Quizás un segoviano o un barcelonés que no está al corriente de la actualidad murciana haya oído a Ignatius Farray (La vida Moderna) gritar lo de «Murcia soterrada» y le haya sonado a chiste. Y lo es. «Murcia es tan fea» -dicen los que no han comido marineras en la plaza de las Flores- «que hasta los murcianos quieren que esté soterrada».
Como broma está bien. Aceptamos «Murcia» como objeto de burlas con deportividad. Sin embargo, detrás de esta chanza se esconde uno de los movimientos sociales y vecinales más poderosos y continuos de la historia de la Ciudad de Murcia: la plataforma pro-soterramiento.
El pasado sábado juntaron a 50.000 personas en Murcia.
MURCIA SE LEVANTA
No se había visto otra igual, salvo la que tuvo lugar contra la segunda guerra de Irak. Miles de personas se manifestaron este sábado contra la llegada del Ave en superficie. Los argumentos de los gobernantes no convencen a los ciudadanos que ven como un muro se levanta y divide la ciudad.
Escribo este texto desde el epicentro de este movimiento: La orilla de la vía, en el barrio de Santiago el Mayor de Murcia.
«¿Qué pasa en Murcia?»
Es la pregunta que nos hacen en las últimas semanas tertulianos de Madrid, compañeros de otras emisoras y hasta catalanes sorprendidos de la simultaneidad de las intervenciones policiales en Murcia, en Barcelona y otras ciudades el pasado 1 de Octubre.
Los periodistas murcianos – y en realidad, cualquiera que esté enterado de la actualidad de la Región- llevamos 30 años siguiendo a la plataforma pro-soterramiento: Como dice un veterano de estas marchas, «muchos de los que se manifiestan hoy, muchos de los que nos critican, muchos de los periodistas que lo cuentan y muchos policías que vienen a evitar que entremos en las vías, iban en pañales cuando esto empezó».
Este es un movimiento vecinal nacido en los barrios obreros de la zona sur de Murcia que se ha heredado de padres a hijos, de vecino a vecino (los viejos lo transmitieron a los que iban llegando) e incluso de casa en casa. Se resume en una frase: «El tren por abajo, yo por arriba».
Empezó como una forma de reivindicar que las vías del tren convencional, que partían la ciudad de Murcia de Norte a Sur, dejaran espacio a la gente. «Si miras un mapa de Murcia lo ves claro», me dicen. La ciudad está dividida por una planificación ferroviaria que primó que la estación estuviera cerca del centro y que las vías atravesaran toda la ciudad, precisamente, salvando el centro. Para ello había que cortarla en dos.
Los primeros recortes de prensa que he encontrado de las protestas son de los 80. Muchos vecinos se manifestaban con cardados, hombreras, pantalón de pitillo y chaqueta de pana. Eran gente joven, de clase trabajadora. Eran como el actual y eterno portavoz de la plataforma, Joaquín Contreras, que hoy ya pasa los 70 años.
Casi todos, él también, se siguen manifestando hoy.
«A los más veteranos de los barrios del sur de Murcia les hemos visto envejecer en las fotos del periódico», dice un vecino con orgullo. «Los políticos que les han prometido cosas han cambiado pero ellos siguen aquí», añade. Los políticos son como un hilo de agua sobre una piedra que es la plataforma: año tras año la han ido desgastando con anuncios que no se cumplían pero la piedra -la protesta- ahí sigue.
La década de los 80 pasó y en el 1992 empezaron a sonar las promesas de algo nuevo que sonaba a Curro y a Cobi, a Barcelona y a Sevilla: el AVE.
Mientras, en Murcia, el tren desde Madrid seguía llegando igual que en tiempos de -y no es broma- la Reina Isabel II.
La estación del Carmen es de esa época y entonces se dijo que «era provisional». Algunos tramos de la vía que viene desde Madrid atravesando La Mancha también son de cuando la Revolución Gloriosa del 1868. Y esto, como lo de la vida moderna, tampoco es una broma.
A finales de los noventa, con el AVE ya volando entre Madrid y Sevilla, empezaron las promesas del soterramiento ligado a un «AVE murciano» por La Mancha o por Alicante. Algunos recortes de prensa, como este que encontró el periodista murciano de TVE Manuel Segura, incluyen fotos de políticos de entonces con promesas de «8000 millones de pesetas para cambiarlo todo», para hacer un «soterramiento integral de la vía»
Aquellas promesas no se concretaron hasta -aquí en la periferia todo va muy despacio- los acuerdos de 2001 y 2006. Acuerdos entre los gobiernos central, local y regional que «transformarían antes de 2010 la ciudad: un soterramiento total que liberaba millones de metros cuadrados de vía instalaciones ferroviarias«. Un idílico proyecto de zonas verdes y cambio radical para Murcia. Yo estuve en aquella presentación y el vídeo, hay que reconocerlo, te hacía soñar con una ciudad nueva. Un espacio, para que lo pueda entender un madrileño o un valenciano, similar a lo ocurrido en el Manzanares o el Turia a su paso por las ambas capitales.
Nunca llegó. Pero sí llegó la crisis.
Los vecinos se habían mostrado bastante incrédulos ante todos aquellos proyectos en las reuniones con las distintas administraciones. Mientras tanto, todos los martes -durante años- se siguieron manifestando en el paso a nivel desde donde escribo estas líneas: «Algún día éramos solo 5 o 6», me confiesan Antonio Hernandez, uno de los portavoces de la plataforma, y su padre, dos habituales en las concentraciones.
La crisis urbanística que golpeó a España y al mundo entero golpeó a la Región de Murcia de una manera brutal. Una comunidad autónoma tan vinculada al ladrillo se sumió en graves problemas económicos. Esa es una de las causas para que el AVE, que tenía que haber llegado a la ciudad (y a la Región) procedente de Alicante, se parara en seco en la provincia vecina. Con esta parada también se paró el proyecto de soterramiento.
Ahora, en 2017, llevamos años con el AVE, según confiesa un político de alto rango del Gobierno Murciano, «parado a las puertas de Murcia por problemas técnicos y de presupuesto».
¿Y qué ha pasado para que el sábado pasado estos mismos vecinos de hace 30 años hayan juntado a 50.000 personas por el centro de Murcia?
No es fácil de explicar ¿A que no? Sobre todo si leemos que ahora mismo Ministerio, Gobierno regional y Ayuntamiento (los tres en manos del PP) insisten en que el soterramiento «sí está presupuestado y es una realidad» que se va a conseguir.
¿El problema cuál es?, le pregunto a los militantes prosoterramiento a pie de vía. Respuesta: «que hay que mantener una vía provisional en superficie junto a enormes muros de metacrilato -pantallas acústicas y de seguridad- y una enorme catenaria de alto voltaje mientras se espera a hacer las obras del verdadero soterramiento». Esta es la versión oficial de las administraciones también. Aunque explican que es una molestia necesaria para que llegue el AVE primero y después el soterramiento. Ese «muro», como lo llaman los vecinos, eliminará varios pasos a nivel como el de Santiago el Mayor y, aunque el ejecutivo ha garantizado pasos para peatones, los vecinos dicen que no se lo creen.
El otro problema son los plazos. Tras numerosísimos retrasos, este soterramiento llegará según la última previsión (optimista previsión) del Gobierno central entre el 2020 (una primera parte) y el 2023 (la totalidad).
Eso a la vez que el alcalde de Murcia, José Ballesta, dice que «no se venderá un billete de AVE en Murcia hasta que de verdad se hayan iniciado las obras del soterramiento». El equipo del alcalde y el del gobierno regional trabajan por convencer a los vecinos de que esta vez sí es la definitiva. Pero reconocen que hay «un grave problema de credibilidad».
Y todo para llegar a estas tres semanas convulsas en las que los vecinos, miles de vecinos, han marchado por las calles de Murcia. Ha habido incidentes, sí, pero la mayoría de concentraciones han sido pacíficas y hasta ingeniosas. Un ejemplo es esta protesta en la que cantaron, junto a 300 músicos voluntarios, una singular versión de la mítica canción de Pink Floyd.
Las movilizaciones no han estado exentas de polémica: Los manifestantes se las han tenido que ver con varias intervenciones policiales tras la visita del ministro Íñigo de la Serna…
…ha habido vandalismo en las vías y, en los últimos días, todo se ha ensombrecido con la triste presencia de grupos radicales que han protagonizado graves incidentes, daños a instalaciones y hasta la agresión a un compañero fotografo.
Los miembros de la plataforma, los vecinos de toda la vida, se desvinculan de todos estos actos de violencia. «No puede ser que una lucha tan larga se empañe por unos pocos», dicen. Y mientras tanto ahí sigue la vía.
En fin, que han pasado más de 30 años desde la primera vez que alguien gritó lo de «Murcia Soterrada». Si has leído hasta aquí… ¿A que ahora no parece una broma?