Eran muy conocidos en Otxarkoaga porque cuando aún estaban en edad laboral regentaron una tienda de pinturas en el barrio. “Por eso sabían los agresores que tenían dinero, porque tuvieron un negocio”, aclara un vecino. Pero ya hace mucho tiempo que traspasaron el comercio. A Rafael le había dado un ictus y tenía la movilidad muy limitada. Ahora se dedicaban a descansar. Salían poco a la calle, cuentan los vecinos. “Total para qué, si a la que salimos los viejos nos van a atracar”, lamenta una vecina que compra ternera en la Carnicería de Champi (justo enfrente del bloque donde mataron a la pareja) y que no se quiere identificar. “No, no, no me preguntes el nombre que yo ahora tengo miedo por cualquier cosa”, se zafa.
Hay miedo porque lo de Lucía y Rafael no ha sido un hecho aislado. Sí que ha sido la gota que ha colmado el vaso, por la violencia empleada y por las consecuencias. Pero los vecinos se quejan de que “hay una cuadrilla de menores que lleva tiempo amargándonos la vida.Se junta por aquí, no pegan palo al agua, fuman porros y roban a los mayores”, resume Ramón, un vigilante de seguridad que es vecino de Lucía y Rafael.
“No sabe ni escribir, el niñato”
Al parecer, los dos adolescentes de 14 años son de etnia gitana y pertenecen al clan de Los Pichis, una conocida familia con antecedentes conflictivos que ha vivido en el barrio por épocas. Una familia desestructurada que ni siquiera se preocupaba de la escolarización de los chavales. De hecho, uno de los críos se había fugado de un centro tutelado de Mungía (Vizcaya), porque todos sus familiares están presos.“Ni su nombre sabe escribir, el niñato”, se queja amargamente un vecino que muestra la cuenta de Facebook del presunto homicida. Y, en efecto, en su propio apellido hay una falta de ortografía. Las fotos, sin embargo, muestran al joven fumando y en pose agresiva. Cuando se la tomó sólo tenía 13 años.
Cuentan en El Correo que los chicos habían estado matriculados en el colegio de Otxarkoaga, pero que ahora lo estaban en sendos centros de Getxo y El Peñascal, dos municipios próximos a Bilbao. Y que no asistían a las clases. En el colegio de Otxarkoaga los recuerdan como chavales muy impulsivos, muy inestables y muy agresivos. A menudo les tenían que pedir que no pagasen sus frustraciones golpeando el mobiliario o agrediendo a otras personas. Una vez incluso, los tres amenazaron a una profesora con robarle una cadena.
Entraron por la puerta
Enfrente del bloque de Lucía y Rafael hay un pequeño porche que resguarda a los jóvenes del frío. Ahí se juntaban los tres homicidas todas las tardes a fumar porros. “Los estuvieron vigilando. Yo estoy seguro de que los estuvieron vigilando, porque ahí pasaban las horas drogándose, enfrente de su casa. No tienen oficio ni beneficio. No iban al colegio. Pasaban las tardes ahí a la sopa boba y a ver a quién le podían robar. No estudiaban la lección, estudiaban a sus víctimas. Con 14 años, que tiene cojones”, se queja Aitor, vecino de Lucía y Rafael.
Uno de los métodos preferidos de estos críos para robar en el barrio era colarse en las plantas bajas a través de las ventanas. Sin embargo, Lucía y Rafael vivían en un segundo piso. ¿Cómo meterse dentro? Pues por la puerta. Se desconoce qué treta usaron para ganarse la confianza de las víctimas, pero consiguieron que Lucía les abriese la puerta. A ella la acuchillaron y la mataron la primera, tal y como entraron. Luego se adentraron en el domicilio y la emprendieron a golpes con Rafael, que murió apaleado. Al ver que el robo se les había ido de las manos, se pusieron nerviosos y se fueron torpemente, habiendo revuelto gran parte de la casa y dejándose allí casi todo el botín.
«Se podía haber evitado»
“Se podía haber evitado. Llevábamos tiempo avisando a la administración de que tenía que hacer algo con esos chavales”, lamenta ahora Álvaro Pérez, presidente de la asociación de vecinos de Otxarkoaga además de educador. «Habíamos pedido ayuda a la administración porque llevamos un par de meses registrando hurtos protagonizados por menores«, recuerda. Pero lamenta que ni desde el Ayuntamiento de Bilbao ni desde el gobierno vasco pusieran medios para atajar el problema.
Coincide en el diagnóstico Cristobal Rivera, secretario de la Asociación de Familias de Otxarkoaga: «No es un barrio conflictivo, como lo quieren pintar. Yo a mi hija la dejo estar en la calle hasta las 3 de la mañana si hace falta. Pero de un tiempo a esta parte sí que hemos tenido problemas protagonizado por menores. Lo hemos comunicado al Ayuntamiento, pero no nos han hecho caso. Y al final ha pasado algo terrible».
La impunidad de ser menor
¿Por qué se está dando este repunte de delitos muy graves protagonizados por menores? Tanto las asociaciones del barrio como los vecinos lo tienen claro: «Se sienten intocables.Como son menores, no se les puede hacer nada. El otro día uno de 13 años mató a un hombre. Pues como tiene 13 años es inimputable. Matas a uno pero eres inimputable. Hay que joderse», se queja Aitor, vecino de la pareja asesinada.
«Hay que actuar en el colegio. Si no, que se les obligue a hacer servicios sociales. Y si no, sus familias tendrán que responder por estos actos. No puede ser que los jóvenes hagan estas cosas y por ser menores salgan indemnes», se queja Álvaro Pérez. Pero las familias parecen no estar por la labor. De hecho, al primero de los detenidos se le encontró en el municipio de Balmaseda, a unos 30 kilómetros de Bilbao, donde le escondían unos familiares.
Este crimen no ha sido el único protagonizado por menores en Bilbao en los últimos días. El 23 de diciembre, un joven de 16 años y otro de 13 mataron al exfutbolista Ibon Urrengoetxea. Una semana más tarde, cuatro menores violaron a una niña en un trastero de Barakaldo. Y un par de días después, varios individuos atracaron a dos jóvenes y a uno le saltaron un ojo. Detrás de estos sucesos se esconde una banda de delincuentes juveniles que se hace llamar «The Ghetto Family» y tiene atemorizados a los vecinos de varios barrios de Bilbao. Los jóvenes del barrio los relacionan: «Son todos colegas», aseguran varios adolescentes de Otxarkoaga, sin querer hablar más más porque tienen miedo a las represalias de estos delincuentes. Es la rebelión de los menores en Bilbao, que se sienten intocables y son capaces de matar.