Pablo Casado no sabe qué hacer con Vox. Santiago Abascal se ha convertido en su pesadilla, pero no sabe cómo combatirle. Ha pasado de ignorarlo a pedirle que no se presente en las provincias con menos escaños para que la división del voto de derechas no beneficie al PSOE. Vuelve a apelar al voto útil, una estrategia defensiva que le dio resultado a Mariano Rajoy en 2016 para frenar el ascenso de Ciudadanos, pero que es dudoso que le funcione a él con Vox.
El líder del PP ha colocado al mismo nivel a Foro Asturias y a Vox. Primer error. El partido de Abascal quiere competir en toda España animado por su éxito en Andalucía y por las encuestas, cuya media le da un porcentaje del 12%, lo que le proporcionaría 38 escaños, superando incluso a Podemos. Ningunear a Vox no lleva a ninguna parte. Al revés, fortalece el mensaje de que son necesarios y de que el PP les teme.
Es de ingenuos pensar que Vox aceptaría retirarse de las provincias con menos población, porque, si lo hiciera, estaría firmando su sentencia de muerte ¿Si el PP puede representar a los votantes de Vox, entonces para qué sirve Vox? Además, es en esas provincias, con un porcentaje elevado de población rural, donde Abascal puede incluso superar al PP.
Ha sido una ingenuidad pedirle a Vox que se retire de las provincias menos pobladas. El partido de Abascal tiene un sondeo que le da un 20% de los votos, más que Podemos y que Cs
Depende de quien haga las encuestas, el centro derecha podría obtener mayoría suficiente para gobernar o no. Llama la atención que sean algunos periódicos de perfil conservador (como el Abc en su último sondeo) los que dan una mayoría a los partidos de izquierdas, mientras que otros de espectro progresista (última encuesta de eldiario.es) dan a la derecha una ventaja suficiente como para gobernar. Parece que las encuestas están jugando un papel movilizador más que reflejando la realidad.
Lo que está claro, a seis semanas de las elecciones generales, es que los resultados van a estar muy igualados, con un claro ganador: el PSOE. El PP podría perder, según el sondeo de GAD 3 para Abc, hasta 50 escaños y, por tanto, necesita agitar a sus votantes y desanimar a los de Vox, ofreciéndose como el único partido capaz de echar a Pedro Sánchez de la Moncloa.
El objetivo de Vox es bien distinto. Lo que pretende es obtener el máximo número de votos y de escaños para poder condicionar la política nacional, bien desde el gobierno, o desde la oposición.
Una encuesta interna de Vox -que no se ha hecho pública- estima que, en el mejor de los escenarios, podría obtener el 28-A incluso un 20% de los votos, lo que le colocaría en tercer puesto, por delante de Ciudadanos y de Podemos y a escasa distancia del PP. Es una perspectiva demasiado optimista, aunque algunas empresas demoscópicas sitúan la parta alta de la horquilla de Vox en torno al 18%.
Con ese panorama, Abascal se siente crecido y aprovecha cada tropiezo de sus competidores para insuflar autoestima a sus votantes. Usando Twitter, su medio predilecto, contestó a la oferta de Casado: “Vox dice lo mismo en toda España, en provincias grandes y en provincias pequeñas. Vamos a dar la oportunidad para que la España Viva vote sin miedo y contra el miedo”.
Hasta ahora, la campaña a Vox se la están haciendo sus enemigos. Los partidos no populistas no han aprendido nada de la experiencia de las últimas elecciones en Estados Unidos, en las que el Partido Demócrata y el aparato del Partido Republicano, bien arropados por los grandes medios de comunicación, se lanzaron a la yugular de Donald Trump. El ruido le viene bien a Vox, porque se ha convertido en el enemigo a batir. Mientras que el PP utiliza a los medios tradicionales, Abascal usa las redes sociales, en las que tiene un éxito innegable.
El error más grave de Casado es no haber sabido dar la batalla ideológica para distinguirse de Vox
El populismo, lo hemos visto no sólo en Estado Unidos, sino en Francia, Reino Unido, o en Italia, donde gobiernan, no es fácil de combatir. Su estrategia consiste en utilizar unas pocas ideas, sencillas, pero poderosas. En la nota de la Editorial Planeta del lanzamiento del libro de Fernando Sánchez Dragó España vertebrada, un relato sobre Abascal, el líder de Vox establece sus líneas tres rojas: “La vida, la libertad y la unidad de España”. Basta con eso. ¿Qué votante del PP no suscribiría esas tres ideas fuerza?
El error más grave de Casado no ha sido pedirle el favor a Vox de que le deje el terreno libre en las provincias menos pobladas, o en ningunearle, sino en no haber sabido dar la batalla ideológica para distinguirse de él.
Casado tiene un gran reto por delante si quiere que el PP sea el partido hegemónico del centro derecha. No basta con agitar la bandera de España (eso ya lo hace Vox), sino que tiene que poner a sus electores ante el espejo de la España que pretende Vox. Y para eso hace falta tener convicciones profundas y mucha valentía.