«Estamos alimentando al bicho». Un diputado socialista no sale de su asombro. En la segunda semana de campaña, el PSOE ha introducido con fuerza a Vox como uno de sus ejes de campaña. Lo hizo la candidata, Susana Díaz, el lunes en el último debate televisado, al preguntar si PP y Ciudadanos «están dispuestos a unir sus votos con Vox con tal de ir contra el PSOE».

Al día siguiente lo repitió en un mitin junto a Pedro Sánchez en Marbella (Málaga) y en la recta final de la campaña habla ya de la «triple alianza de derecha y extrema derecha«. La estrategia parece clara: divide y vencerás. Si el centroderecha se fragmenta, el principal beneficiado será el PSOE, que según todas las encuestas ganará las elecciones en Andalucía.

La operación tiene precedentes en otros países, aunque el quizás más obvio es el de la rivalidad del expresidente socialista francés François Miterrand y Jean-Marie Le Pen, padre de la actual líder de Agrupación Nacional, el antiguo Frente Nacional. Entonces, el objetivo era destruir a la derecha moderada. Con el tiempo, a Le Pen esos ataques le sirvieron como llave para acceder como miembro de pleno derecho a la primera división de la política francesa.

Si funciona en Andalucía, luego podría aplicarse en el conjunto de España, especialmente en cuanto Vox desembarque en otras instituciones, como el Parlamento Europeo. Ya hay encuestas que otorgan a VOX una estimación de voto de entre un 5% y un 8%. En los comicios europeos, además, el partido tiene más oportunidades de sacar escaño gracias a la circunscripción única, en toda España, que hace que no se pierdan los votos que no logran escaño en las provincias que se toman como referencia en las generales y autonómicas.

Pedro Sánchez lleva hablando de Vox desde principios de octubre, cuando la formación celebró un exitoso mitin en Madrid. Según algunas fuentes, en algunos despachos de Moncloa se siente verdadera fascinación por Vox como inmejorable instrumento para hacer con el PP y, en menor medida, con Ciudadanos, lo que Mariano Rajoy hizo con el PSOE hace unos años.

Cuando Rajoy alimentó a Podemos

Entonces, el PP se empleó a fondo en profetizar una catástrofe para España por la llegada a la política de Pablo Iglesias y su partido, al que importantes aliados mediáticos del Gobierno se ofrecían como altavoz aprovechando que su contundente discurso mejoraba las audiencias. Fue la operación del «sándwich», destinada a a aplastar a lo que había entre PP y Podemos hasta provocar la asfixia por la falta de espacio. Los principales perjudicados fueron el PSOE y, en menor medida, Ciudadanos.

La estrategia se dirige ahora precisamente contra el PP que, como el PSOE, también ha sentido la tentación del endurecimiento de sus posiciones como una manera de taponar una posible fuga de votos que algunas encuestas ya pronostican con Andalucía como primera parada. La encuesta de SocioMétrica para EL ESPAÑOL apunta a que Vox podría lograr entre tres y cinco escaños en las elecciones del domingo. La de 40db, empresa que dirige la expresidenta del CIS Belén Barreiro, le otorga entre cero y cuatro y Gad3, entre tres y cuatro. En su último barómetro con estimación de voto, el de octubre y de ámbito nacional, el CIS le otorgó un 1%, dos décimas menos que al animalista PACMA..

Los defensores de alertar sobre Vox creen que sirve a un doble objetivo: alertar contra el surgimiento del partido, que hasta ahora no tiene ningún diputado ni senador en ningún Parlamento, y al mismo tiempo movilizar el voto. «Nosotros no les damos aire. Es que ya están ahí», explica un asesor de la candidata socialista. «La gente tiene que saber en qué tipo de aliados está pensando la derecha», explica.

Pero hay otro motivo por el que hablar de Vox: el riesgo de una desmovilización del electorado socialista, ya cansado de leer en los periódicos que la victoria está hecha. «En algunos pueblos detectamos un cierto desinterés, poca tensión porque se da por hecho que nadie nos hará frente», según una diputada andaluza en plena campaña. En ese sentido el ‘que viene el lobo’ o ‘que viene Vox’ puede hacer que menos socialistas se queden en casa.

Críticas internas en el PSOE

La táctica socialista tiene críticas internas, como el diputado de la frase con la que comienza este artículo. «Primero vienen a por los sirios, pero luego vendrán a por los troyanos, no nos engañemos. Que venga Vox nos acabará viniendo mal a absolutamente todos. ¡Lo que tenemos que hacer todos es ignorarlos!», pide. Para eso alude a otros ejemplos internacionales de populismo y, en algunos casos, fuertes componentes de nacionalismo o xenofobia. Además de Francia, Austria, Italia o incluso EEUU son muestras que tener en cuenta. «¿Alguien piensa que eso de que en España no había extrema derecha es una ley inmutable que no se puede romper?», se pregunta.

Otro diputado alerta sobre lo que puede pasar después de su irrupción. «Puede parecer que la entrada de Vox con unos pocos diputados sea inofensiva, pero el problema es el medio plazo, que despierte la bestia. No hay que descartar un efecto dominó. No hay que olvidar que Podemos, aun siendo un partido muy distinto, comenzó en tertulias de cadenas de derecha y jaleado por antagonistas que le dieron publicidad, tuvo cinco diputados en las europeas, entonces todo el mundo los conoció y meses después se produjo la explosión: estaban primeros en las encuestas», explica este socialista.

«El voto de Vox es de indignación y, una vez dentro del sistema, puede ser atractivo más allá de la derecha», razona. Este parlamentario alude así a lo que para muchos en la izquierda fue una desquiciante paradoja: en Francia, los obreros comenzaban a votar a la extrema derecha de Marine Le Pen.

«¿Se puede domesticar a un xenófobo?»

Para este diputado, Vox puede ser distinto a Podemos, un partido que se domesticó al entrar en el sistema hasta ahora defender los Presupuestos Generales del Estado a pesar de que se quedan muy lejos del cumplimiento de su programa. Cómo actuará Vox si tiene la oportunidad es una incógnita. «¿Se puede domesticar a un xenófobo?», se pregunta.

Entre los politólogos y sociólogos también se advierte de otro posible motivo de auge de Vox: el lamentable estado en el que dejó Rajoy al PP y el giro a la derecha que le ha imprimido Casado. «Aznar hizo del PP un partido con una fidelidad muy alta, pero eso con Rajoy se rompió, fue muy blando, no buscó banderas propias y así llegó la barra libre», explica un experto. Eso motivó, entre otros factores, la fuga de voto conservador hacia Ciudadanos. La política de Rajoy no buscó cimentar una identificación entre el PP y su base electoral, dejando vía libre a otras opciones.

La responsabilidad de Casado

Ahora, algunas posturas de Casado para tratar de corregirlo podrían insuflar aire a Vox. Entre las más citadas por expertos y socialistas está la voluntad del PP de recentralizar servicios, la vuelta a la anterior ley del aborto o su retórica sobre la inmigración.

«Cuando te vas a ese terreno a debatir, das carta de naturaleza a los que defienden posiciones similares. Al final, ante un discurso con similitudes, el elector acaba razonando en esas lógicas y tendrá que decir quién es la copia y quién es el original», explican las fuentes consultadas, que enmarcan la composición de Vox no en la extrema derecha sino en «la indignación dentro de la derecha».

Las declaraciones de PP (y Ciudadanos a quien Vox también resta votos) sobre posibles pactos, aceptando los escaños que pudiera sacar Vox no hacen sino legitimar, en este caso desde la derecha, las opciones del partido de llegar a las instituciones. Y lo primero es llegar. Luego, según todas las fuentes, viene el momento en el que la publicidad que dan las instituciones y la novedad harán que más y más personas los conozcan y, potencialmente, estudien si quieren votarles.

 
 

FUENTE: ELESPAÑOL