Penouta, una pequeña aldea de 23 vecinos que languidece en un esquina de la provincia de Ourense, en el municipio de Viana do Bolo, se ha convertido en referente europeo en la producción de coltán (la suma de columbo mas tantalita), el valioso, por escaso, material denominado “oro negro”, imprescindible en la fabricación de telefonía móvil, ordenadores, armas inteligentes y otros productos de alta tecnología. La compañía Strategic Minerals Spain -de capital mixto español y americano- extrae desde el pasado enero el tantalio y el niobio (los dos metales raros que componen el coltán) de las escombreras de la mina de Penouta que quedó abandonada a su suerte en 1985 tras haber sido exprimida durante décadas para la extracción de estaño y wolframio por Rumasa.
El entorno ecológicamente degradado que dejó aquella actividad a los pies de la montaña ourensana, con los residuos flotando a cielo abierto durante tres largas décadas, es ahora fuente de riqueza (económica, pero también medioambiental) debido a la presencia de esta materia prima altamente demandada que la Unión Europea define como estratégica para la economía y cuya extracción se realiza en Penouta mediante un sistema a años luz del baño de sangre que su producción ha generado desde 1998 en países como la República Democrática del Congo.
Strategic Minerals Spain -originiariamente Pacific Strategic Minerals, de capital canadiense_ vio el filón de los desperdicios mineros, abandonados antes de la irrupción tecnológica del siglo XXI, en las balsas de decantación de la antigua mina de Rumasa. Entonces, la planta carecía de maquinaria de trituración con lo que en el proceso se perdían, según los cálculos de la empresa, en torno a 15 millones de toneladas de minerales que quedaron depositados en el fondo de las balsas.
El método que utiliza ahora para reprocesarlos es mecánico: no se emplean productos químicos ni se generan residuos nocivos para el medioambiente, según reitera la compañía. “Al revés: lo que hacemos es retirar material inerte contribuyendo a la regeneración ambiental del terreno”, afirman los responsables de la empresa.
En 2013 obtuvo la declaración de impacto ambiental de la Xunta de Galicia y dos licencias: una para de explotación de los residuos de las balsas, en la que esta centrando ahora su actividad, en una superficie de 190 hectáreas y otra que le permite investigar el aprovechamiento de la roca madre; la posibilidad, por tanto de mantener la actividad en caso de que sea viable.
La extracción de residuos, explican los técnicos de la compañía, no resulta tan rentable como trabajar directamente en la veta ya que de cada 100 kilos recuperados de las escombreras, apenas uno es de coltán. No obstante, la empresa, que ha realizado una inversión superior a los 22 millones de euros en revivir la antigua mina, estima que la actividad se prolongará durante entre 15 y 20 años “con una inversión calculada de al menos 350 millones de euros durante los 10 primeros” y la creación de en torno a 70 empleos directos.
Strategic Minerals sostiene que la capadiad de procesamiento de las antiguas balsas de residuos y escombreras es de un millón de toneladas de material de alimentación al año y el proceso se realizará durante los próximos 10 o 12 años de operación de aprovechamiento (aunque a mayores podrá extraer otros subproductos como arcillas, cuarzo o feldespato).
No se puede decir que la aldea de Penouta, propietaria de los terrenos en los que se enclava el yacimiento, haya encontrado su particular El Dorado: ni ha solventado, de momento, el problema de su sangría poblacional, disparada a partir de 1985 con la huida de Rumasa, ni parece que vaya a enriquecerse con este tesoro que acumulaba su montaña y que ahors ha alquilado a la empresa minera.
Durante los años en los que se hicieron los sondeos -desde 2011 hasta comienzos de este 2018- la empresa pagó 7.000 euros anuales a la comunidad de montes en concepto de alquiler. El alcalde pedáneo, Domingo Martínez, reconoce que la cantidad que perciben ahora “es superior”, pero se resiste a concretarla. La empresa tampoco da la cifra, aunque matiza que cumple “con los compromisos acordados con la pedanía de Penouta y con el Ayuntamiento de Viana do Bolo” y estos suponían inicialmente que pagaría 50.000 euros anuales a los vecinos en cuanto comenzase la actividad extractiva.
De otra parte, aunque el pedáneo ofrece el dato optimista de que “el 80% de la población” activa de Penouta ha encontrado empleo en el yacimiento, lo cierto es que ello no supone más que unas siete u ocho nóminas para la aldea. Lejos, reconoce Martínez, de la época dorada en la que Rumasa empleaba a la práctica totalidad de una población que triplicaba a la actual y que acabó, tras el cierre, lanzándose a las rutas históricas de la emigración gallega: País Vasco y Cataluña, fundamentalmente.
Entonces, con 145 empleados fijos de la comarca -con sueldos que oscilaban entre 80.000 y 100.000 pesetas anuales-, la aldea resplandecía con tres bares y un bullicio infantil de los que no queda ni el eco. Ahora, la nueva concesionaria ha creado 50 empleos, según sostienen el pedáneo y el regidor de Viana do Bolo, Secundino Fernández (BNG) cifra que, asegura la empresa, irá creciendo.
El puñado de trabajadores de Penouta empleados en la mina se completa con el de cerca de una veintena de vecinos de la comarca (con prioridad en función del acuerdo firmado por la empresa con el alcalde de Viana do Bolo) y, al no existir en el entorno los perfiles adecuados para los puestos, con personal llegado de otros puntos “que han alquilado aquí viviendas y que revitalizan el comercio local”, apunta Fernández.
“En cualquier caso, es riqueza para nosotros”, sostiene el regidor, que advierte que en los últimos cinco años “el paro se ha reducido a la mitad de los inscritos en el municipio”; un dato que él mismo relativiza al asegurar que el empleo en la mina “no ha sido, naturalmente, el único factor” que ha contribuido a ello.
Las condiciones laborales y medioambientales avaladas por el alcalde y por la Xunta provocan, precisamente, la aceptación de una actividad muy contestada en otras explotaciones mineras en Galicia y que en el caso del coltán se asociaban hasta el momento en el mundo a cruentas guerras, explotación inhumana y graves problemas de salud derivados de los arcaicos sistemas de extracción en los países africanos.
Parte de esa ausencia de oposición vecinal reside en el compromiso de Strategic de que, tras su labor, “la calidad ecológica mejorará” respecto a cómo estaba el entorno hace apenas unos meses.
“Nuestro proyecto consiste en el aprovechamiento de las antiguas balsas y escombreras donde existen principalmente dos mineralizaciones, la casiterita, que contiene estaño, y la columbo-tantalita, que contiene tántalo y niobio, para la obtención de concentrados metálicos, objeto de nuestra comercialización”, explica la empresa que ya ha puesto la vista en otros enclaves gallegos: cuenta con varios permisos de investigación en municipios de las provincias de Ourense y Pontevedra y trabaja conjuntamente con distintas universidades y centros de investigación en el desarrollo de proyectos de I+D+I.