Pablo Casado ha movido ficha. Ha reaccionado a las críticas de los barones del partido por el mal resultado en las catalanas, con decisiones de gran simbolismo para tratar de romper con el pasado. Pero el líder del PP ha marcado también una línea roja y ha rechazado por completo un cambio de siglas.
La dirección nacional del partido considera que el lastre de la corrupción ha sido determinante en el retroceso electoral del PP en Cataluña. Por eso, el anuncio de mayor simbolismo ha sido el abandono de la que es su sede en la calle Génova de Madrid desde 1983.
Pero hay más. El objetivo, reconocido por el propio Casado, es “soltar lastre” del pasado del partido, que vuelve una y otra vez porque se sigue juzgando en los tribunales: está en marcha el juicio por la ‘caja B’ acreditada en los papeles de Bárcenas y el calendario judicial incluye en el horizonte los casos ‘Kitchen’, ‘Púnica’ y ‘Lezo’.
“Las siglas del PP no se tocan”
Sin embargo, Pablo Casado ha descartado abordar un proceso de refundación del partido, que pase incluso por un cambio de nombre.
“Las siglas del PP no se tocan”, ha transmitido a su entorno más cercano, según ha podido saber Confidencial Digital por varios de los asistentes a una reunión que se celebró este martes en la sede de Génova en el marco del Comité Ejecutivo Nacional para analizar los malos resultados de las elecciones catalanas del domingo.
En ese encuentro con su círculo más intimo figuraban varios vicesecretarios, entre los que destacaba Ana Pastor; el de Comunicación, Pablo Montesinos; la portavoz parlamentaria, Cuca Gamarra; o el alcalde de Madrid y portavoz nacional del partido, José Luis Martínez Almeida.
El PSOE después de los GAL
Varios de los asistentes a esa reunión aseguran a ECD que uno de los argumentos que utilizó Casado para zanjar cualquier debate sobre una refundación del PP fue contundente: “Al PSOE nadie le exigió cambiar de nombre tras los GAL”, exclamó.
El anterior proceso de refundación del centro-derecha lo inició Manuel Fraga en 1989, cuando Alianza Popular se convirtió en el PP y absorbió al Partido Liberal de José Antonio Segurado, al Partido Demócrata Popular de Óscar Alzaga y otros restos de la UCD.
Posteriormente fue fusionando más formaciones políticas de índole regional como Unión Valenciana o Centristas de Galicia. Sólo así consiguió aglutinar la suficiente masa crítica con la que ganar las elecciones generales de 1996 tras catorce años de gobierno socialista ininterrumpido de Felipe González.
Una convención en torno a su marca
En cambio, Casado apuesta ahora por “avanzar en la reagrupación del centro derecha pero en torno a su marca”, aseguran a ECD fuentes de su círculo más íntimo. Con ese objetivo, el PP celebrará una convención nacional el próximo otoño, de carácter abierto.
En esa cita, en la que el PP empezará ya a trabajar lanzando un documento político estratégico con convocatoria abierta a los españoles, se pretende “incorporar a representantes de la sociedad civil, de distintos sectores”, con un propósito: “Captar talentodentro y fuera del PP”, explican.
Asumir los graves errores de otros
“Esta dirección nacional no va a dar más explicaciones que correspondan al pasado y conductas individuales. No nos lo podemos permitir más con el calendario judicial que se avecina. El coste electoral es tremendo y tenemos que dejar de preocuparnos por nuestro pasado y ocuparnos del futuro”, zanjó este martes públicamente el líder del PP.
En privado, fuentes de la dirección nacional del partido reconocen a Confidencial Digital que Casado no acaba de entender por qué “debe pagar él durante tanto tiempo los errores de otros”. Y aunque entienden el lamento, el mensaje que le trasladan sus íntimos es claro: “Pablo, somos el PP, esto es lo que hay”.
El líder del PP recuerda por ejemplo que a Zapatero no se le recordó durante su mandato el caso de los GAL del anterior Gobierno socialista. Tampoco Rubalcaba ni Pedro Sánchez tuvieron que pagar por el escándalo de los ERE en Andalucía