Puede tener un sueldo vitalicio, pero Núria de Gispert se ha quedado sin ocupación. La expresidenta del Parlamento catalán ha dimitido como Defensora del Mutualista en Alter Mutua para no perjudicar la imagen de la entidad. La también exconsejera de Justicia y Gobernación con la extinta CiU, hoy PDeCAT, cesa de su puesto en la mutualidad tras sus declaraciones xenófobas contra Inés Arrimadas, jefa de la oposición en Cataluña, a quien invitó públicamente a «volver a Cádiz».
Según ha informado El Mundo, De Gispert ha dejado su puesto después de que una cuarentena de mutualistas de Alter Mutua pidieran su destitución porque no cumplía «las condiciones de honorabilidad y de prestigio que son requisitos indispensables para ocupar la dignidad del cargo de Defensor del Mutualista«. La exdiputada de CiU había realizado, en opinión de los afiliados, declaraciones que «constituyen un discurso del odio continuo y sistemático que tanto perjudica a la convivencia y resultan absolutamente impropias al cargo que ocupan».
Cinco días después de la petición, la expresidenta de la cámara autonómica ha enviado una carta a la dirección de la mutualidad en la que anuncia que se va en aras de «no perjudicar» a la entidad ni «al servicio que presta al colectivo de la abogacía«.
«Xenofobia e insultos»
Antes de irse, los mutualistas de la entidad, creada en 1840 para asegurar a letrados, criticaron las declaraciones «xenófobas e insultantes» de de Gispert y su comportamiento. Según los denunciantes, los continuos exabruptos de la expresidenta del Parlament contra los no nacionalistas «perjudican a la Mutua, denigran el cargo que ocupa, desprestigiándolo, y vulneran los más elementales valores éticos sobre los que se ha construido el mutualismo, que son la solidaridad, la empatía con los demás y el respeto mutuo».
No en vano, la exconsellera, hoy presidenta de Demòcrates de Catalunya, cargó contra el PSC, partido del que dijo que le «daba asco, no pena» o arremetió en las redes sociales contra la líder de Ciudadanos en Cataluña y jefa de la oposición, Inés Arrimadas. Lo hizo en noviembre de 2017, cuando invitó a la política catalana a «volver a Cádiz» –se disculpó después– y en octubre de este ejercicio, cuando tildó a la dirigente del partido naranja de «inepta» e «ignorante» y aseguró que «nadie obligaba a Arrimadas a vivir aquí». Tras ello, de Gispert aseguró que se habían malinterpretado sus palabras.
Espadaler, un «botifler»
La transformación de De Gispert de opositora a la independencia a secesionista esencialista ha tenido más episodios negros en las redes sociales. La expresidenta del hemiciclo catalán no verbalizó su odio contra Arrimadas, pero si lo compartió en Twitter, con mensajes de personas que tildaban de «choni» o «garrula» a la jefa de la oposición en Cataluña. También tubo palabras la expolítica para Ramon Espadaler en noviembre de 2017, cuando se conoció que el político concurriría con el PSC a las elecciones autonómicas del 21 de diciembre. Le llamó «botifler» (palabra catalana para vendido) y «traidor».
No cejó aquí la expresidenta del Parlament. Siguió insultando a las personas que veía como adversarios políticos, como Jesús María Barrientos, presidente del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC), a quien llamó «sin raíces» y «desconocido». Asimismo, se preguntó públicamente «cuánto tiempo llevaba trabajando el juez» en la región. En mayo de este mismo año, la independentista conversa –en 2012 admitió que no lo era– propuso pruebas psicotécnicas y «de humanidad» para ejercer de magistrado ya que, según ella, algunos de los jueces tenían como objetivo «destruir a Cataluña».
El pasado 11 de octubre, el Parlamento catalán, que la ahora activista había presidido, la reprobó por sus «reiterados y públicos comentarios vejatorios y excluyentes».