Un político catalán radicado en Madrid asegura tener constatado que, desde que Pedro Sánchez recuperó el mando del PSOE, “lo viejo no termina de morir y lo nuevo no acaba de nacer”. También ante la gravísima crisis de Estado provocada por la situación de Catalunya. Tanto Zapatero como Rubalcaba, durante sus respectivos mandatos al frente del PSOE, se tuvieron que esforzar al máximo para intentar conciliar las muy distintas y contrapuestas sensibilidades de la amplia familia socialista en el debate territorial. Pero, ante la aceleración de los acontecimientos en Catalunya, ahora es Sánchez el que se ve obligado a hacer intensos equilibrios para conjugar las discrepantes posiciones internas y mantener el timón del PSOE en medio de la tormenta perfecta, la más grave crisis de Estado que recuerdan haber vivido los más veteranos de la casa.

“¿Hay un golpe de Estado y los golpistas se van de rositas?”, reclama Guerra

Sánchez obtuvo el respaldo, con más o menos entusiasmo, así como el compromiso de no generar ruido interno, de todos los presidentes autonómicos y líderes territoriales socialistas, tras garantizarles que mantendría su respaldo al Gobierno, al menos, hasta el 1-O. Pero desde la funesta jornada del pasado domingo en Catalunya, Sánchez está marcando algunas distancias con Mariano Rajoy, pese a mantener firme su respaldo al Estado de derecho y la Constitución, lo que a su vez está reavivando las tensiones en algunos sectores del PSOE. Su rechazo a las cargas policiales del 1-O, aunque también mostró su repulsa al acoso sufrido por policías y guardias civiles en Catalunya; su demanda a Rajoy de que abra inmediatas negociaciones con Carles Puigdemont; o su decisión de instar a la reprobación en el Congreso de Soraya Sáenz de Santamaría, como responsable política de las citadas cargas, han reabierto las grietas en el PSOE, así como distanciado algunas de sus posiciones respecto a las del PSC.

La dirección de Ferraz también atajó de raíz algunos matices expresados en privado por dirigentes socialistas sobre el discurso de Felipe VI el martes. Y se desmarcó del abierto cuestionamiento que mostraron otros dirigentes del PSC. La posición oficial, por tanto, fue resaltar la “importante apelación a la concordia y el entendimiento” que, a juicio de Ferraz, hizo el Rey.

Pero ayer de buena mañana el veterano Alfonso Guerra estalló, desde los micrófonos de Onda Cero. El exvicepresidente del Gobierno, descabalgado por el propio Sánchez de la Fundación Pablo Iglesias que presidió durante tantos años, cargó duramente contra las posiciones del líder del PSOE. Guerra reclamó retirar la iniciativa socialista para reprobar a Sáenz de Santamaría, y cambiarla por una reprobación a Puigdemont, Junqueras o Forcadell. “¿Hay un golpe de Estado y los golpistas se van de rositas? ¿Reprobar a la vicepresidenta y no a los golpistas?”, se preguntó.

“Sánchez es quien tiene todos los elementos de juicio”, justifica su ejecutiva

Guerra habló sólo en representación de sí mismo. Pero numerosos dirigentes socialistas le dieron totalmente la razón, al menos en privado. El exvicepresidente también rechazó de plano la demanda de Sánchez para que Rajoy abra negociaciones con Puigdemont. “¿Diálogo con los golpistas? No, hombre, no. ¿Se imaginan que hubiéramos dialogado con Tejero?”, atizó. La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, también considera que hay que diferenciar en qué momento se hace cada cosa. Lo primero, a su juicio, es “restablecer el orden constitucional”. Y después, y sólo después, abrir el diálogo en busca de soluciones para esta crisis. El PSOE andaluz no quiso respaldar ayer expresamente la iniciativa de Sánchez de buscar la reprobación de Sáenz de Santamaría.

Alfonso Guerra, además, tachó de “traidor” al major Trapero. “A lo mejor hay que disolver a los Mossos”, sugirió. Y animó al Gobierno a aplicar el artículo 155 de la Constitución sin miramientos, para frenar el “golpe de Estado” que a su juicio se ha producido en Catalunya.

La dirección del PSOE hizo oídos sordos a los aldabonazos de Guerra, y tampoco quiso polemizar públicamente con este histórico socialista, pese a que algunos dirigentes reprocharon en privado que el exvicepresidente echara más gasolina al incendio. Lo que hizo en cambio la dirección del PSOE fue justificar la “oportunidad política” de buscar la reprobación de Sáenz de Santamaría. Y no sólo por atribuirle la responsabilidad política de las cargas policiales el 1-O, sino por el “fracaso absoluto” de la denominada operación diálogo en Catalunya que la vicepresidenta pilotó por expreso encargo de Rajoy. “Es absolutamente oportuno que quien ha pilotado la operación diálogo en Catalunya explique qué es lo que ha pasado. El 1-O pasó lo que pasó y se gestionó muy deficientemente. Es terrible que hasta el relator de derechos humanos de la ONU abra una investigación a España”, argumentan en la dirección del grupo socialista. Y restan importancia a que algunos diputados, como José María Barreda en público y otros en privado, hayan criticado esta decisión y la ausencia de explicaciones. “Quien tiene todos los elementos de juicio para saber qué pasa es el secretario general del PSOE, y sólo él”, justifican. Y aseguran que en la ejecutiva de Ferraz del pasado lunes, todos los presentes le respaldaron. “Tú sabes lo que tienes que hacer, y confiamos en ti”, le dijeron.

 

 

FUENTE: LAVANGUARDIA