(Análisis de una posibilidad endiablada por José Juan Cano Vera).

Con una diferencia de veinticuatro horas he leido en dos medios de prensa de papel, uno español y el otro inglés, un afilado comentario que termina con unas reflexiones endemoniadas condensadas en este párrafo: «Los radicales estaban tan cerca del cogote del rey Felipe, que si no le tiraron huevos fue porque no les dio la real gana. «Pienso que no tenian huevos y negando la mayor, el eslogan de la manifestación unitaria, estaban cagados de miedo o no tocaba ese sábado traicionero que fue una bofetada a la dignidad catalana».

No oculté mi temor cuando supe que habían decidido llevar al monarca a una encerrona preparada al milímetro. Y en los diez minutos cuando izaban satisfechos y retadores las banderas sediciosas, desertoras, los cobardes. Hoy, ahora, relajado, conociendo el percal del mundo político global en donde anidan asesinos, genocidas, pistoleros, etarras, yihadistas de Alá y locos de atar, me entra la sospecha de que la encerrona del sábado pudiera haber terminado en un golpe de estado si hubiera sido asesinado Felipe VI. O el presidente del Gobierno. Incluso el peluquero de Puigdemont. El riesgo fue máximo, peligroso y envenenado exponiendole ante una masa dirigida de extras en una película de terror y zozobrar. No me digan que no, que si.

Lo prudente hubiera sido que Rajoy y el presidente de la Generalidad, ante la evidencia del peligro hubieran pactado la ausencia real en aquel polvorín, mezcla de rencor y fanatismo como quedó demostrado. No se, pero me dan miedo estos gentuzos, que exigen organizar su propio ejército si alcanzan la independencia y con un gobierno catalán de extrema izquierda y corrompidos. Meditemos. Da que pensar. 

No se oculte la realidad, la situación es de extrema gravedad y ante los desafios de los conspiradores, se puede llegar a un a crisis irreversible porque así mismo los medicamentos recetados por Rajoy no pasan de simples aspirinas cuando tenemos un cáncer en el ano de Europa. Los acontecimientos se irán precipitando, con la ayuda de los partidos subvencionados desde el exterior y por organizaciones paralelas cada una montando su número. Unas huelgas salvajes, intoxicación abrasiva de medios, paralización del Parlamento dedicado a disfrutar de vacaciones pagadas, y así sucesivamente.

Ante esta crisis, más grave que el 23 F de Tejero y tres generales, este país necesita que el pueblo dé la cara en las calles, que el Estado sea fortalecido para que el Estado de Derecho sea un realidad despolitizada y ponga en su lugar a los partidos que nos hunden o quieren entregar a los españoles al otro sistema medieval y leninista, y finalmente que el pueblo confie en un Gobierno eficaz, con autoridad nacida de las urnas y que este Gobierno esté presidido por un español con talla de estadista.

Es verdad que la alternativa a Rajoy no está clara, pero si Pedro Sánchez, cada día más lúcido, Albert Rivera con categoria política y otro líder del partido popular, serían suficiente para restablecer una Democracia que ha naufragado digan lo que digan sus benefactores del pesebre común, pero con alguna posibilidad de esperanza de última hora. Lo primero, el primer paso, poner en marcha el artículo 155 y a continuación gobernar con seriedad y pragmatismo porque los problemas sociales se acumulan, y los económicos no terminan de resolverse. Tal como lo pienso, sin pelos en la lengua, de un viejo romántico que cree que podemos rejuvenecer a nuestras libertades si hay capacidades, que quiero ver en marcha.

J.J. CANO VERA