Las conexiones internacionales de la célula, la descoordinación policial, los contactos del imán de Ripoll con el CNI o la actuación de los Mossos tras la explosión de Alcanar, principales incógnitas

 

Seis meses desde los atentados yihadistas de Barcelona y Cambrils y queda mucho por resolver. El silencio judicial –la causa está bajo secreto de sumario– y político-mediático –la situación post 1-O en Catalunya ha engullido el 17A– son las causas de que las incógnitas que se suscitaron en agosto en torno a los ataques sean más o menos las mismas.

Respecto a la autoría, el núcleo de la célula se desarticuló en pocos días y se reveló su estructura y su modus operandi básico. Sin embargo, quedan muchos cabos sueltos que una investigación a largo plazo deberá atar. Por un lado, las conexiones internacionales. ¿Tuvieron ayuda exterior? ¿Los viajes a Francia de algunos de los individuos fueron para recibir instrucciones o adiestramiento? ¿Mantuvieron algún tipo de relación directa con el Estado Islámico? Preguntas a las que se unen algunas parecidas sobre la participación y en qué grado de algún otro individuo en España. Por ejemplo, el papel del yihadista detenido en Vinarós el mes de septiembre.

Pero las principales dudas surgen alrededor del papel policial en la previsión del ataque. En este punto –probablemente el que más ha preocupado a la opinión pública- se incluye la falta de coordinación en materia de información y, ligado a ello, la no detección de los preparativos de la célula a pesar de algunos avisos –cuya naturaleza tampoco está clara–, los posibles errores de los Mossos entre las pocas horas que van desde la explosión de Alcanar al atropello de la Rambla, o los “contactos” que el imán de Ripoll, el cerebro del comando, mantuvo con CNI y cuerpos policiales. Cabe recordar que muchas de estas preguntas las planteó esta misma semana el grupo de Ciudadanos en el Congreso, cuya petición de comisión de investigación fue rechazada por PP y PSOE, que se escudaron en que ya existía una investigación judicial en curso.

También se puede considerar incógnita el proceso de conversión en poco tiempo de los jóvenes de Ripoll de chicos con una vida normal a integrantes de una célula terrorista. Al parecer, fue una transformación en pocos meses y que nadie en la localidad logró detectar. Y también resulta sospechoso la falta de controles por parte de los cuerpos policiales a la hora de detectar la preparación logística del ataque.

Conexiones internacionales de la célula

En la investigación sobre la autoría de los ataques, la principal incógnita a resolver es si la célula contó con algún tipo de ayuda exterior. En septiembre, Interior descartó un vínculo directo con el Estado Islámico y aseguró que el comando de Ripoll actuó por su cuenta y riesgo. Sin embargo, persisten algunas sospechas sobre cómo aprendieron los integrantes de la célula aspectos como la manipulación de explosivos y si pudieron recibir algún tipo de formación.

De hecho, el principal foco de investigación en este sentido se encuentra en los viajes que realizaron miembros de la célula a París. Cinco días antes del ataque, entre el 11 y el 12 de agosto, cuatro de ellos viajaron en coche a la capital francesa pero todavía no ha trascendido con qué objetivo y si se encontraron allí con algún tipo de enlace.

La hipótesis de una posible conexión francesa resulta más creíble para la investigación policial porque el viaje a París de agosto no fue el único. Ese mismo julio, ya tuvo lugar otro viaje a la ciudad y, antes ya se habían desplazado a Francia en diciembre de 2016. Demasiados viajes en tan poco tiempo y con los preparativos del atentado en marcha para ser solo viajes de ocio, sospechan la policía. La investigación, que dirige el titular del juzgado número 1 de la Audiencia Nacional, Fernando Andreu, está coordinada por el Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO) y en ella participan miembros de los Mossos, Guardia Civil y Policía Nacional.

En su momento, se habló de posibles conexiones en Marruecos, Bélgica e incluso Suiza pero por ahora no ha trascendido ningún dato de la investigación en este sentido.

Relación del imán con el CNI

Se trata quizás de la incógnita que más suspicacias ha suscitado. Ya poco después de los ataques trascendieron informaciones sobre el cerebro de la célula yihadista, el imán de Ripoll Abdelbaki Es Satty, algo inquietantes. Se supo entonces que había mantenido contactos con otros yihadistas en los tiempos en los que vivía en Vilanova i la Geltrú, y que cumplió una condena por tráfico de drogas entre 2010 y 2014 en la cárcel de Castellón. También trascendió que un juez revocó la orden de expulsión que pesaba contra Es Satty vinculada a su condena.

Por lo tanto, era un individuo fichado por las instancias policiales y de inteligencia. Ya entonces se habló de una posible relación con el CNI como confidente y la agencia recibió críticas por no haber dado en su día suficiente información. En un contexto de tensión pre 1-O surgieron todo tipo de teorías.

No fue hasta el 17 de noviembre, con la situación catalana algo más calmada, que el CNI no se pronunció oficialmente. Y lo hizo para admitir que sí había mantenido contactos con Es Satty, al que tanteó varias veces. Los contactos tuvieron lugar precisamente durante el encarcelamiento del imán en el penal de Castellón, pero el CNI evitó aclarar si Es Satty accedió a trabajar a su servicio. También reveló que Policía Nacional y Guardia Civil le tantearon.

Expertos en lucha antiterrorista consideran que es un actitud habitual en los servicios de inteligencia. Otra cosa es que, una vez se contactara con él, se le perdiera la pista y pudiera montar la célula sin que nadie lo detectara. La investigación que dirige Fernando Andreu también deberá aclarar esta incógnita.

 

Avisos de la inteligencia de EE.UU.

El mismo día del atentado, El Periódico de Catalunya publicaba en su página web la noticia del supuesto aviso de la CIA a los Mossos d’Esquadra del riesgo de un atentado en Barcelona. La información suscitó un revuelo político notable en tanto que, en plena operación antiyihadista, ponía la eficacia de los Mossos en el punto de mira.

Quince días después, y ante los desmentidos de la conselleria de Interior, el mismo rotativo publicaba la nota del aviso, en la que se especificaba que la Rambla era un lugar de riesgo; revelaba además que el cable se produjo el 25 de mayo, y aclaraba que el remitente no era la CIA, sino la NCTC, una agencia de coordinación estadounidense sobre terrorismo –en la que hay información de la CIA–, y que los destinatarios no fueron solo los Mossos, sino también el CNI y los distintos cuerpos policiales.

Los Mossos tuvieron que admitir que sí hubo aviso pero remarcaron que ni ellos ni el resto de fuerzas antiterroristas en España dieron credibilidad a la advertencia. Además, subrayaron que el aviso era de carácter genérico. Pese a ello, los Mossos no se ahorraron multitud de críticas por falta de prevención. También las hubo, aunque menos, para el conjunto de fuerzas policiales, por supuesta descoordinación en el intercambio de información.

Meses después, y con menos publicidad que en su momento, se ha admitido que el aviso no hubiese evitado la tragedia. De hecho, los servicios de inteligencia de EE.UU. aclararon que la nota no guardaba relación directa con los preparativos de la célula de Ripoll. A pesar de todo, el último capítulo de este serial tuvo lugar el pasado mes de enero cuando trascendió que los Mossos intentaron destruir la nota original. La furgoneta camino de la incineradora de Sant Adrià fue interceptada por la Policía Nacional el pasado 26 de octubre.

Avisos de Bélgica

Entre los muchos reproches a los Mossos que hubo en los días posteriores al ataque, estuvo el de los avisos que recibieron por parte de las autoridades belgas. La información salió al cabo de una semana del atentado. En 2016, autoridades de Bélgica habían preguntado a la policía catalana por el imán de Ripoll y posibles vínculos con el terrorismo islamista. La policía del país centroeuropeo había detectado un comportamiento sospechoso en Es Satty en la localidad de Vilvoorde, al norte de Bruselas.

La comunicación, al parecer, fue de carácter informal. Un agente de la policía local de esta localidad se puso en contacto con un mosso para reclamarle la información. Según informaron tanto los Mossos como las autoridades belgas, se produjo pues una consulta entre dos agentes que se conocían pero en ningún caso hubo contacto oficial. El agente catalán consultó en las bases de datos pero no encontró nada sobre el individuo.

Es Satty levantó sospechas en Bélgica porque el imán de una mezquita de Vilvoorde, al que el presunto cerebro de los terroristas del 17A acudió para pedir trabajo, alertó de su comportamiento extraño ante las autoridades municipales. Sus sermones radicales fueron el detonante de esta alerta en un país en el que se han extremado la vigilancia a este tipo de actitudes.

Pasado el tiempo, poco se ha aclarado de este elemento de la investigación. Y está por ver si el aviso fue suficientemente claro para que se extremaran las labores de vigilancia contra Es Satty. Sin embargo, ha quedado como un ejemplo más de la descoordinación que se produjo entre cuerpos policiales, y que muchos expertos consideran totalmente acreditada.

Prevención del atentado tras la explosión de Alcanar

Entre la explosión del chalet de Alcanar y el atropello masivo en la Rambla de Barcelona hubo un lapso de 17 horas. Ya poco después del ataque surgió la pregunta: ¿podrían haber previsto los Mossos el trágico suceso si lo hubiesen relacionado antes con la deflagración en la localidad tarraconense?

La policía catalana trabajó inicialmente con dos hipótesis: una acumulación de gas o la manipulación de productos químicos en un laboratorio clandestino de drogas. Sin embargo, la juez de Amposta que acudió al lugar de los hechos la mañana del mismo día 17 alertó a los Mossos de que la presencia de numerosas bombonas de butano era sospechosa y abrían la posibilidad de que se tratara de una célula terrorista. Alguna informaciones revelaron que la policía catalana consideró exagerado el punto de vista de la juez. Fue poco después del ataque cuando los Mossos comenzaron a relacionar ambos sucesos.

Más adelante se supo que los Mossos declinaron la ayuda de expertos de la Guardia Civil en las labores de análisis del material que había en la casa de Alcanar, actitud que los sindicatos policiales censuraron duramente en los días posteriores al ataque y atribuyeron a motivaciones políticas. También se criticó a la policía de la Generalitat por no acelerar la prevención en cuanto supo, por parte de testigos, que los ocupas de Alcanar eran de origen musulmán.

A pesar de todo ello, contestar a la pregunta de si habría sido posible evitar males mayores resulta complicado. Otro asunto que el futuro (quizás) dirá.

 

Detección de la célula en Ripoll

En pocos meses, el imán de Ripoll captó a unos jóvenes de origen magrebí de la localidad gerundense y los transformó en miembros de un comando terrorista, listos para morir matando en nombre de su religión. Sin embargo, nadie detectó en Ripoll este cambio de mentalidad en los jóvenes que prepararon los ataques sin levantar ninguna sospecha.

Lo cierto es que no se trata de un hecho extraordinario en este tipo de grupos yihadistas. Expertos en su comportamiento alertan de los mecanismos de camuflaje de estas células. En concreto en el caso de Ripoll, los investigadores del entorno de los integrantes de la célula explican que los jóvenes se radicalizaron rápidamente adoptando los mecanismos de una secta.

Por lo que respecta a aspectos más logísticos en los preparativos del atentado, el ministerio del Interior admitió el mismo mes de agosto que se produjeron fallos en la detección de la célula, especialmente en los controles de la compra de material explosivo. Cabe recordar que los terroristas fueron capaces de acumular más de un centenar de bombonas de butano en un casa y adquirir 500 litros de acetona sin levantar sospechas. El pasado diciembre, en una de las escasas comunicaciones de Interior sobre el atentado durante los últimos meses, el ministerio anunció un paquete de medidas para evitar casos como el ocurrido. Entre otras ideas, se extremarán los controles de vigilancia de la distribución de bombonas.

También cabe preguntarse en este capítulo sobre cómo los integrantes del grupo yihadista pudieron preparar los ataques durante varios meses en la casa de Alcanar y si los vecinos alertaron o no sobre algún comportamiento extraño.

 

Muerte de los terroristas

Un elemento que ha pasado desapercibido fue las circunstancias de la muerte de los terroristas por parte de los agentes de los Mossos d’Esquadra. Solo la CUP de Barcelona criticó en su día a la policía catalana por una “ejecución” que tacharon de “extrajudicial”, declaraciones por las que la edil Maria Rovira esta encausada tras una denuncia por injurias de un sindicato de los Mossos.

Aunque no se ha producido mucho debate sobre las circunstancias del abatimiento de los yihadistas, algunas voces han señalado que, en el caso del conductor de la furgoneta que atropelló 14 personas en la Rambla, Younes Abouyaaqoub, –se podría haber considerado capturarle en vida, teniendo en cuenta también la marcha de la investigación. Tras el ataque, Abouyaaqoub huyó y fue abatido tres días después del ataque en la localidad de Subirats. Fuentes de la lucha antiterrorista señalan que la peligrosidad del individuo, y más si exhibió un cinturón de explosivos aunque resultara falso, justifica la actuación.

 

 

 

 

 

 

FUENTE: LAVANGUARDIA