Carles Puigdemont no es solo independentista desde siempre. Es también el presidente de la Generalitat que en los últimos 50 años ha llegado más lejos en perseguir la independencia de Cataluña. Pero ahora su partido, o buena parte del mismo, le pide que frene. Se lo exige el expresidente Artur Mas. Se lo pide la coordinadora del PDeCATMarta Pascal. Por ello el máximo cargo de la Generalitat abrió este viernes una ronda de conversaciones para ver cómo enfoca su respuesta al requerimiento de Mariano Rajoy. Y lo mismo, en menor medida, está pasando con ERC, donde el eje Oriol Junqueras-Marta Roviratambién se ha resentido por la misma cuestión.

En el PDeCAT ha influido mucho la marcha de sedes de empresas. Incluso grupos claramente cercanos al catalanismo están trasladando su sede fuera de Cataluña. Lo ha hecho Applus, cuyo vicepresidente David Madí es muy cercano a Artur Mas. Lo mismo le ha pasado a la sociedad de valores GVC, cuyo consejero Joan Vallvé tuvo que dimitir de su puesto al ser también vicepresidente de Òmnium Cultural. Incluso Idilia Foods, de la muy catalanista familia Ferrero, que fabrican Nocilla y Cola-Cao, se ha marchado a Valencia. La debacle no solo afecta a socios del Español, como los Lara. El partido y notables donantes de la formación están entrando en notorias contradicciones, según explican fuentes de Junts pel Sí.

 

El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont (d), y el vicepresidente, Oriol Junqueras (i). (EFE)
El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont (d), y el vicepresidente, Oriol Junqueras (i). (EFE)

 
 
ERC calla. Pero piensa lo mismo. Y también vive sus propias divisiones El vicepresidente económico, Oriol Junqueras, es plenamente consciente de que quieren declarar la independencia con la Generalitat intervenida, sin acceso a la caja y con buena parte de la cúpula de la Conselleria imputados por su participación en el referéndum. Hay que ganar tiempo, si no se quiere hacer el ridículo. Esta postura práctica como vicepresidente le ha alejado por primera vez de la diputada y secretaria general del partido Marta Rovira, en quien ha delegado el control del partido.

La dinámica es dentro-fuera del Gobierno. Pero al revés en cada partido. En el PDeCAT son Puigdemont y sus ‘consellers’ los que aprietan por la independencia y por una respuesta más clara a Rajoy. El núcleo duro independentista, con el propio ‘president’ al frente, lo integran el titular de Interior, Quim Forn, y la de Enseñanza, Clara Ponsatí. Pero también están alineados con ellos otros pesos pesado como el de Presidencia, Jordi Turull, y el de Territori, Josep Rull.

En cambio, en ERC acontece lo contrario. Los más independentistas se encuentran fuera del partido, mientras que los partidarios de ser más prudentes se sientan en el Consell Executiu, empezando por el propio Junqueras.

Independizado… pero de su partido

Pero Puigdemont está rodeado de sus fieles en el Consell Executiu. No importa que sean más bien cercanos al españolismo, como el ‘conseller’ de Empresa i Coneixement, Santi Vila, o con escaso peso político, como el de Cultura, Lluís Puig. Vila es el más claramente reticente y el único que sirve de puente con los intereses que defiende el partido. Un partido del que Puigdemont se ha independizado.

Rajoy ha conseguido poner al independentismo en un brete: tener que especificar sobre si se ha declarado la independencia o si se evitó hacerlo

Con su pregunta a Puigdemont, Mariano Rajoy ha provocado una honda división en el independentismo. Al pedir una aclaración, el independentismo está quedando en evidencia: porque esta semana ni declararon la independencia en el pleno ni votaron la suspensión de la declaración. Es decir, en la práctica, en el Parlament este martes no pasó nada de nada, por mucho que lo disfrazasen de declaración a la Eslovena. Y la declaración que se firmó posteriormente y fuera del pleno carecía de valor legal, excepto como desiderátum: lo que nos hubiera gustado hacer si nos hubiésemos atrevido.

Tensión más allá de la CUP

Hasta ahora, todas las veces que había divisiones en el seno del ‘procés’, la tensión era entre la CUP y la Generalitat. Ahora esa crisis se ha extendido a los partidos que apoyan la independencia y está dinamitando lo partidos por dentro. Por eso, Puigdemont está escuchando a todas las formaciones. Y, según explican fuentes de Palau, el ‘president’ ya está asumiendo que deberá remitir a Rajoy una respuesta algo más sofisticada de la que pensaba enviar en un principio: una copia del diario de sesiones y un ejemplar de la declaración firmada posteriormente. Ahora no será suficiente. Y menos con la presión de ANC y Òmnium, que también quieren un pronunciamiento más claro.

 

 

FUENTE: ELCONFIDENCIAL