MUCHAS COLLEJAS MONUMENTALES
Resulta que la presunta cleptomanía de la señora C C, Cristina Cifuentes, sorprendida en un supermercado sustrayendo, la pobre, unos botes de cremas faciales, por problemas de piel delicada, escenas de epopeya política filmadas en vídeo publicadas por el digital OKDIARIO, estamos en auge frente al papel, que dirige EDUARDO INDA, el periodista más informado de la prensa española, que dio calabazas a una delegación murciana que portábamos dossieres sobre la epidemia regional, quizás porque no se creyó que era verdad tanta basura acumulada en una comunidad autónoma tan pequeña. O porque el alto mando de la censura nacional, que existe y funciona como un reloj suizo, aconsejó no tocar el bicho, no fuera que el morlaco murciano embistiera en unos momentos muy delicados, económicos del periódico EL MUNDO y los relevos en el equipo ejecutivo que ya estaban en marcha.
El director de OKDIARIO, insistimos en el mísero detalle, nos ha asegurado «que existen informaciones confidenciales mucho más delicadas sobre la pepera C C , la ya ex presidenta de Madrid, que se han ido ocultando, y ojo al parche, ENCUBRIENDO. Mucho más fuertes desde el punto de vista ÉTICO Y LEGAL». Según la ley, el vídeo de marras debió ser destruido al mes de su grabación, no lo ha sido tras cinco años de los hechos protagonizados por C C. Alguien lo requisó. Verde y con asas. Rarito.
¡¡Catapum, terrícolas!! Si se ha ido encubriendo será porque gente de alto nivel de la política y adyacentes, aunque Inda, inmediatamente se ha apresurado a añadir, que no, que el arsénico del vídeo se lo facilitó un hombre y que no estaba en la brillante y honorable lista de los notables políticos, gente trabajadora e incapaz de molestar a una mosca, cojonera o no salvo que sea un ser humano ávaro. Es decir, que la garganta profunda que derríbó a Nixón largando información a dos periodistas del demonio en la plantilla del WASHINGTON POST, vive a las afueras de Madrid, en el mismo barrio o en el adyacente donde residen altos cargos de las instituciones democráticas, incluyendo mandos de los servicios secretos, que idearon un plan cojonudo como buscarle una salida en cierto modo airosa a Cristina y por elevación a Rajoy que se dejó aconsejar por la mente ágil de la vicepresidenta Soraya, opino y de una tacada resolver la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado, de puta madre para Cs y sobre todo para los vascos nacional-separatistas, que son como una especie de damas de la caridad. De camino se evitan una derrota de Rajoy en el taller del Parlamento y le dan tiempo a darse un baño en una playa catalana.
Y maestro, estos de OKDIARIO ¿quiénes son y de qué van? Los coleguis de Madrid dicen a los que quieren oir que el diario es el «sitio de los inconformistas, que dan las noticias que nadie se atreven a contar, que es el diario más atrevido de las Españas y su subsuelo, dirigido por Eduardo Inda,» especialista en periodismo de investigación-pero con mucha más pasta que M.T. , lujos y plantilla de redactores altamente peligrosos que aún no han aterrizado por Murcia, lo que hace flaquear nuestro afecto corporativo. Inda fue mano derecha de Pedro J. Ramírez defenestrado de la dirección de EL MUNDO, ahora en auge, el periódico, evidentemente, y es propietario ÚNICO de OKDIARIO que fundó personalmente en solitario previo costo de medio millón de euros. Dicen ser unos liberales y el director no puede tragar a Pablo Iglesias dejando dicho que si PODEMOS llegara al poder, la economía se iría al carajo, lo que es toda una pista de sus inclinaciones virtuosas. Miles de amigos creyentes y enemigos. Una estrella fugaz que hace extraños milagros en el desierto del periodismo en donde nadie sabe quiénes son ni quienes pagan el aperitivo de las tertulias. En todo caso, el medio ha cumplido su misión, enterrar muertos y seguir buscando fantasmas en Bruselas, en Madrid, en Caracas o en Murcia que se resiste a abrir fosas y a que la justicia vaya más rápida en la marathon en beneficio de una Comunidad Autónoma que no se merece amontonarse en el pelotón de los contadores de chistes malos.