UNA HUMORADA
Cuando hace unas semanas el señor de este Reino declaró a la prensa murciana, entre asombrada y perpleja, que no se enteró de lo que se tramaba a sus egregias espaldas, en el Palacio de SAN ESTEBAN y en una decena de despachos de la Comunidad Autónoma, más en la Confederación Hidrográfica del Segura, construir el monstruo del agua-nada que ver con el Mar Menor en donde nunca se bañó como tampoco en Portmán-la desaladora-depuradora-potabilizadora de Escombreras, Ramón Luis VALCÁRCEL no mentía, simplemente fabulaba y sobreactuaba en el escenario del teatro MURCIA SHOW, simplemente trató de despistarnos como cuando sacó la pancarta del AGUA PARA TODOS.
La estrategia del jerarca, posteriormente utilizada por otros políticos, fue denominada la APERTURA MURCIANA, como existe la siciliana, que consiste en afirmar, como en los años del caudillo, que los malos eran los ministros, y que él se llama Ardana. Y negando todo. No estaba en esas pequeñas cosas de las corruptelas de personajillos como consejeros y delegados del gobierno, alcaldes y concejales, y la burbuja del ladrillo que era la división blindada al mando del secretario general y alcalde de la capital que avanzaba arrastrando las cadenas hacia la Nueva Condomina.»ME MARCÓ UN GOL EL GENARES DE CÁMARA», dijo derramando lágrimas. Sordo, mudo y ciego, trabajaba, solitario y en silencio, para elevar el nivel de vida del millón y medio de murcianos, que viajabamos en el furgón de cola del patriótico tren de las diecisiete comunidades autónomas, y EL contemplaba desde su palacio y humilde hogar coletario, impasible el ademán.
Bueno, de estos hechos históricos y otros sucesos maravillosos que han investigado y siguen en ello fiscales, jueces y UCOS, hemos levantado acta notarial en MURCIA TRANSPARENTE, el digital de moda, que quedarán impresos en el libro cuya portada es la que ofrecemos respetuosamente acogiéndonos al dicho de que UNA IMAGEN VALE MAS QUE MIL PALABRAS, un libro extenso, critico y sabroso que será presentado en unos días en el hermoso pueblo de Mazarrón, donde se sembraron las raíces de la Murcia indignada, hoy esquilmada.