UNA REVUELTA QUE CAMBIÓ A FRANCIA, Y A EUROPA
ANÁLISIS DE JOSÉ JUAN CANO VERA.- El infierno está en los demás. Es una frase intencionadamente retorcida de Allen que pone en boca de un filósofo amargado que protagoniza una de sus películas.Naturalmente se titula «IRRATIONAL MAN». Probablemente extraída de aquel Mayo del 68 Francés cuando Vietnam era una carnicería. Ahora, en unos días se cumplen 50 años. Estaba allí con mis 32 años dejando atrás mis sueños de la reciente pasada juventud, encarándome con el futuro incierto del periodismo de aquella época bajo el régimen del general Franco. Nosotros no hemos tenido un Mayo Francés, sino un populismo que se vende como una revolución gaseosa polivalente. Tampoco en la Moncloa tenemos o hemos tenido un presidente De Gaulle. Ni antes ni ahora. Aquellos revolucionarios jóvenes iban de la calle, de los entes sociales a la Sorbona. Estos nuestros, los de hoy, han ido de las universidades cuestionadas a las calles. Y en Cataluña a los suburbios independentistas vertederos del odio. Ni Pablo Iglesias, ni Monedero, ni Errejón, nada tienen que ver ni en común con Sartre. Son, ellos, nuestros nuevos enanos de la cotidianidad y las depuraciones internas. No son una leyenda sino mercaderes de la política y zapadores civiles de puentes que han destruido sistemáticamente y siguen en ello. Son el exacto modelo de las revueltas latinas desde que nuestras colonias alcanzaron la independencia y que posteriormente se transformaron durante un largo siglo en dictaduras sucesivas, derramando sangre en los pantanos de la política sectaria.

Esta minoría de élites destructivas y agitadores son los que llegan de universidades altamente politizadas y transformadas en grandes capitales en industrias culturales de «mástergates» y titulaciones fantasmas, que cobran sin apretar los codos, vividores amparados en la impunidad, hasta que son descubiertos por sus negocios políticos, como nos enseñó Rejón, y subvencionados por dictaduras de incultos genocidas. El Mayo Francés fue otra cosa, porque hubo incluso algunas dosis, las suficientes, de idealismo con toques románticos.Ningún empirismo o relativismo ideológico.
Después de que la universidad del rey Juan Carlos decidiera el viernes pasado suspender al catedrático Álvarez Conde, responsable de dirigir el máster de Cristina Cifuentes el tufo de algo podrido no anda solo en el oscuro mundo de la vida política. Los españoles hemos descubierto que la manzana de Eva fue arrancada de los árboles marchitos de las aulas en las que han enseñado a hijos de papá, como dejar de ser un burgués y transformarse en arrieros de la política. Ya ven como vestían antes y se pulen ahora, lo mismos que los otros del bipartidismo luciendo la temida corbata. Como el sombrero en la República o la boina obrera en el franquismo. Es curioso esas burbujas del bienestar y sueldos de capricho. El mayo Francés del 68 olía a primavera y a pólvora, hasta que terminaron con sus jardínes los antepasados de estos que nos han llegado de secos desiertos del petróleo y el lujo del capitalismo de los dólares musulmanes persas o sirios, saudítas o de los Emirátos. Ahora se postran ante el supuesto delincuente, «el amo» Puidgemont que gasta a chorros dinero publico ciudadano ¿es verdad o no señor Montoro?. El escritor y ensayista Gabriel Albiac acaba de publicar un interesante libro sobre aquel mayo francés del 68. Un libro polémico y ciertamente equívoco en sus planteamientos que ha aclarado en unas recientes declaraciones pero sin convencer.

En concreto, los comunistas avisaban que los jóvenes del 68 no eran de los suyos, sino enemigos del partido comunista, que terminó liquidando a los jóvenes rebeldes de París. Exáctamente igual que en España, el neocomunismo populista trata de depurar la línea moderada de Rejón que en cierto modo posee conexiones ideológicas con lo que representó la rebelión del hartazgo, idealista y contestataria de los estudiantes de la Sorbona, que infiltrados por la CGT comunista, dinamitó el movimiento rebelde de una nueva izquierda que finalmente se suicidó. Llegó la V República del presidente y general De Gaulle, a la altura de las circunstancias cuando los paracaidistas y la OAS trataron de dar un golpe en falso en Argelia que pedía exigentemente ser libre. Para mi que el conflicto argelino rebelándose contra Francia no tiene ningún parecido con otros movimientos indepedendistas africanos, incluso Mandela.
Nadie pide en España un estallido revolucionario, ya hemos tenido dos y con malas consecuencias. La República pudo ser el punto glorioso de partida. Luego la Transición a la muerte de Franco. No veo horizontes de grandeza, y la poca que se ha venido vislumbrado este pasado viernes ha quedado por los suelos con el anuncio de los pistoleros etarras.Sus sucesores han cambiado el tiro en la nunca por los disparos a la democracia española. La gran manifestación de Pamplona es una señal inequívoca de que vamos a peor. Navarra ha caído en la trampa del panvasquismo subversivo, lenta pero inexorablemente. Más sutil que el golpismo catalán.
