Al margen de que una noticia deba ser facilitada, también hay que cuidar la forma en que se transmite. El derecho a la comunicación se sustenta en la libertad de expresión, lo cual no debería justificar que un comunicado sea válido, certero o realmente importante. Como en cada cuestión de la vida, también es necesario aprender a expresar y tener en cuenta sus efectos.

Puede haber tantas informaciones sobre un mismo acontecimiento como intenciones. Por lo tanto, no todo cuenta en el momento de dar a conocer algo, sería oportuno ver qué hay detrás o cuál es el verdadero motivo de lo que se ofrece como una noticia.

Las palabras, escritas o verbalizadas, tienen una repercusión en sus receptores, cuestión a debatir sería saber si la sociedad está preparada para ello. En este aspecto, parece que no se tercia ni la investigación ni el sentido crítico. La gente, por lo general, toma lo que se dice al pie de la letra y sin conceder, al menos, el beneficio de la duda.

Se ha formado un endiosamiento de las versiones oficiales o llamadas “serias” y se ha demonizado el pensamiento crítico e independiente. Es absolutamente justo mantener a la ciudadanía informada de lo que acaece, aunque procurando evitar el alarmismo o sus consecuencias nocivas. Hay que diferenciar el dar una noticia a crear una paranoia colectiva.

Si las grandes e influyentes plataformas mediáticas no reparan en una elemental ética y mesura a través de su trabajo, es pertinente que cada persona ejerza su función para “separar la paja del trigo”. Aquello que se informa no siempre es rigurosamente verídico, comedido ni responsable.

Existe mucha “información contaminante” y, ante ella, es preciso cuidarse. “No me gusta mentir, aún así amo la fantasía, cosa que en esencia es mentira, pero una mentira necesaria”. Utilizar de nuevo el odio, la intrasigencia y el supremacismo en batallas partidistas por el poder, no hace sino sumar adeptos que no habían abrazado antes la causa independentista. Ya manifiestan catalanes y vascos que la concentración del PP contra una posible amnistía de “manifestación de odio y ataque a Cataluña y el País Vasco”

Es formidable tener un pensamiento transversal y que rompa con el “dogma de fe” implantado por los poderes fácticos que generaliza el “régimen clientelar” y abandera el “bipartidismo infiel”. Que sea libre, realista y asimismo optimista. La gente se cura conociendo la realidad, no hurgando una y otra vez en la vieja herida de las dos Españas, abierta por el absolutismo benefactor para alcanzar el poder.

Merece la pena que tanto la información como la confrontación políticas sean constructivas y beneficiosas para la población, a pesar de ser de aplicación infrecuente, que la gente se proteja en salud y, esencialmente, a pensar por ella misma. Porque llevamos décadas siendo tierra de rastrojos donde crece demasiada mala hierba. “Una mala hierba es una planta cuyas virtudes aún no se han descubierto”.

POST SCRIPTUM: ”Prefiero morir por lo que ustedes no quieren oír que vivir por arrastrarme”. (Sócrates)               

                                                                                                                                                                           

COLECTIVO “EN CLAVE TRANSPARENTE