Para Sánchez, la solución al problema de Cataluña llegará a través de una votación. Es una idea que reclama buena parte de la población catalana, y que él también ha aceptado como posición política, una novedad clara respecto a su antecesor, Mariano Rajoy. Pero el presidente hace un matiz importante: no será una votación sobre la autodeterminación, algo imposible por inconstitucional, sino sobre el autogobierno, esto es, se tendrá que votar un nuevo Estatuto, ha puntualizado en una entrevista en la Cadena SER.
Sánchez ha hecho un esfuerzo de contención para tratar de ofrecer mensajes de diálogo a los independentistas catalanes, con frases que gustan a ese mundo -«Cataluña tiene un Estatuto que no votó, por tanto que no hay un problema político», dijo en referencia a la sentencia del Tribunal Constitucional que alteró el texto votado por los catalanes- pero también recordó que si la Generalitat vuelve a optar por la vía unilateral, el 155 está ahí preparado. «El 155 es un instrumento perfectamente legítimo para volver a instalar a Cataluña en la Constitución. De momento no estamos ahí, pero si sucede el Gobierno actuará», recordó.
El problema de Cataluña complica mucho la aprobación de los nuevos Presupuestos para 2019, porque esas cuentas dependen de los votos de los independentistas. Sánchez no ha querido apuntar qué pasará si no logra aprobarlos, porque su escenario principal es lograrlo. En la entrevista ha insistido en que confía en presentarlos en noviembre y aprobarlos a principios de 2019. El presidente reivindica que hay muchos avances para todos si se aprueban, entre ellos 9.000 millones para las comunidades autónomas. Sánchez ha insistido en que la negociación y las relaciones con Unidos Podemos van bien, y cree que hay cosas como una subida importante del impuesto de sociedades para las grandes empresas -a través de la eliminación de desgravaciones para que paguen un tipo efectivo mínimo del 15%- que suponen mejorar la equidad fiscal y son fáciles de negociar con Podemos. Pero a la vez el presidente ha demostrado que otros asuntos clave de la negociación como el impuesto a la banca, que él mismo prometió en la oposición, ya no están en su agenda.
Cuando la periodista Pepa Bueno le preguntó si habrá impuesto a la banca, dijo que lo que proponen es un impuesto a las transacciones financieras, un asunto diferente y con una capacidad recaudatoria aún por explorar. El PSOE prometió dos nuevos impuestos, uno extraordinario a la banca sobre sus beneficios y otros sobre transacciones financieras. La banca ha presionado mucho desde que los socialistas llegaron al Gobierno para que se olviden del primero, y el presidente ya no lo mencionó, aunque aún está pendiente la negociación con Unidos Podemos y este grupo sí quiere lograr un impuesto importante a la banca.
El presidente insistió en toda la entrevista en lanzar mensajes a la izquierda, en presionar a los grupos en el Congreso para que logren aprobar una serie de medidas para aprovechar el giro político para recuperar derechos sociales y reforzar el Estado del bienestar. Sánchez recordó por ejemplo que el Gobierno ha enviado cartas a miles de empresas este verano para luchar contra los falsos autónomos, y ha logrado encontrar unos 8.000. «Vamos a tomar más medidas contra la desigualdad, contra la explotación, también en las horas extras no cobradas», ha insistido.