Curiosas las diferencias estos días en el debate político en España y en otros lugares. Mientras aquí discutimos largo y tendido sobre la titulitis de nuestros cargos públicos, los plagios, los doctorados y las tesis, en Francia la justicia ha ordenado la evaluación psquiátrica de la líder del Frente Nacional. Marine Le Pen tuiteó en el 2015 sobre las matanzas del autodenominado Estado Islámico utizando varias fotografías muy violentas, que incluían el asesinato por decapitación del periodista James Foley. Tal y como ha explicado el tribunal que lleva la causa, solicitar ese examen es un procedimiento habitual para determinar en qué condiciones decidió hacer públicos esos mensajes en las redes sociales.

La presidencia como juguete

Tras la polémica, a Le Pen ha salido a defenderla lo mejor de cada casa: en Italia, el ministro del Interior, Matteo Salvini, y en Estados Unidos, Steve Bannon, uno de los ideólogos de Donald Trump. El presidente de EEUU se sometió también, pero de manera voluntaria a un examen psicológico, algo inédito en la Casa Blanca. Lo hizo después de que varios analistas cuestionaran su estabilidad mental para dirigir el Gobierno más poderoso del mundo. El resultado del informe privado, como era de esperar, indicaba la idoneidad de Trump. Bien es cierto que el test, conocido como MOCA, dura apenas diez minutos y contiene pruebas como identificar a un camello. Quizá no habría hecho falta ese examen para deducir, como asegura su equipo más próximo, que hay que evitar que el presidente tome decisiones importantes. Como hemos visto en los libros publicados recientemente, en los círculos de poder de Washington hay bastante unanimidad en definirle como un niño cuyo juguete es la presidencia.

 
El último ejemplo lo ha revelado el ministro español de Asunto Exteriores y Cooperación. Josep Borrell ha contado que Trump propuso, de manera informal, construir un muro como el suyo para frenar a los inmigrantes africanos que tratan de llegar a Europa a través de España. ¿En el desierto del Sáhara? ¿Colocar una barrera en nada menos que una superficie de nueve millones de kilómetros cuadrados? Para alivio de muchos, me cuentan que el idóneo presidente de EEUU lo dijo en sentido figurado.

Pero llama la atención que sus propuestas ante un reto como los movimientos migratorios sean de este tipo frente a países como China, que estos días ha anunciado en el Foro de Cooperación con el continente africano una inversión de más de 60.000 millones en infraestructuras, créditos, desarrollo, etcétera. Imagino que Le Pen, como Trump, pasará el test de idoneidad. Al fin y al cabo identificar camellos no parece un reto complicado.

 
 
 
 
FUENTE: ELPERIODICO