ALFREDO RUBALCABA
Es hombre sumamente inteligente y un político de Estado, nos decía a un grupo de periodistas europeos, en Berna, el que fue controvertido teólogo adversario del Papa Juan Pablo II, el suizo HANS KUNG, ya muy enfermo, autor de su controvertido ensayo ¿Existe Dios? La conversación transcurría plácidamente sobre si también había dudas serias sobre el «más allá» y el futuro de la Iglesia Católica trastocada en algunas naciones por la política, como en la mayoría de los países latinos, incluyendo España, que con el franquismo llegó a ser una «misma cosa». Salió a relucir el problema y el debate sobre la identidad nacional, y en un momento dado, bien informado, hizo un breve análisis sobre las figuras políticas europeas. No fue excesivamente benévolo, excepto cuando se refirió de pasada a la izquierda y a la derecha españolas asentadas en el pensamiento del Siglo XX. «Pero lo mio es la teología y las cosas del Vaticano, la curia, algo así como la masonería y sus logias y la banca».
Hace algún tiempo leí algo suyo sobre la necesidad de la formación de un Colegio Mundial de la Ética, que seguramente no han leído los dirigentes que nos gobiernan, dentro y fuera del Estado. Personalmente, después de demasiados años destripando a las mafias de todos los signos, he llegado a la conclusión, a la triste conclusión que el país está en manos de los herederos de los que volaron por tiempos la República. Basta observar el desarrollo de los acontecimientos que vivimos con la pesadilla catalana, una olla a fuego vivo, en la que nadie puede meter la cuchara, salvo los que viven a costa de los ciudadanos desamparados, que ya ni creen si seguirán marchando las pensiones a la dura vejez que cuesta tan cara.
Es verdad que Afredo Rubalcaba es todo un personaje que ha vivido y protagonizado parte de nuestra historia reciente, y que su mediación en la abdicación del rey emérito Juan Carlos, fue clave, amistosa,rigurosa y juiciosa, todas esas cualidades que tanto echamos de menos en estos días de tensiones instrumentalizadas que hagan estallar a gran parte de Europa. Rubalcaba, dicen, ha tratado de poner cierto orden en Cataluña y que incluso ha negociado una solución plausible y factible, lo que ha provocado la histeria colectiva en la sede nacional del partido socialista. San Ferraz.
Creo que era el rey francés Luis XIV quien hablando en la intimidad familiar de su favorito en política sin sexo, Richelieur, afirmaba que «este las mata callando». Igual que Rubalcaba a quien sus enemigos mejores, los de su propio partido, lo comparan con otro fuera de serie como Fouché, ministro de Interior de Francia en cuatro gobiernos distintos ideológicamente comparados. Es la historia que le adjudicaron a raíz de los atentados de Atocha, cuando funcionaron las redes sociales a pleno rendimiento, adelantándose al mendaz de Putin, un tuercebotas comparado con Alfredo. Y no es pasión, porque ni siquiera he estrechado su mano en una sola ocasión, ni me gustan los socialistas que tenemos. Los alemanes me parecen unos patriotas. Y hasta la señora Merkel. Habrá que hacer un cruce de razas, don Mariano. O tu mismo Albert Rivera. En fin, que la historia lo juzgue con imparcialidad, después de muerto. Vivo ni está ni se le espera. En este país español.