A las 23.59 del próximo lunes no podrá haber un patinete de Lime, Wind o VOI por las calles de la capital. Ese será el momento en el que venza el plazo dado por el Ayuntamiento de 72 horas. Si alguno pensaba que con la aprobación de la ordenanza de movilidad se había alcanzado la paz y se había logrado digerir el encaje de estos vehículos en la movilidad urbana de Madrid, estaba equivocado. Estas plataformas de patinetes compartidos, que empezaron a actuar antes de que el consistorio cerrase todos los flecos de la normativa, recibieron este martes una amarga cucharadita de ricino: tenían tres días laborales para retirar su flota por incumplir ciertos aspectos de la normativa.
Y es que la corporación municipal dirigida por Ahora Madrid parece decidida a poner algo de orden en este gremio con un borrón y cuenta nueva y abrir una especie de concurso público para asignar las compañías que podrán operar y dónde lo podrán hacer. Lo que se pretende es una distribución por distritos que evite una avalancha de estos servicios en las calles así como una concentración excesiva. Son 18 las empresas que han mostrado interés.
Tanto Lime, Wind y VOI, una vez subsanen los errores, también podrán presentarse. Ahora se ha abierto un proceso para que se presenten las diferentes ‘candidaturas’ y cuando se reciban todas, en un plazo de dos a cuatro semanas, se iniciará la deliberación. Un proceso que, con las Navidades de por medio, podrá demorarse fácilmente hasta finales de enero o febrero. Algo que dejaría Madrid sin patinetes compartidos durante ese tiempo. Después habrá un máximo de 10.000, repartidos escrupulosamente barrio a barrio.
Patinetes compartidos: los problemas crecen
Pero, probablemente, Madrid no sea la plaza más complicada. Ahí está el caso de Barcelona, un escenario bastante más impracticable. No tanto para los particulares como para las empresas de ‘scottersharing‘. El Ayuntamiento de la Ciudad Condal fue pionera en la regulación de los llamados VMU (vehículos de movilidad urbana). El problema es que la ordenanza mete bajo un mismo paragüas los ‘segways’, que tan de moda se pusieron para los tour turísticos, como a los aparatos de Lime o Wind. Estas restricciones se aplican por igual a todos.
Barcelona reguló de la misma forma ‘segways’ turísticos y patinetes compartidos
«Y eso a pesar de que las capacidades de unos y otros sean muy diferentes», lamenta un representante de una de estas empresas. Entre las medidas, se incluyen la obligatoriedad del casco o un guía para controlar a los usuarios. «Estas cosas hacen inviable el modelo de negocio», remata. Además estas compañías, según la ordenanza, deberán disponer de locales para aparcar estos vehículos y no pueden dejarlo en la calle. Ese fue el motivo que esgrimió la Guardia Urbana para retirar varios patinetes que Wind había desplegado el pasado verano.
Si eres un particular no lo tienes tan negro. Puedes, siempre respetando la prioridad del peatón, circular por zonas peatonales (no aceras) así como carriles bici, calles de plataforma única así como aquellas donde la velocidad esté limitada a 30 kilómetros por hora. La edad mínima es de 16 años, el casco no es una obligación y hay que tener seguro para circular por la ciudad con él.
En Madrid este seguro, en caso del usuario, no hay que tramitarlo y se pueden utilizar a partir de los 15 años. La normativa permite moverse por calles 30, ciclocalles así como carilles y sendas bici. Las aceras y las zonas peatonales están vetadas para los patinetes. En el caso del estacionamiento, la Ciudad Condal solo permite estacionarlos en los lugares dedicados, mientras que la capital es más laxa en este sentido, permitiendo el uso de los arcenes siempre que se respeten ciertos criterios.
Málaga y el pacto de «aceras despejadas»
Lime ha desembarcado en Málaga recientemente. Allí llevan en contacto con las autoridades locales, cuentan en la compañía, desde hace varios meses. Han conseguido el permiso para operar pero el problema aquí ha sido el aparcamiento. Ha sido el llamado pacto de las «aceras despejadas». Este servicio así cmo VOI (llegó a principios del mes pasado) ha tenido que encontrar una red de locales privados y colaboradores para aparcar.
Eso sí, a la hora de moverse todo es al revés. Los VMU sólo pueden hacerlo por la acera. Y a un máximo de diez kilómetros por hora. Algo que tendrá que cambiar cuando la DGT aprueba su normativa, tras conocerse la muerte de un peatón el pasado verano en Cataluña tras ser arollado por un patinete eléctrico, que pretende obligar a estos vehículos a circular por la calzada y limitar su velocidad a 25 kilómetros por hora.
La ocupación del espacio público también fue el detonante de la primera gran crisis de Lime en nuestro país. El ayuntamiento valenciano decidió requisar los vehículos de la compañía al poco de operar en la ciudad. Un capítulo que se resolvió con la promesa de la corporación de aprobar una normativa para regular la circulación así como el encaje de estos servicios. El consistorio se inclina por una concesión (al estilo San Francisco o similar al sistema por el que ahora Madrid apuesta) por delante de limitarse a gravar la actividad de las flotas compartidas.
¿Y en Europa? De la permisividad gala…
En el ámbito europeo estas empresas también encuentran varios frentes abiertos. De las principales capitales, Lisboa probablemente sea la más permisiva en cuanto a regulación. Lime entró en la ciudad de las siete colinas durante este año con más de 400 vehículos activos y el aterrizaje se recibió una calurosa bienvenida. De momento, se puede circular por aceras y carreteras. La única restricción llega a la hora de aparcar. Son considerados bajo la misma categoría que las bicicletas teniendo terminantemente prohibido estacionar en las aceras fuera de las ‘hotspots’ creados con ese fin. Puntos que se encuentran en lugares como aparcamientos públicos, entradas de metro o cerca de edificios emblemáticos.
En Francia, cuando se escuchó hablar por primera vez de los patinetes eléctricos, muchos se mostraron una actitud muy beligerante. Sin embargo, todo tornó, al menos en el caso de París, en una libertad de movimiento bastante amplia. los ‘e-troots’ -así es su nombre en francés- acabaron conquistando el corazón de la ciudad de la luz. Tan solo deben cumplir una norma: no circular por las aceras.
Alemania se sitúa en el otro extremo. Aún no cuenta con una legislación específica sobre patinetes eléctricos, skates y otras aparatos por el estilo. No obstante, el Gobierno ha anunciado que está trabajando en ello y lo más probable es que la ley se apruebe a mediados de 2019. De momento, lo único que ha salido a la luz es que se considerarán como bicicletas y se matizarán algunos aspectos en materia de velocidades y uso de casco.
… al excéntrico veto británco
En Londres los puntos rojos son los protagonistas. Empresas como Lime todavía sigue intentando instalarse en una ciudad donde más de 300.000 personas se desplazan a diario en transporte público, pero no puede hacerlo por culpa de una ley que se aprobó hace dos siglos.
La ‘1835 Highways Act’ está en el centro de la polémica. Esa es la legislación que condiciona el área metropolitana londinense en materia de circulación. Se aprobó para prohibir el paso de carruajes por las aceras y espacios públicos. Por razones difíciles de entender, los patinetes eléctricos entran dentro de la categoría de carruajes y deben cumplir de la misma forma.
Además, tampoco pueden circular por las carreteras. Para ello necesitarían tener tres ruedas, frenos, luces y estar registrados con la DVL. De momento, la única empresa que ha conseguido poner un pie en Londres ha sido Bird con un proyecto piloto que ha sido aprobado por el Departamento de Transporte para que opere de forma única y excepcional por el recinto del Olympic Park,construido en 2012 para las Olimpiadas y de titularidad privada.