Desde esta redacción no escatimamos elogios, precisamente, hacia toda la corporación del Ayto. de Mazarrón y su “Equipo de Gobierno” al destacar la inmensa labor que han llevado a cabo para poder minimizar o contener en lo posible la pandemia de coronavirus Covid-19, incluso teniendo que tomar decisiones durísimas tras los rebrotes que han sido “criticadas por algunos sectores de la población y políticos regionales”. Dirigentes públicos, que actualmente sí toman decisiones similares en clave política donde creen conveniente abordarlas al tener de nuevo las competencias sanitarias, cuando antes cuestionaban un día sí y el otro también cualquier resolución que tomará el Gobierno de España y ahora, en este caso, como mando único, están tomando determinaciones que probablemente pudieran ser perfectamente igual de criticables, pero sin embargo guardan silencio.

Presidente, “quién te ha visto y quién te ve”. Esto también es una cura de humildad para el gobierno autonómico que está viendo que lo que recetaba no es tan sencillo a veces de ejecutar cuando uno tiene la responsabilidad. El cumplimiento de las obligaciones tiene que ejercerse con altura de miras y compromiso, ser valiente y no mirar el coste o el desgaste que suponga en términos políticos, sino hacer siempre lo mejor para los ciudadanos. El Regidor, Gaspar Miras, siempre mostró su respeto, solidaridad y respaldo al Gobierno del otro Miras(FER) ante el modo de combatir la dramática situación de una forma honesta e irreprochable, afrontando decisiones más que cuestionables y en las que, desgraciadamente hubo que sufrir la pérdida de vidas humanas. Pero aún así, el furrier de C-Corredera, no entiende que “es tiempo de higos y no de brevas.”

 

 

Desde ese manoseado respeto, siempre hay margen para la crítica desde los partidos y sus mensajes ajenos, para decir que algo se pudiera haber hecho mejor o antes, siempre en cualquier Administración, todas tienen nuestro respeto y solidaridad porque creo que la envergadura de la gestión de esta crisis merece, desde luego, el que así lo tengamos en cuenta a la hora de valorar lo que se ha hecho y obviemos a los “supervisores fácticos”. Los cargos políticos prometen o juran cumplir sus obligaciones por su honor y por su conciencia. Dar cuentas ante la ciudadanía es lo propio en una sociedad democrática, en la que se supone debería gobernar el pueblo. Pero siempre queda abierta la pregunta “¿quién controla al controlador?”

A partir de ahí, consideramos que todos han de limitarse en su justa medida, tanto el Gobierno de España como el autonómico, en su toma decisiones, además de cada Ayuntamiento respecto a cómo se está ejecutando y se ha ejecutado cada competencia. Tengamos confianza en que no haya que regresar a la situación vivida anteriormente, donde se requirió el mando único del Estado, y que cada uno de los territorios, en este caso, está siendo capaz de contener y atacar de manera rápida y prudente cualquier rebrote, tomando las decisiones en clave más local, aislando a una población y a unos ciudadanos cuando se produzcan situaciones concretas. No hay que mirar atrás ni hacer de esto una cuestión política, porque creemos que sería una terrible equivocación. El mismo nivel de unidad y el mismo nivel de coordinación que todos pedíamos cuando estábamos en el estado de alarma y con el mando único del Estado, es el mismo que necesitamos ahora tener cuando ese mando único es del Gobierno Regional. Sabe que puede contar con la totalidad de la corporación, funcionarios y dirigentes de la localidad costera con la máxima lealtad y capacidad de coordinación, como se le ha demostrado infinidad de veces e imaginamos se está haciendo para dar toda la información, y también para recibirla, con el objetivo de poner todos unidos los medios para evitar la expansión del virus.

 

 

REDACCIÓN M.T