Satanás, “El Enemigo”, el demonio que la tradición describe como el embaucador que, bajo la apariencia del ángel que un día fue, engaña al Ser Humano atrayéndolo hacia el mal camino en busca de su propia destrucción ¡Es curioso! Si trasplantamos la descripción de este espíritu maligno a nuestro Universo Real, más bien parece que estuviéramos hablando de nuestros políticos ¿No les parece?

Tanto la tentación de Satanás como una campaña electoral española funcionan como un “timo”: una estafa con engaño que implica la complicidad del perjudicado. Se monta un escenario para hacer creer a la víctima que va a hacerse rico engañando a un “tontico” y para cuando piensa que ya se ha ganado la gloria en el trato, resulta que el tonto era él, con el rango de “primo”. Entonces se cae de cabeza al infierno, estafado y gobernado por la misma mafia corrupta de siempre.

Por la gracia de Dios y la mano de la Democracia, somos libres para decidir si queremos caer en una tentación y elegir a quiénes votamos. Pero como libres que somos, cargamos con la responsabilidad de nuestros propios actos. Por eso no cumplirá el tentador Satanás la condena por nuestros pecados, ni pagarán los políticos los más de 30.000 € de Deuda Pública que debemos cada ciudadano, sino nosotros que libremente pecamos y les votamos, haciéndonos cómplices de nuestra propia desgracia.

Engañarnos es fácil, porque tenemos la memoria muy corta y pensamos con el corazón y las tripas en vez de usar la cabeza. Nos gusta jugar con la política a dos bandas, igual que lo hacemos en el futbol debatiéndonos entre el Madrid y el Barça. Por eso nos tragamos sin rechistar el escenario que nos montan con la derecha y la izquierda, como si en las alternancias que han venido teniendo en el mando hubiera existido algún cambio real. A pesar de haber leído en masa el best seller “El Fin de la Historia y el Último Hombre” de Fukuyama, hemos olvidado que, allá por los años 90, cuando el Muro de Berlín cayó derribado, desapareció también la frontera entre uno y otro lado.

Unos culpando a Zapatero del estallido de una burbuja que Aznar también había engordado y otros a Rajoy de un indulto a la deuda de la Banca que Sánchez tampoco cobró. Cada aficionado defendiendo a su equipo sin que parezca importarnos que ambos nos han estado marcando a nosotros los goles en forma de grandes desfalcos y comiéndonos una cosecha política abonada con cadáveres de la Guerra Civil. Llegada la nueva campaña, olvidamos desfalcos y promesas fallidas, nos dejamos embaucar otra vez y nos llenamos la boca con las glorias futuras que traerá nuestro equipo.

Cuando llegó la Crisis, las polillas le hicieron un gran agujero al telón del teatro. Ya sabíamos que se estaban llevando el dinero, pero ahora, de pronto, nos sentíamos timados. Quisimos que los corruptos fuesen perseguidos, pero no castigados, no fuera a ser que nos tocara condena por complicidad, porque, conociendo sus robos, les habíamos seguido votando. Y cuando una condena penal convirtió al PP en “Organización Criminal”, no lo hemos ilegalizado. Y admitimos sin rechistar que, desde la Mafia de Estatal, el PSOE cambie la juez que le iba a condenar por sus robos en Andalucía.

Algunos indignados seguían enfadados y Satanás embaucador tenía que restaurar el escenario tapando con algo el agujero, con algo como Podemos. De pronto aparece un partido “rojo chillón” que dice que va a expropiar a todos los capitalistas y, aunque salía a diario en toda la prensa, lo sacan de fijo y continuo en “La Sexta”, a pesar de que se trataba de un canal de televisión privada cuyos propietarios son grandes capitalistas. Pero nos lo tragamos sin rechistar, porque nos decían que íbamos a poder vivir sin trabajar con una renta básica, seguramente a costa de expropiarle los bienes al mismo capitalista “tontico” que les estaba retransmitiendo el discurso en la tele. Aun así, ni cuando apareció el casoplón hemos querido enterarnos de que los tontos volvíamos a ser de nuevo nosotros.

A los penúltimos no los parió Satanás, pero enseguida se le arrimaron para que les enseñara a timarnos. Ciudadanos nació señalando un rumbo firme contra la corrupción y la independencia, pero enseguida se le rompió el GPS y se convirtió en “La Veleta”. Se perdió en el camino del juicio contra el independentismo y terminó apareciendo en las consejerías de Asuntos Sociales y allí donde se repartan millonarias subvenciones sin controles ni contrapartidas, como las del Feminismo y el LGTBI.

A los nuevos de Vox habrá que darles un tiempo para ver de qué van, observando lo que hacen porque, con los partidos, da igual lo que digan. Es mala señal que la Televisión Pública sierva de Satán haya decidido quitarle el apellido de “Extrema” que le ponía, con el que nos dejaba bien claro que no era de los suyos. Cuando Vox nació parecía un buen chico, como sucedía con Ciudadanos, quizá ya se haya pasado también a los suyos, pero es el que aún no es timador demostrado, pues todavía no ha tenido tiempo suficiente para timarnos.

Llegan de nuevo elecciones, pero no hay solución, nos timarán sin remedio otra vez. Solo existe un remedio, sería tan fácil… tan solo tendríamos que dejar de ser primos. Primo es el “listo” que intenta aprovecharse de los tonticos y al final termina esquilado. Es el que quiere vivir sin trabajar a costa de todos con rentas básicas y subvenciones, el que se cuela en casa ajena sin pagar alquiler, el que paga sueldos de miseria apoyando la inmigración ilegal, la que despluma al exmarido y lo separa de sus hijos aprovechándose de las ventajas legales que le da ser mujer, el independentista que recibe más dinero que nadie del Estado Central…

Quizás, si dejásemos de considerar que la honestidad es cosa de tontos, los partidos que nos representaran serían honrados y dejaríamos también de ser primos.