NIÑOS HUNDIDOS EN LA MISERIA
En total somos ocho mil millones de seres humanos que vivimos en un mundo en donde la desigualdad hace estragos. Millones, miles, mueren todos los días, sufriendo como un castigo que no queremos pensar que es divino ¿o es que Dios nos ha abandonado o es un ser extraño o es un poder cósmico? Pero si irse al otro mundo hipotético nos preocupa, nos da miedo o tememos, los hay que para ellos puede ser una liberación. Millones, demasiados mueren de hambre, el peor azote que castiga a la Humanidad. Tres países africanos como Somalia, Níger y Sudán del Sur se mueren lentamente en condiciones infrahumanas.Y otros muchos más viven en los límites de la indigencia total, sin que se haya dado la alerta, una debacle a la que no se presta suficiente atención. Pero si este horror nos desgarra el corazón y hasta el alma, las escenas más temibles y terribles son los horrores que sufren los pequeños. OCHO MIL SEISCIENTOS NIÑOS MUEREN al día por falta de alimentación en todo el mundo según la ONG «Acción contra el Hambre», mientras la UNICEF eleva la cifra hasta veinte mil, si se consideran todas las enfermedades derivadas de la pobreza extrema.

Para llamar la atención internacional hoy se celebra el DÍA DEL NIÑO, esa catástrofe silenciada que ni se puede explicar cuando se sabe que OCHOCIENTOS MILLONES de personas ni comen.Veinte millones puede fallecer de forma inminente. El mundo se enfrenta a la mayor crisis humanitaria desde la Segunda Guerra Mundial, informa la ONU, y en torno a este drama, se organizan negocios. Las élites corruptas enfrentadas en guerras sin cuartel utilizan el hambre como arma, que mata en todas las direcciones, guerras cuyas consecuencias pagan caro así mismo las personas de edad avanzada, que indignan a los cooperantes, a los misioneros de todas las religiones y a las ONEGES DECENTES.
La Región murciana sabe algo del problema, porque somos muchos los que en verano invitamos en nuestros hogares a niños y niñas saharauis que mueren bajo un sol de justicia. No es suficiente, y sería una alegría entre tantas penas que nos llegan, que este Día Internacional del Niño pusiéramos en nuestros proyectos diarios una ayuda para remediar tanto daño colaborando con ONGS seglares y religiosas de confianza. Ellos, los niños se juegan la vida, hambrientos o enfermos, en cada instante.
