pero llegan hasta el 27% en algunos países, cuando la media de los productos médicos es del 5%.

La OMC acaba de publicar el primer informe global sobre la industria sanitaria relacionada con el Covid-19, y su principal conclusión es que es un negocio de muy pocos, lo que hace que la mayoría de los países dependan de las importaciones para enfrentarse a la pandemia, y que ha derivado, como es obvio, en un mercado muy competitivo en el que quien paga más se lleva el gato al agua.

En esa lista de equipamiento necesario para luchar contra el virus, se incluyen aparatos de tomografía computarizada, desinfectantes y productos de esterilización, mascarillas, guantes, jabón de manos o gafas protectoras y viseras, además de termómetros o ventiladores. No se incluye, por lo tanto, el comercio de medicamentos de uso ajeno al Covid-19, y que movió el año pasado 998.000 millones de dólares.

Un negocio a tres

¿Y quiénes son los jugadores? Alemania, EEUU y Suiza suministran el 35% de los productos médicos, mientras que China, Alemania y EEUU exportan el 40% de los productos necesarios para la protección del personal sanitario.

Frente a lo que suele creerse, China apenas supone el 5% de las exportaciones de productos médicos, muy por debajo de su peso en el comercio mundial, si bien su influencia en la producción de principios activos es determinante. Nada menos que el 70-80% de los API que se utilizan en Europa procede de China. O el 80-90% en el caso de EEUU.

Exportaciones de material sanitario.

¿Y por qué todo mira hacia el gigante asiático cuando su peso en la industria del medicamento es tan poco relevante, salvo en el caso de los principios activos? Pues ni más ni menos porque la fábrica del mundo se ha especializado en la fabricación de productos de menor precio y de bajo valor añadido, y cuya elaboración supone un enorme coste medioambiental que las economías avanzadas no están dispuestas a asumir en el marco de su lucha contra el cambio climático. Exactamente igual que sucede con la fabricación de principios activos, cuya producción es muy contaminante.

Esto explica que del conjunto de las exportaciones de China de productos médicos, nada menos que el 49% tenga que ver con bienes de protección personal, ya sean mascarillas, desinfectantes o gafas, que hoy necesitan todos los hospitales del planeta, y cuyos gobiernos están obligados a pagar a precio de oro productos de intensidad tecnológica baja o muy baja.

Una información publicada por ‘The New York Times’ ha estimado que China estaría produciendo en estos momentos alrededor de 116 millones de mascarillas diarias, lo que supone 12 veces más que antes de la pandemia. Ahora bien, las autoridades chinas han reconocido que, en enero y febrero, al principio de la pandemia, la exportación de EPI (equipos de protección individual) cayeron un 15% respecto del mismo periodo de 2020. Es decir, en línea con el 17% que se hundieron las exportaciones totales. No está demostrado que se produjera un corte en el suministro al planeta en vista de que el Covid-19 era ya una dolorosa realidad.

Una enorme concentración

¿Cuánto representa el peso de las exportaciones de China respecto del conjunto de material destinado a protección individual en el conjunto del planeta? Pues ni más ni menos que un 17%, por encima del 12,7% de Alemania y del 10,2% de EEUU. Ya muy lejos se sitúan Japón (4,8%), Francia (4,5%) e Italia (3,8%). España, según la clasificación del organismo que regula el comercio mundial, no aparece, mientras que sí lo hacen países de menor tamaño económico, como Bélgica y Polonia.

No se trata de un mercado pequeño. Al contrario. El mercado de los productos de primera necesidad para la salud pública movió 135.000 millones de dólares cada año, entre 2017 y 2019. Y el 40% de ese mercado se lo reparten China, Alemania y EEUU.

Si se desciende al detalle, como revela el informe de la OMC, los resultados son esclarecedores y ponen de manifiesto una enorme concentración. Se ha impuesto la división internacional del trabajo también en productos de primera necesidad.

Importaciones de material sanitario.

Resulta que, según la OMC, el 25% de las mascarillas que compra el planeta llega de China. Y el 50%, si se suman Alemania y EEUU. Pero es que, en el caso de los respiradores y ventiladores, la cuota de mercado mundial de un país como Singapur (menos de seis millones de habitantes) es de nada menos que el 18%, seguido de EEUU (16%) y China (10%).

Una investigación del Instituto Petersen, uno de los principales ‘think tanks’ del mundo, ha estimado que en 2018 China proporcionó el 43% de las importaciones mundiales de protectores faciales y prendas de protección para el cuerpo, además de guantes y gafas.

Y si se extiende al consumo general de productos médicos, el resultado es todavía más elocuente. EEUU, que históricamente ha sido un gran proveedor mundial, ya supone el 19% de las importaciones mundiales, más del doble que Alemania (9%). China, por su parte, apenas representa el 6% de las compras del exterior, pese a su enorme peso en la economía global.

Cargamento de material sanitario llegando a España. (EFE)

En el caso de EEUU, el porcentaje es todavía mayor si se agregan las importaciones que se hacen desde Irlanda por razones fiscales, muy superiores al peso de ese país en la economía global. Alemania, por su parte, utiliza a Holanda como su socio prioritario en la industria de productos médicos para beneficiarse de su privilegiada estrategia fiscal.

La dependencia de China en productos médicos explica que en EEUU se esté debatiendo resucitar, bajo el impulso político de su secretario de Comercio, Peter Navarro, la Buy American Act, una ley de 1933, aprobada durante la Depresión, para favorecer la industria nacional, lo que choca directamente con las reglas de libre comercio que defiende la OMC.

 

 

FUENTE: ELCONFIDENCIAL