La política española continuará en una especie de instrucción preparatoria interminable

 

Arranca un curso político marcado por todo tipo de convocatorias electorales. Unas son las ya confirmadas para el mes de mayo —autonómicas, locales y europeas—, y otras, las que planean en el calendario con distintos grados de incertidumbre, como el casi seguro adelanto electoral en Andalucía este otoño o la más dudosa convocatoria de elecciones generales en primavera. Todas esas elecciones, confirmadas o no, contribuirán a profundizar el desequilibrio entre una discusión pública saturada de política, pero raquítica de políticas.

Si el propio Gobierno no empantana el espacio de debate que ha abierto su limitada iniciativa legislativa con un anticipo de las generales, seguramente lo harán el resto de procesos electorales. En el curso político que se avecina la discusión quedará anegada por la intención de voto, las vicisitudes internas de los partidos y sus estrategias electorales. Y nada de ello acabará cuando se termine la campaña y se abran las urnas y se cuenten los votos. Porque la previsible fragmentación parlamentaria hará necesario el baile de negociaciones, acuerdos y alianzas hasta que se consigan los escaños para gobernar.

Así, la política española continuará en una especie de instrucción preparatoria interminable. Se parecerá a Ruth Whiting, el ama de casa de Penélope Mortimer que vive atrapada en el círculo doméstico de prepararse “para preparar para preparar…”. Es decir, en prepararse para nada. Los partidos políticos seguirán en un ejercicio continuo de preparación para la contienda electoral: lanzando temas para cambiar la agenda política, buscando la diferenciación con otros partidos o reforzando el liderazgo.

Mientras tanto, las políticas seguirán esperando en standby a que los partidos dejen de creer que siempre es posible hacer algo más para mejorar su posición electoral antes de embarcarse en los costes de la acción legislativa. En estas circunstancias, llegar con el debate hasta el último eslabón del proceso político, la evaluación de políticas, parece difícil. Queda demasiada política de por medio antes de que las políticas puedan finalmente darle sentido. 

 

 

FUENTE: ELPAIS