Son conscientes que la Generalitat va a estar bajo mínimos durante bastante tiempo. Así pues, los separatistas han decidido lanzarse a la conquista de ayuntamientos importantes para hacer de ellos sus cuarteles de invierno, esperando que escampe.
Pistoletazo de salida en Barcelona
Conscientes del significado político, económico e incluso simbólico de la capital catalana, es lógico que las formaciones separatistas hayan fijado como objetivo en su diana política al ayuntamiento de Barcelona. Estos días hemos conocido encuestas que daban a Esquerra una posible victoria en las municipales – y eso que su candidato Alfred Bosch es de una mediocridad rayana en lo sobrenatural – y el declive de Ada Colau. Su electorado no le perdona ese ir y venir con el independentismo, algo que Xavier Doménech ha intentado corregir a la desesperada en la sesión de investidura de Quim Torra. Los Comuns no están para demasiadas maniobras ideológicas y observan, con lógico temor, como han pasado de ser la primera fuerza votada en Cataluña en las pasadas generales a ir bajando y bajando en los sondeos. Eso es lo que pasa por querer jugar siempre a caballo ganador, se acaba perdiendo. Por otra parte, el discurso xenófobo de Torra provoca pavor en los neo comunistas, lo que ha ahuyentado del todo la posibilidad de un tripartito Esquerra/ PSC /Comuns. Torra está dejando a su paso un erial, como el caballo de Atila. Los primeros en saberlo son sus propios correligionarios, que están con la camisa que no le llega al cuerpo, especialmente tras haber recibido de los líderes europeos y los medios internacionales un severísimo varapalo.
Torra está dejando a su paso un erial, como el caballo de Atila. Los primeros en saberlo son sus propios correligionarios, que están con la camisa que no le llega al cuerpo
De ahí que la ex convergencia se haya apresurado a presentar a la ex consellera Neus Munté como su rutilante estrella de cara a los próximos comicios locales. Tras unas primarias casi clandestinas, la dirigente del PDECAT lograba imponer su candidatura con un holgado 67,73 por ciento de los votos frente a su rival Carles Agustí. Tampoco es que acudieran a votar esas mayorías apabullantes a las que nos tienen acostumbrados los separatistas cuando hacen sus cuentas, que nada tienen que envidiar a las que hiciera en su día el Gran Capitán. A las urnas neoconvergentes fueron solo un treinta y seis por ciento de los convocados -1.675, cifra nada astronómica – lo que confirma que la tontería de hacer primarias solo sirve para que vayan los cuatro de siempre y voten al candidato oficial. Pero el show debe continuar, piensan los partidos, y como sea que el pueblo pide más democracia y más transparencia, no cuesta nada organizarles espectáculos del agrado del siempre respetable público. En fin. A lo que vamos.
Munté forma parte de los dirigentes del PDECAT que nunca vieron del todo aquella estrategia suicida de Artur Mas y luego de CarlesPuigdemontconsistente en ir pasando pantallas sin saber muy bien hacia donde se iba. Abandonó el Consell Executiu – o se lo hicieron abandonar, nunca se sabe – a tiempo para no verse implicada en toda la balumba judicial que ha venido después. Proviene de la UGT, en la que ejerció de abogada laboralista, tiene eso que se llamaba antiguamente talante y parece querer heredar la línea del ex alcalde Xavier Trías, a saber, liberal en lo económico y social demócrata en lo social. Su programa en los próximos meses: calle, calle y más calle. Ahí tiene su ventana de oportunidad, porque en Barcelona estamos ayunos de tocar “chicha” política, por no hablar de que a los actuales dirigentes de Colau ni se les ve ni se les espera. Estos se limitan a pasárselo bomba con sus sueldazos y, por no ir, no van ni a sus despachos. La ciudadanía barcelonesa está harta del jajajiji de estos progres aficionados, hijos de la subvención y la revolución de boquilla. Ahí piensa Munté sacar votos que la permitan quedar por encima de Esquerra. Hay medio millón de votos separatistas en la ciudad de Barcelona que conquistar, y Trías solo obtuvo 17.000 en las pasadas elecciones, si bien es cierto que, sin el proceso, podría haber obtenido bastantes más.
Pero lo más singular es que en sus primeras declaraciones, Munté se haya mostrado ya totalmente beligerante con la posible candidatura de Manel Valls por Ciudadanos. Ahí ha sacado la ex consellera toda su bad milk, porque el auténtico peligro que temen los neo convergentes es una alcaldía barcelonesa en manos de un candidato abiertamente constitucionalista. Si sumamos a eso que la estrategia del separatismo es convertir a los entes locales en sus nuevos cuarteles de invierno, la batalla municipal se presenta interesante.
Ciudadanos y Esquerra, principales objetivos de Munté
El PDECAT está asumiendo un planteamiento que, cosas de la historia, es calcado al del PSC de las décadas de los ochenta y noventa del siglo pasado. A imitación del modelo francés, se basa en la conquista del poder municipal para, desde ahí, intentar conquistar un escalón superior. El mismo Valls es un buen ejemplo. De ahí que Barcelona, junto con Lleida y, en menor grado, Tarragona – en Girona ya gobiernan – se hayan convertido en una prioridad para el partido heredero de Jordi Pujol. Para llegar a las alcaldías precisan candidatos de perfil moderado, que no tengan implicaciones judiciales y que sean capaces de formar coaliciones de gobierno, porque la época de las mayorías absolutas hace tiempo que quedó atrás.
Con un Torra que acabará más pronto que tarde teniéndoselas que ver con la justicia, su única alternativa para mantener una cierta cuota de poder es la de los entes municipales
Saben que, teniendo fiscalizada a la administración autonómica y con un Torra que acabará más pronto que tarde teniéndoselas que ver con la justicia, su única alternativa para mantener una cierta cuota de poder es la de los entes municipales. Gobiernan ya en numerosos municipios medios y pequeños, pero les hace falta meter en su saco a los buques insignia, y saben que Ciudadanos ganó el pasado diciembre en no pocos de los feudos que ansían gobernar. Por otra parte, su deseo de mantenerse por encima de Esquerra les obliga a llevar a cabo una política agresiva, de voto útil, de apelación al sentimiento del electorado separatista conjurando el miedo a que Ciudadanos acabe por obtener alcaldías de renombre. No pudiendo atacar directamente a Esquerra – ¿con quién iban a pactar después, solamente con las CUP? – no envidio a quienes tengan que diseñarle la pre campaña a Munté. Mantener ese equilibrio va a ser más difícil que lograr que Pilar Rahola no interrumpa dando voces en un debate televisivo.
Tengo para mí que Trías, buen conocedor de Barcelona y con una extensa red de amigos en ese tejido social que conforma las ciudades y al que tan poco caso suelen hacerle los políticos al uso – él y Alberto Fernández Díazquizás sean los últimos en practicar el sano ejercicio de patearse la calle – la aconsejará en ese sentido. Si Munté quiere ganar en Barcelona deberá currárselo a pulso, máxime si tiene delante a un toro de la envergadura de Valls. De Colau no hablo, porque la demagogia de la ex actriz parece convencer cada vez más a todos los que la votaron pensando que los desahucios, la pobreza o las desigualdades iban a desaparecer en Barcelona, habiendo pasado justo lo contrario.
Lo sustancial es que, si en las próximas municipales, el separatismo en su totalidad y el PDECAT en lo concreto no logran hacerse con esas alcaldías emblemáticas, perderán mucho peso en la política catalana, muchísimo. Les va en ello su propia supervivencia, porque desde Barcelona, por ejemplo, uno puede plantarle cara al estado, a la Generalitat o al sumsum corda. Pasqual Maragall lo sabía muy bien, y acabó dando el salto de un lado de la plaza de Sant Jaume al otro. Por no hablar de que el ayuntamiento de la Ciudad Condal tiene superávit, es decir, pasta en cantidad, y la falta de fondos de la cosa estelada se va haciendo cada vez más angustiosa para ellos y sus compis yoguis. Hay presupuesto para repartir y muchos cargos, carguitos y carguetes para ofrecer, tanto en la cosa municipal como en la Diputación barcelonesa. Por eso lo de Munté, que ha pasado casi desapercibido para medios y analistas, no es ni mucho menos un tema menor.
Que está la cosa muy malita, a pesar de que la calculadora de Montoro tenga las pilas medio caducadas. No sé si me entienden.
FUENTE: VOZPOPULI