Reza la canción de Bambino:

Procuro olvidarte
Siguiendo la ruta
De un pájaro herido
Procuro alejarme

Es lo que canturreaban ayer los ministros y dirigentes de la etapa Aznar al ver a Bárcenas. Grandes amigachos de Rajoy, gentes de bien que daban lecciones de moralidad desde hacía décadas. Arenas fue con Rajoy a reunirse con Bárcenas, y no a pactar que Rosalía quedara fuera de toda condena y el extesorero se quedara con la pasta de todos, no, a eso no.

Era una cuestión de humanidad, por eso le mantuvieron un despacho, secretaria, cochazo y 23.000 euros al mes durante dos años más. Todo en diferido, como balbucearía Cospedal, esa mujer achicharrada por el humo de Don Mariano.

No pactaron que todos iban a echarle la culpa a Lapuerta ni que Bárcenas iba a negar todo lo que había afirmado anteriormente; que sus cuentas eran las de todos donde se reflejaba con iniciales los cobros de los próceres de la ética, digamos supuestamente. Tampoco pactaron que no se podía nombrar a los constructores, esa especie protegida, no fueran a liarla y bramaran todo lo que saben de todos.

Albert Rivera estará contento con su obra, su pacto está flotando en las alcantarillas de Moncloa, sus páginas las usa Don Mariano cuando lee lo que realmente importa, el Marca.

Rivera se ajustará esta mañana su corbata, para ir guapo, no vaya a ser que la palanca del gatopardismo se sienta incómodo. Fruncirá el ceño, como el otro, están muy indignados, vinieron a cambiarlo todo. A ver qué excusas se inventan para no ponerse de acuerdo cuando tienen un 70% del programa calcado uno de otros.

Todos cuentan votos, todos los días, mientras Mariano cuenta los haros de humo que lanza con el canuto que ha hecho con el pacto de los pagafantas.

‹Procuro olvidarte›, canta feliz Plasmatrón

 ‹siguiendo la ruta de un pájaro herido›.  «¡Ahí va! ¡Como al ave carroñera de mi partido!» piensa Don Mariano

‹Procuro alejarme› susurra el Ovni de Pontevedra mientras ve como la firma suya y de Rivera se empapa y se la lleva el sumidero.

‹Lolorolo loló Procuro olvidarte, ya tal›

FUENTE: DANIEL BELLACO, DIGITAL SEVILLA.