Las dos fuerzas progresistas en el Congreso caminan firmes hacia una reconciliación con el objetivo común de plantar cara al Ejecutivo, aunque no se materialice por ahora vía moción de censura
Las dos principales fuerzas progresistas en el Congreso de los Diputados avanzan firmes hacia una reconciliación con el objetivo común de plantar cara al Gobierno de Mariano Rajoy. El nuevo PSOE y Unidos Podemos eligieron la moción de censura para mostrar en público, sobre todo a sus respectivos electorados, un acercamiento con el que pretenden dejar atrás la enconada enemistad que los enfrenta desde el fracaso de las negociaciones de investidura de Pedro Sánchez hace ya más de un año. La desconfianza no es menor, y por ello desde Podemos propusieron utilizar el verano para limar asperezas y poder iniciar la siguiente sesión parlamentaria, en septiembre, con la relación en plena forma para tumbar juntos al Gobierno del PP. Desde el PSOE buscarán construir esa mayoría alternativa, pero sin fijar en el horizonte, a medio plazo, ninguna tentación de repetir una moción de censura cuyo éxito no creen posible por ahora.
El debate parlamentario entre Pablo Iglesias y el portavoz provisional de los socialistas, José Luis Ábalos, fue suave, cercano, mirando al futuro y tratando de olvidar las traiciones del pasado. Ambos apostaron por construir puentes y derribar el muro en el que se habían dedicado diariamente a colocar nuevos ladrillos durante los últimos meses. Iglesias pidió perdón por los errores del pasado, desterró de su vocabulario la ‘triple alianza’, y volvió a tender la mano al PSOE. Ábalos, como portavoz interino —y próximo secretario de Organización federal—, recogió el guante y regaló a los oídos de Iglesias que “Ciudadanos puede compartir el mismo modelo económico y social que el PP”. Aceptaba así la única condición que, al menos de momento, exigía el líder de Podemos para “construir” juntos: hacerlo sin terceros, es decir, sin las interferencias de la formación liberal. Pero eso no quitaba para que, a la vez, Ábalos reivindicase el pacto suscrito hace más de un año entre su jefe y Albert Rivera.
Iglesias ha adoptado un nuevo perfil que busca mantener el resto de la legislatura: se ‘errejonizará’ y asumirá un papel más «sereno, pactista»
El cambio de guión de la hasta ahora muy complicada relación de PSOE y Podemos marca un punto de inflexión en la legislatura del Gobierno en minoría de los populares. Para ello, todos han cambiado. Iglesias, por su parte, ha adoptado un nuevo perfil que busca mantener el resto de la legislatura. Se trata de la ‘operación nuevo Pablo Iglesias’, en la que el líder de Podemos se ‘errejonizará’, asumiendo un papel más sereno, propositivo, despojado de la ‘cal viva’ y, en definitiva, más pactista y posibilista. No en vano, fuentes del grupo parlamentario reconocían haber salido de la moción de censura “con un nuevo Pablo Iglesias”, insistiendo en su carácter presidencialista y en su “imagen más cercana”.
«Muy propositivo»
El mensaje “claro” que recibe el PSOE tras la moción de censura a Rajoy, según defienden estas mismas fuentes, es que “los síes [82] y las abstenciones [97] han sumado más [179] que los votos en contra [170]. Esto demuestra que si hay voluntad política de crear una mayoría alternativa, si el PSOE quisiera, hay números, y se podría cambiar el Gobierno del PP”. Por su parte, como indicó Pablo Iglesias a la salida del pleno, están dispuestos a echar a los populares de las instituciones antes de Navidad. “Pablo ha sido muy propositivo con la réplica para dejar claro que si quieren venir al lado de la oposición y dejar de apoyar al Gobierno del PP, hay una disposición real y voluntad de llegar a un acuerdo”, remachan.
Podemos, por su parte, también ha descifrado los mensajes que habrían recibido de los socialistas, reconociendo “un cambio en la forma en que el PSOE se dirige» a ellos, «un cambio respecto a la primera etapa de Sánchez y a la etapa de la gestora”, en la que Javier Fernández trataba a Iglesias con cajas destempladas y sin disimular su enfrentamiento con él. Desde su punto de vista, valoran que “están introduciendo elementos en su discurso para que se parezca» al de la formación emergente, «y para que pueda producirse un acercamiento”. Lo más “relevante” en el PSOE, según entienden, es que «busca un acercamiento después de que en los últimos días Podemos le emplazara a reconocer que no puede haber un Gobierno alternativo al PP donde esté C’s».
Ábalos reconoce que con su intervención había buscado «tender puentes, que estaban muy rotos, entre la izquierda» pero no habla de nueva censura
El PSOE enfría las prisas de la formación morada y delimita su campo de actuación. El propio Ábalos reconoció que con su intervención había buscado «tender puentes, que estaban muy rotos, entre la izquierda», y que la «pluralidad evidente» del mapa político español obliga a llegar a acuerdos para sacar adelante «políticas de cambio», pues «no hay capacidad para imponerse unos sobre otros», porque los viejos tiempos del bipartidismo y de una fuerza como el PSOE con varios cuerpos de ventaja sobre otra fuerza progresista minoritaria han pasado a mejor vida.
Durante el debate, el portavoz sostuvo que los socialistas están «dispuestos a construir mayorías alternativas» en el Congreso para «desmontar las políticas injustas del PP y para sacar adelante las reformas justas que reclama la sociedad española». En ese sentido, Podemos «encontrará siempre» al PSOE. Y en ese sentido, los socialistas «recogen el guante». Pero el portavoz ni se refirió a futuras mociones de censura ni por supuesto se marcó fechas ni plazos. Ese objetivo no está en la agenda de Sánchez por ahora, que tiene por delante enfrentar el 39º Congreso Federal de este fin de semana, culminar la renovación interna en los congresos regionales, provinciales y locales, serenar las aguas internas y consolidar la recuperación que apuntan las encuestas. Esas y no otras son las tareas inmediatas de la nueva dirección.
Desde el equipo del secretario general insistían en que lo más importante de este debate era que suponía un «cambio de clima» en las relaciones entre los dos partidos. El cierre del tiempo de las hostilidades, de los ataques de ida y vuelta que coparon las negociaciones para formar Gobierno y, con mayor acritud aún, bajo el mando de la gestora. Pero ese mejor ambiente no tendría por qué tener una «traducción inmediata y práctica».
Hacen falta 176 votos
Sánchez, antes y después de reconquistar el liderazgo del PSOE, ha venido asegurando que no se puede «descartar» el recurso a la moción de censura. Pero desde su equipo recordaban este miércoles, finiquitado el pleno, que las posibilidades de que se acuda a ese instrumento parlamentario son hoy por hoy mínimas. Podemos y Ciudadanos se volvieron a declarar radicalmente incompatibles y el secretario general no está por ahora dispuesto a tejer alianzas con formaciones independentistas, cuyo concurso sería necesario para desalojar al PP, y menos en un contexto de tensión creciente con Cataluña y a las puertas, tal vez, de unas nuevas elecciones autonómicas.
Para Podemos, lo más significativo es que el PSOE busca un acercamiento después de que Iglesias urgiera a buscar una mayoría en la que no esté C’s
Fuentes próximas al líder sostienen que «no hay números» para tumbar al PP, y por tanto no se puede «alimentar» la esperanza de que será posible hacerlo, y más en un plazo breve. Remarcaban, de hecho, que para que una censura al Gobierno prospere hacen falta 176 votos, mayoría absoluta del Congreso, mucho más que la mayoría simple en segunda votación —o sea, más síes que noes— que requiere la investidura.
De modo que la reconstrucción de los puentes entre las izquierdas se plantea como una tarea más «de futuro» para el PSOE, más con la vista puesta en la próxima legislatura que en esta, con el objetivo de que después de las siguientes elecciones sea más fácil la colaboración entre ambos partidos, y también como un guiño a los electores, para que entiendan que ya se acabó la «pelea de gallos». No es baladí que, en esta línea, el líder se haya declarado «muy próximo a los votantes de Podemos», un modo de cortejarlos y de perseguir que vuelvan a la casa de la que se marcharon en las últimas convocatorias.
La munición que dará el Congreso
Además, la primera tarea será limar la «desconfianza» latente. Porque los socialistas no olvidan que Iglesias frustró hace un año la investidura de Sánchez y su objetivo, creen, sigue siendo el sorpaso. Como explicaban distintas fuentes a este diario, la prevención es máxima porque Podemos no es visto aún como un socio estable, «de fiar». «Es como el escorpión y la rana. Está en su naturaleza atacarnos. No podemos ir de la mano a ningún sitio con ellos», apuntaba una diputada de lealtad indiscutible al secretario general, que sin embargo sí cree que es preciso que no se atisbe en ningún momento ningún gesto de «subordinación» hacia los morados porque el PSOE ha de lucir su «liderazgo en la izquierda». «Confianza, la justa con ellos. Pablo se ha visto a rectificar porque él había previsto una victoria en las primarias de Susana, no de Pedro», manifiesta otro dirigente que entrará con seguridad en su nueva ejecutiva. Ese recelo es aún mayor entre los partidarios de Susana Díaz, que durante la campaña apostó por intentar captar a los electores de centro confrontando radicalmente con la formación morada.
En el PSOE siguen encendidas las alarmas porque siguen percibiendo a Podemos como una formación no fiable. Y no será el único aliado al que mire
Los socialistas no tienen en mente, de forma inmediata, la posibilidad de presentar una nueva moción de censura. «Nadie la ve ahora mismo», apuntalaban desde el círculo del líder. Como aseguraban fuentes próximas a Ábalos, «hay otras muchas formas de erosionar al Gobierno», como a través de las comisiones de investigación abiertas en el Congreso —en especial, la de la supuesta financiación ilegal de los populares—, que proporcionarán «entretenimiento» y munición contra el PP en los próximos meses, por no hablar de los siguientes capítulos judiciales. «Que Rajoy se vaya desgastando solo», es la consigna, lo que no quita para que el PSOE intente ir articulando mayorías alternativas.
Pero esa suma no la hará solo con Podemos. Los socialistas en absoluto desechan el entendimiento con otros grupos, y singularmente con Ciudadanos, para sacar adelante sus propuestas. Son conscientes de que el objetivo de acabar desbancando al PP necesita de varias manos, y no cierran la puerta a ese matrimonio que se ha probado imposible por los vetos cruzados, el del PSOE con los dos partidos emergentes detrás de un programa común de regeneración y reformas.
Puentes hacia fuera y hacia dentro
La moción de censura sirvió al PSOE para ir cerrando heridas también hacia dentro. Los parlamentarios socialistas, hasta los más cercanos a Susana Díaz (que por otra parte son la mayoría), aplaudieron la intervención de José Luis Ábalos, que encontró el punto de equilibrio a la hora de explicar la posición del partido, mostró la cara de un PSOE «reconocible»en el que todos se sintieran cómodos, y defendió a sus compañeros de los ataques de Pablo Iglesias, que prácticamente había trazado una divisoria entre socialistas buenos y malos. El portavoz provisional sacó la cara por todos ellos y pidió al jefe de Podemos que no «ofenda» a ningún socialista.
Ábalos cosechó los aplausos de su grupo y la simpatía de los que se sienten lejos de Pedro Sánchez. También cuando el portavoz reconoció que «a veces, abstenerse tampoco es tan grave». Iba por Podemos, pero algunos de los suyos lo leyeron en clave interna, como un implícito reconocimiento de que había que hacer borrón y cuenta nueva de la abstención a Mariano Rajoy.
«Lo ha hecho no bien, genial», «lo ha toreado fenomenal, hacia fuera y hacia dentro», comentaban varios diputados a la salida. Ábalos incluso pudo escuchar el comentario de algunos de sus compañeros de que quiza haber hecho buena faena puede venirle mal para su gran objetivo: convertirse en el próximo secretario de Organización. Es decir, que Sánchez podía pensarse el reparto de cargos al ver la buena obra de Ábalos este jueves. Pero los planes en principio se mantienen, aunque el cierre del núcleo duro y la asignación de la portavocía parlamentaria (que recaerá probablemente en la asturiana Adriana Lastra) se zanjará previsiblemente este viernes antes de la apertura formal del 39º Congreso Federal.