Las alarmas han vuelto a saltar en el PSOE. En la sede del partido, donde la preeminencia de Pedro Sánchez es total, se escuchan con sordina, como un leve pero molesto zumbido, pero también con cierta inquietud. Las primeras elecciones tras la vuelta de Pedro Sánchez al timón del PSOE, en las que concurría el PSC, se han saldado con un mínimo avance de en torno a 80.000 votos y un escaño más respecto a 2015. El PSC será la cuarta fuerza en el Parlament con 17 de los 135 diputados.
La victoria de Ciudadanos, primer partido con 36 diputados, sepulta el sueño de los socialistas catalanes de liderar la alternativa al independentismo que, para colmo, tiene mayoría absoluta en la cámara autonómica.
Se trata de un avance que sabe a derrota tanto en el socialismo catalán como en el español. Sólo puede considerarse una leve mejora si se compara con el resultado de 2015, el peor del PSC en las once elecciones autonómicas catalanas celebradas desde 1980.
En las elecciones con mayor participación de la historia (casi un 82%), 602.969 catalanes han elegido al PSC. Es un número de votantes comparable al de 2010, en plena crisis económica, cuando el paro crecía exponencialmente ya habían comenzado los recortes del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, vistos por muchos como el inicio de un largo invierno electoral para el partido. Lo que no es comparable es la participación. El PSC tiene un número de votantes similar al de 2010 con una participación 22 puntos más alta.
Fiasco frente a Ciudadanos
Ciudadanos, un partido con poco más de una década de historia, sin ningún alcalde en Cataluña y ningún presidente autonómico en España, añadió 365.000 votos y 11 diputados a lo que había obtenido en 2015, su mejor resultado hasta el actual. Arrimadas ha logrado casi tantos votantes como el PSC de Pasqual Maragall en 1999: más de 1.100.000.
Tampoco puede decirse que en estas elecciones Ciudadanos recoja sólo el votante desencantado con el PP, ya que el partido de Inés Arrimadas ha sumado un número de votantes similar a lo que ha perdido el PP y 200.000 votos más. Y eso teniendo en cuenta las altas cotas de participación.
Fracaso en las ciudades socialistas
El PSC esperaba que votando mucha más gente aflorasen sus votantes, pero no fue así. En las grandes ciudades con alcalde socialista, la derrota no tuvo paliativos. En L’Hospitalet de Llobregat, el segundo municipio más poblado de Cataluña, Ciudadanos ganó en 2015 por menos de un punto. El jueves superó a los socialistas de Nuria Marín, un peso pesado del partido, en casi 11.
En Santa Coloma de Gramenet, donde el PSC se impuso a Cs en 2015 por casi dos puntos, perdió el jueves por casi 12. Allí gobierna con mayoría absoluta Núria Parlon, protagonista de una de las polémicas de la campaña al ordenar la retirada de banderas oficiales de España y Cataluña de los despachos de Ciudadanos. Fue desautorizada después por la Junta Electoral provincial. En Terrassa, Mataró o Lleida, con alcalde socialista, Ciudadanos fue la primera fuerza. En cada una de esas ciudades sacó el doble de votos que el PSC.
«Pedro no se dará por aludido»
«Pedro ganó las primarias del PSOE con un giro a la izquierda, con un discurso antiélites y el invento de la nación de naciones, que ha fracasado estrepitosamente en estas elecciones. Hasta Podemos, que defiende la plurinacionalidad, ha bajado. Al final, nada de eso ha calado en los que nos podían votar. Ciudadanos se ha llevado a nuestros votantes potenciales porque ha sido claro contra los independentistas, como son nuestros votantes, y porque ha mostrado un proyecto de país, de igualdad y solidaridad entre todos los españoles. Ciudadanos se está adueñando de la centralidad y eso va a ser una amenaza descomunal en las generales», explica un veterano dirigente.
«Ciudadanos puede presentarse en España como primera fuerza en Cataluña y una idea clara de lo territorial, que es lo que marca el momento político. Le va a hacer pupa a Rajoy por ahí y entre votantes liberales o de centro. Pero a nosotros puede destrozarnos como alternativa si se activa el voto útil como en Cataluña», explica citando estudios, no publicados ni verificados por este periódico, que colocarían al PSOE como tercer partido en España tras el PP y Ciudadanos.
«Pedro no se dará por aludido. Se conformará con que el PSC sube un poco, echará la culpa a otra cosa y todos contentos, consolidándonos como cuarta fuerza», lamenta con sarcasmo un dirigente del PSOE andaluz.
En la valoración de los resultados hecha por Sánchez y Miquel Iceta este viernes no había rastro de euforia, pero sí una buena dosis de ‘quien no se consuela es porque no quiere’. Sánchez centró sus principales mensajes en la crítica a Rajoy por no tener un proyecto para España y por ser anecdótico en Cataluña pasando de puntillas por el resultado de Ciudadanos.
«No se puede ser un partido grande a nivel nacional siendo una anécdota electoral en Cataluña. Si algo se está viendo desde hace unos cuantos años son las debilidades de un proyecto político nacional que cuenta con menos apoyos en Cataluña que una fuerza antisistema», dijo el líder del PSOE sobre el PP. «La principal tarea del Gobierno es proponer una solución» sobre el modelo territorial, según él, que defiende junto al PSOE y desde hace años la reforma constitucional.
Los fallos de la campaña
Los críticos con Sánchez ven fallos evidentes en la campaña del PSC. Y hacen también responsable al secretario general del PSOE por su total sintonía con Miquel Iceta y sus reticencias a tratar de hacer valer en Cataluña el discurso clásico del PSOE.
En el inicio de la campaña el PSC no tenía prevista la participación de ninguno de los dos expresidentes, aunque para el mitin central en Barcelona acabó contando con José Luis Rodríguez Zapatero. Felipe González se quedó sin hacer campaña, así como la presidenta de Andalucía, Susana Díaz. Eso sentó muy mal en el partido en Sevilla, donde recuerdan que los catalanes de orígen andaluz son muy numerosos.
Díaz se lo cobró a su manera con una frase, el último día de campaña, en la que evitó pedir expresamente el voto para el PSC. «Yo lo que deseo es que todos los ciudadanos que sientan en este momento la necesidad de un proyecto compartido y común apuesten por los partido constitucionalistas», dijo. En la sede del PSC en Barcelona arquearon las cejas. Con Díaz en Sevilla, en el cierre de campaña pedía el voto para Iceta el presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, que milita en el Partido Regionalista de Cantabria (PRC).
Por otra parte, Josep Borrell, protagonista indiscutible de las masivas manifestaciones en favor de la permanencia de Cataluña en España no ocupó ningún lugar en las listas ni apareció en la campaña hasta la recta final, algo que desde el PSC explican apuntando a decisiones personales del exministro y su agenda internacional. Sin embargo, no es infrecuente escuchar fuera de Cataluña a socialistas que creen firmemente que, con Borrell como cabeza de cartel o, al menos compartiéndolo con Iceta, el PSC podría haber ganado las elecciones. Por si fuera poco, el ex primer ministro socialista Manuel Valls, que habla catalán como lengua materna, hizo actos con todos los constitucionalistas menos con los socialistas.
Los indultos y los debates
Los socialistas catalanes diseñaron una campaña en torno a dos ejes: el presidencialismo de Iceta, al considerar que el candidato era el mejor reclamo, y la idea de la reconciliación catalanista, situándose entre los independentistas y Ciudadanos.
La idea de un Iceta presidente, compartida incluso desde el PP, tuvo su momento álgido a mitad de campaña, cuando una encuesta de El Periódico dibujó un empate a cuatro entre Ciudadanos, ERC, Junts per Cataluña y el PSC. «Puedo ser presidente», dijo en una entrevista con EL ESPAÑOL. Pero era un espejismo. La campaña de Iceta fue perdiendo fuelle en la última semana a la misma velocidad que la voz del candidato. Iceta pasó desapercibido en los debates y defendió indultos para los referentes independentistas en prisión preventiva antes incluso de que fuesen condenados. Tuvo que rectificar.
FUENTE: ELESPAÑOL