Vamos dejarnos de historias. Si Griezmann está dolido por unos pocos pitos, ¡imagínese cómo está la afición rojiblanca con él! En esta historia todos tienen derecho a sentirse mal o bien, pero el derecho a hacer cumplir un contrato es inapelable. También tiene derecho el francés a cambiar de opinión pese a tener firmado un acuerdo, ya que en el mismo hay una posibilidad de liberarse a cambio de cien millones o de doscientos, en función de cuándo lo haga público.

Estas cosas deben ser mucho más claras si quiere irse del Atlético -él o cualquiera- por las claras, por derecho y con luz y taquígrafos. El histórico en el fútbol indica otra cosa: es tradición y casi costumbre conducirse de otra manera a la hora de incorporar jugadores a un equipo, pero si queremos seguir progresando en seriedad -también en lo contractual-, no solo debemos ir al VAR sino que también en estos asuntos de fichajes hay que profesionalizar los procesos, y así evitaremos sainetes como el del Griezmann.

No sé si el francés va a seguir o se va a ir de Madrid, pero esta historieta de los pitos cuando el otro día saltó al Metropolitano me parece la excusa imperfecta. Si tiene la firme decisión de seguir, esa minoría que se sentía mal con él por su coqueteo con el Barça está en su derecho de manifestarlo con silbidos de la misma manera que una mayoría estaba agradecida a su dos goles en la final de Lyon. Si cada vez que una afición se siente mal con algo y manifiesta su enfado con un jugador este se quisiera ir, ¡estábamos apañados! ¡Que no! Griezmann es un jugador extraordinario, muy bueno, pero este asunto lo está llevando fatal.

Lo tangible es el ofertón de su club que tiene sobre la mesa para ser el jugador mejor pagado, el esfuerzo de Simeone con la parroquia para que se quede en volandas, los mensajes de Godín, el cariño de Torres, etc. Y lo intangible es su sensibilidad por unos pitos. Entiendo que le molestaran, pero él debe comprender también a esa parte de la afición que tanto le ha aclamado durante el año. Si se quedaba antes de esos silbidos no puede decir que ahora se marcha. O no estaba muy convencido o es demasiado sensible. Espero que, si se va al Barcelona, firme una cláusula por la cual quede liberado de su compromiso en el caso de que la afición le pite algún día.

Insisto, ¡que no! ¡Que no cuela! Que hable ya de una vez, que aclare su futuro y acabe con este novelón. Por mi parte, esté donde esté, le voy a admirar. Es tan buen jugador que me apasiona casi todo lo que hace en el campo, pero eso no quita para que sepa que no está acertando con todo esto. Y mucho menos cuando intenta echar la culpa a la afición de su adiós. Si quiere, que se quede en el Atlético y, si no, que se vaya, pero que solo se apunte a él mismo y no a los demás buscando una excusa que no puede ser más imperfecta. 

 
 
 

 

FUENTE: MARCA