Hace solo unos meses, cuando a Pablo Casado (Palencia 1981) se le incluía en las especulaciones partidistas y periodísticas como aspirante a encabezar alguna de las listas para las elecciones locales o regionales de Madrid el próximo año, él mismo se afanaba en rebajar las expectativas con un dato:  «Dentro de dos legislaturas yo tendré aún 45 años, dos menos que los que tiene ahora Soraya Sáenz de Santamaría». Era un modo de decir que aún le quedaban muchas cosas por ver, por aprender. Pero al mismo tiempo la frase parecía insinuar que en sus planes sí entraba competir algún día por la presidencia del PP y del Gobierno de España. Pero ese proyecto de futuro se precipitó tras decidirse a competir en las primarias y conseguir la victoria ante Soraya Sáenz de Santamaría, la candidata que apostaba por la continuidad con la herencia de Mariano Rajoy.

 
Casado ya no es aquel joven de encendidas soflamas antisocialistas y anticomunistas que creció en las estructuras de las Nuevas Generaciones de Madrid, protegido por la liberal Esperanza Aguirre, una de sus muchos mentores. Fue en aquellos mítines donde Casado destacó por su capacidad oratoria y donde descalificaba como asesino al Che Guevara, se mostraba contrario a llamar matrimonio a las uniones que no fueran entre un hombre y una mujer, ponía reparos a las políticas de género y a abrir la regulación del aborto, cuestionaba la memoria histórica y ponía especial énfasis en la unidad de España y en dudar de la descentralización autonómica.

Algunos de esos rasgos ideológicos han aflorado en esta campaña de las primarias. El dirigente del PP ha recuperado sus acusaciones de «carcas» contra los dirigentes de izquierdas que «están todo el día con la fosa de no se quién». Casado es de los políticos que dicen que hay que mirar más hacia adelante que al pasado, aunque también matice que respeta y admira a las víctimas del franquismo, como su abuelo, cuyo perfil en la Fundación Pablo Iglesias tuiteó para recordar que fue un médico republicano condenado a 30 años de cárcel en la dictadura. Hoy mismo, en su discurso ante los compromisarios, ha abogado por defender «sin complejos» medidas de corte abiertamente conservador en políticas que resume como de «vida y familia».

Todas aquellas proclamas juveniles encandilaron en su día al expresidente del Gobierno José María Aznar, que le descubrió, apadrinó y le aupó entre 2009 y 2011 como su jefe de gabinete por medio mundo para conocer a lideres como el británico Tony Blair o el presidente de EE UU George W. Bush. A Casado le sirvieron todas esas experiencias para foguearse y, sobre todo, tomar conciencia de que quería y podía hacer carrera en política.

El nuevo líder popular empezó por abajo, hace 15 años, haciendo un boletín de partido en los barrios de Madrid. Luego trabajó para gabinetes de consejerías madrileñas del equipo de Aguirre, especialmente con el exvicepresidente Alfredo Prada durante los atentados del 11-M de 2004. Fue diputado autonómico, luego diputado nacional por Ávila (donde siempre subraya que consiguió un récord de votación) y finalmente fue fichado por Mariano Rajoy para refrescar la imagen del PP y ejercer estos tres últimos años como su portavoz en el partido.

Guiños a Vox

Rajoy intentaba entonces frenar a la desesperada la sangría de votos causada por la corrupción con políticos de una generación de treinteañeros acostumbrados a fajarse en los más duros platós televisivos. De trato educado y exquisito, muy abierto y cercano a los medios de comunicación, Casado no ha ocultado estos últimos años su buena opinión y relación con el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, un partido con el que se le ha mimetizado demasiado para algunos críticos en el PP y con el que pretende ensayar alguna estrategia de reconciliación, sin olvidar sus guiños a la formación derechista Vox.

Casado no reniega de ningún padre político. Aguirre, desaparecida tras los encarcelamientos de sus más cercanos colaboradores en la Comunidad de Madrid, ha reaparecido ahora para mostrar su ilusión por el proyecto de su ahijado. Aznar ya lo dijo casi todo en 2015, aunque ahora ha querido parecer más neutral: «Si alguna vez me tiene que renovar alguien, que me renueve Casado, que es un tipo estupendo». Rajoy le fichó en 2015 para otra cosa. Y aunque Casado defendió la política del expresidente, ahora ha revelado que ejerció de portavoz de medidas como la política respecto a Cataluña con las que dice no estaba de acuerdo por excesivamente suave.

Todo el curriculo de Casado parecía dibujado al milímetro para alcanzar la cima. Pero algunas líneas se han acabado torciendo. Es abogado, economista, habla bien inglés y francés, y en su plan de estudios incluyó varios másters y también su cualidad de investigador en la John Hopkins University o de profesor visitante del Global Leadership and Competiveness Program de la Universidad de Georgetown. Pero ojo. Diversas indagaciones periodísticas que han provocado la apertura de investigaciones universitarias y judiciales han puesto en cuestión el nivel de estos estudios y cómo fueron terminados, con numerosas convalidaciones y facilidades como mínimo sospechosas. El Juzgado de Instrucción número 51 de Madrid tiene abierta una pieza separada del caso Cifuentes para investigar si hubo irregularidades en el máster de Derecho Autonómico y Local que cursó Casado en la Universidad Rey Juan Carlos en 2008. Esa pieza en los juzgados cobra hoy una importancia política capital.

En 1999 comenzó Derecho en el ICADE (un centro privado de la Universidad Pontificia de Comilas), pero luego, alegando incompatibilidad de horarios con la política, se matriculó en el Centro de Enseñaza Cardenal Cisneros, gestionado por una fundación de la Comunidad de Madrid y adscrito a la Universidad Complutense. Obtuvo al final la licenciatura en septiembre de 2007 y ese año se colegió como abogado. Entre 2008 y 2009 cursó el polémico grado en Derecho Autonómico y Local en la Universidad Rey Juan Carlos sin ir a clase y casi sin presentar documentos. El afectado se defendió eludiendo cualquier responsabilidad: «Hice lo que me pidieron».

En junio de 2009 contrajo matrimonio con Isabel Torres Orts, con la que ha tenido una hija y un hijo. El nacimiento en 2014 de su hijo Pablo, con solo 25 semanas de gestación y apenas 700 gramos de peso, le hizo pasar uno de sus peores momentos. El matrimonio estuvo cuatro meses pegado a la incubadora del hospital hasta que su hijo salió adelante. Esa dolorosa experiencia le ha servido ahora para ofrecer todo su apoyo a la pareja dirigente de Podemos, Pablo Iglesias e Irene Montero, que están viviendo un momento similar.

 
 
 
 
FUENTE: ELPAIS