«Cs ha ganado por primera vez en la historia de la democracia en las urnas en votos y escaños a los nacionalistas en Catalunya. Pero con el hundimiento del PP y PSOE y la maldita ley electoral, hoy no se puede formar gobierno constitucionalista». Así analizaba el líder de Ciutadans, Albert Rivera, el resultado de las elecciones del 21 de diciembre, que dieron a la formación naranja más de un millón de votos y 36 escaños.
No obstante, ¿perjudicó la ley electoral a Ciutadans como para tacharla de «maldita»? Analizando los datos del escrutinio electoral, la lista de Inés Arrimadas no es la más perjudicada por la actual legislación. Es más, en un escenario de circunscripción electoral única, en el que imperara la absoluta proporcionalidad de «una persona, un voto», Ciutadans obtendría un diputado menos. No obstante, el bloque independentista también se vería perjudicado, hasta el punto que no sumaría los escaños suficientes para alcanzar la mayoría absoluta.
Catalunya es la única comunidad autónoma sin ley electoral propia. Una asignatura pendiente del parlamentarismo catalán que obliga a regular las elecciones en base a una disposición transitoria del primer Estatut tras la dictadura franquista, que se limita a establecer las cuatro provincias catalanas en circunscripciones electorales y el número de escaños correspondientes para cada una.
Dentro de la actual legislación, la fuerza de la cual más electores se quedan fuera de la repartición de escaños es Junts per Catalunya. Dicho cálculo es fruto de la suma de los coeficientes de votos bajo el reparto de la fórmula d’Hondt, de las cuatro provincias, inmediatos a la obtención del último escaño. En esa línea, 80.482 votantes de C’s no están representados, frente a los 83.160 de JxCat o por debajo también de los 81.057 de ERC.
Es más, la formación que más votantes tiene sin representación en el Parlament en proporción a su resultado electoral es la CUP, que no consigue traducir en escaños un 39% de sus papeletas. Otras fuerzas que sufren una situación parecida son el PP, con el 37%, o los ‘comuns’, con un 22%.
Ciutadans únicamente sufre un infrarrepresentación superior al resto de fuerzas políticas en la provincia de Tarragona, donde, según la ley d’Hondt, poco más de poco más de 20.000 votos confiados a dicha formación no se traducen en representación parlamentaria. Un 4,6% sobre el total de personas que ejercieron su derecho a voto en dicha circunscripción.
Circunscripción única
Las quejas de Ciutadans tienen parcialmente sentido en un escenario de circunscripción única, donde impera una proporcionalidad absoluta de «una persona, un voto». Los argumentos clásicos para justificar la desproporción electoral son evitar el centralismo y discriminar positivamente con mayor peso en la gobernabilidad a aquellos territorios que de otro modo difícilmente podrían marcar la agenda política. En España únicamente se aplica en las elecciones europeas.
En un escenario de circunscripción única, la composición del Parlament sería ligeramente diferente, mejorando resultados las fuerzas con menos votos y que a su vez concentran parcialmente su electorado en la circunscripción de Barcelona. PP (5), CUP (6), Catalunya en Comú-Podem (10), y PSC (19) mejorarían resultados, mientras que C’s (35), JxCat (30) y ERC (30) bajarían.
Ello nos dejaría un Parlament en el que las fuerzas independentistas, JxCat, ERC y la CUP, no sumarían la mayoría absoluta que actualmente han conservado, con 70 diputados. Tendrían 66, a dos de la absoluta, lo que abriría una ventana de oportunidad algo más holgada a Ciutadans, que aguantaría como primera fuerza, para formar gobierno. No obstante, dicha hipótesis dependería del voto afirmativo de las fuerzas constitucionalistas y, como mínimo, de la abstención de los ‘comuns’.
FUENTE: ELPERIODICO