Resulta curioso constatar el cambio radical al que ha asistido España respecto a la política de comunicación del Gobierno. Si el Ejecutivo de Rajoy pasó seis años ejerciendo una estrategia de perfil bajo, sin apenas gestos, alejada de los medios hasta la frialdad, Pedro Sánchez lleva dos meses de alta exposición mediática, gestos simbólicos y una cercanía apabullante.
La falta de empatía del anterior equipo directivo del Partido Popular fue ampliamente tratada en este foro. Hoy voy a referirme al riesgo que corre quien opta por lo contrario, se apunta al carro de los fuegos artificiales y apuesta por una política donde tan importante como los actos son los gestos.
El caso del ‘Aquarius’ es bastante sintomático de lo que digo. La primera decisión política de calado del Gobierno Sánchez fue el anuncio de que España asumía el rescate de aquel barco cargado de inmigrantes que nadie quería. El Ejecutivo puso en marcha un complejo operativo para llevarlo hasta el puerto de Valencia y explicó al mundo que a La Moncloa había llegado un equipo político solidario, cercano a los más necesitados y sensible con el sufrimiento de las personas.
Hubo fotos, mensajes sentidos, hábil gestión de los tiempos y el PSOE se anotó un tanto ante los españoles y ante toda Europa.
Pablo Casado protestó. “Cuidado con el efecto llamada”, dijo, porque España debe tener corazón pero no puede asumir todo lo que llegue. Fue tachado de racista e insolidario, de extrema derecha y agitador de populismos fascistas.
Esta semana saltó la noticia. El ‘Aquarius’ vuelve a pedir cobijo tras rescatar a 141 inmigrantes a la deriva. Pum. Pedro Sánchez se apresuró a declarar que España no tenía intención de repetir la operación del pasado mes de julio. Nuestro país –dijo a principios de semana- no era el puerto más cercano a la nave que esperaba cobijo.
Mal asunto.
El Gobierno socialista debía imaginar que esto podía pasar. Y no ha cuidado el discurso. Tampoco el ‘Aquarius’ era el puerto más cercano hace mes y medio, cuando acogió a los marginados. Sánchez ha salido al paso finalmente anunciando un acuerdo entre seis países para repartirse a los sin papeles. El relato se acerca ahora al mensaje de Pablo Casado: no podemos asumir a todos los abandonados.
Las críticas hirientes no se han hecho esperar. “¿Se acabó el carrete de fotos?”. Este fue el agudo comentario que deslizó en Internet el tuitero “Pastrana” acompañando el titular de la siguiente noticia: #ÚltimaHora El Gobierno rechaza ahora al Aquarius y asegura que España “no es el puerto más seguro”.
Pero hay otra cuestión peliaguda, con la que va a tener que lidiar ahora Pedro Sánchez y su equipo de asesores: los datos difundidos por el Frontex, la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas. Según su último informe, el número de migrantes irregulares llegados a España se cuadruplicó en julio respecto al año pasado, mientras baja en el resto de Europa.
Se confirmarían, por tanto, por segunda vez los peores augurios de Pablo Casado: el guiño de Pedro Sánchez ha provocado, efectivamente, el temido efecto llamada.
FUENTE: ELCONFIDENCIALDIGITAL