Liderazgos de gestoría

Liderazgos de gestoría

ÁNGEL MONTIEL

 

Si Teodoro García pierde el pulso en Madrid, la colada del volcán puede concluir en una fajana que lo convierta en un Ábalos de la vida: uña y carne de Casado, si éste tiene que salvar el cuello dejando caer a Teo, que es quien se expone en la batalla, lo hará, y en tal caso López Miras tendría un problema, pues se quedaría colgando de la brocha

Señoras y señores espectadores: acomódense en sus butacas y observen el desarrollo de la función. ¿Qué vemos sobre el escenario? A un PP que, aun habiendo perdido las elecciones autonómicas, gobierna y, transcurrido el ecuador de la legislatura, lo hace con una mayoría absoluta sólida tras haber absorbido, no solo a los representantes institucionales de Ciudadanos, sino algo todavía más importante, a su espectro sociológico. Y se permite, además, ningunear a Vox, su tabla de salvación para el futuro, apoyándose en los disidentes de ese partido hasta el punto de haberlos empotrado en su Gobierno, y obligando a la vez a los genuinos a que también lo apoyen, pues éstos no tienen otra opción por mucho que les fastidie.

LAS HABILIDADES DEL PRESIDENTE. El joven presidente popular, que llegó al cargo a dedo por defección de su mentor, acosado por casos abiertos de supuesta corrupción, se ha hecho una imagen, es reclamado con frecuencia por los medios informativos nacionales como una voz de primera autoridad en ese partido y todos los periodistas de España saben pronunciar su nombre correctamente: nadie dice García Miras ni Pérez Miras cuando antes de él no había manera de que dijeran Ramón Luis, sino Luis Ramón, a pesar de los quinquenios que llevaba éste en el poder.

Ha hecho cosas todavía más insólitas, como zafarse de la responsabilidad que corresponde a su partido en el ‘efecto resaca’ (las consecuencias dramáticas de una muy calculada dejación por intereses electorales) en la protección del Mar Menor o en la negociación de las infraestructuras (el Ave de trayectoria zigzagueante y de llegada en superficie contra toda lógica de futuro), la acuñación del concepto ‘isla ferroviaria’ (que es lo que ha sido la Región de Murcia durante los veintiséis años de gestión del PP), aprovechando que cuando los albañiles entran a reformarte la cocina debes bajar al bar a almorzar con bocadillos, y sobre todas las cosas ha impuesto la impresión de que el Gobierno regional no está para gobernar sino para instar a que el Gobierno central venga a sacar a la Región de los charcos en que el PP la ha metido.

Lo que no hay es un marco en que se dibuje una política propia, salvo el recurrente «Sánchez nos castiga porque los murcianos no le votan», un argumento contradictorio con el hecho de que, en las últimas autonómicas, hubo más murcianos que votaron al partido de Sánchez que al que él representa.

Pero el presidente murciano ha conseguido instalar la percepción de que a su Gobierno no le corresponde más encomienda que trajinar con el día a día en la domesticidad de pagar las nóminas a los funcionarios, mientras los asuntos importantes quedan a cargo del central. Y tampoco, o según, pues no hay ley aprobada por el Parlamento español acerca de la que el presidente de la Región no anuncie que se situará en rebeldía para no aplicarla, imitando así a los independentistas de otros lares a los que tanto critica. Somos españoles y muy españoles, pero no acatamos las leyes del Parlamento de la nación española. ¿Qué diferencia hay con Rufián en ese aspecto?

JUEGOS MALABARES.Ya puestos a malabarismos, López Miras se permite hacer como que toma la iniciativa en la protección del Mar Menor anunciando que va a desarrollar un plan público para la zona del Carmolí, justo el espacio que no contamina porque ya goza de normas que impiden el cultivo con nitratos y la promoción urbanística, una parte del cual ha estado en manos del Ejército, que es la institución que más cuida ecológicamente los territorios a su cargo (lo sé porque, a diferencia del patriota López Miras, he hecho la mili, y en ella, el que contaminaba, aunque fuera con una colilla mal tirada, pagaba en días de calabozo, no como quienes han infectado el Mar Menor sin consecuencia económica o penal alguna, y es que en Murcia, quien contamina, no paga;que pague Sánchez, es decir, todos nosotros). Cuánto habríamos aplaudido aquí a López Miras si en lugar de proteger una zona ya protegida le hubiera echado un ojo a la franja sur del Mar Menor y hubiera decidido expropiar los terrenos que realmente contaminan. Pero esto no da votos, sino que los quita. Por tanto, se ensaya el gesto allí donde no habrá consecuencias ni nadie esperaba que hubiera intervenciones tan innecesarias, salvo quizá algunos propietarios que habrán visto la luz de las indemnizaciones por expropiación cuando ya pensaban que sus terrenos no valían un céntimo. Qué felicidad.

Por tanto, habrá que concluir que el presidente lo está haciendo muy bien para sus intereses políticos;otra cosa es el interés general, que siempre queda supeditado a las habilidades para hacer pasar lo primero por lo segundo. Y en esto hay que admitir que López Miras es un lince.

UN PP DESACTIVADO. Aquí es donde se me despierta la perplejidad. Si López Miras es capaz de manejar en su favor situaciones que no resisten un mínimo análisis si se aborda su complejidad, ¿cómo es que su partido no se lo reconoce de manera espontánea? Un partido triunfante sobre su propio fracaso electoral, con un presidente que viene dando a la sociedad gato por liebre con tan extraordinaria solvencia, ¿cómo es que está desactivado estructuralmente?

Veamos. Una parte muy significativa de la organización popular murciana está gobernada por gerencias, es decir, por dirigentes nombrados a dedo ante la imposibilidad del aparato oficial de resolver las diferencias internas por el mecanismo democrático de los congresos o de las asambleas. Esto es algo especialmente raro en un partido que gobierna, en el que es habitual un elevado grado de complacencia de la militancia, entre otras cosas porque hay tartas para repartir a mucha gente. Que la oposición esté desarticulada es predecible, pero que quienes gobiernan no sean capaces de estructurar, a veces a lo largo de años, direcciones locales que respondan realmente a la mayoría interna es excepcional. Y raro.

Además de las NNGG, son innumerables las juntas locales de Murcia en manos de gestoras: Cabezo de Torres, Cañada de San Pedro, Cobatillas, Corvera, Churra, Los Dolores de Beniaján, Era Alta, Los Garres, Avileses, La Ñora, Aljucer, La Arboleja, Barqueros…

De ahí que sea legítimo volver a llamar la atención de los espectadores, quienes desde sus butacas observan la función con plena tranquilidad:el PP afianza su poder y muestra capacidad suficiente para dar el pego, incluso para trasladar al adversario político sus incapacidades o, mejor, las consecuencias de sus complicidades con los sectores agresivos contra el medioambiente (caso Mar Menor) a cambio de votos, y cuando se destapa la evidencia del colapso, es Madrid el que tiene que venir a solucionar y a financiar. A estos espectadores de butaca tan desavisados tal vez les convendría darse una vuelta por bambalinas, el backstage. Ahí la realidad es un poco más traviesa.

Por no salirnos del municipio de Murcia, son innumerables las plazas en que el PPestá gobernado por gestoras. Esto significa que en esas organizaciones locales hay diferencias internas que no animan al aparato de López Miras a promover una solución democrática ante el temor de que quienes resulten elegidos no sean de su cuerda. Algo así como lo que ya explicamos la pasada semana sobre Nuevas Generaciones: en vez de responder a la demanda de las juventudes del partido para que se convoque un congreso abierto, el aparato decidió prorrogar la gestora otros seis meses para darse tiempo a espulgar a quienes no son fans de López Miras (el nuevo presidente de la gestora se declaró tal en una entrevista a LA OPINIÓN, y no es para menos, pues debe el cargo al dedazo, y una trayectoria política que se inicia así puede tener un largo recorrido;que se lo pregunten al propio López Miras) y tras el espulgue, digo, propiciar las condiciones para que mediante una apariencia democrática sea elegida una dirección juvenil que valide a la del partido en su respectivo congreso, y no habrá congreso de Nuevas Generaciones hasta que esa situación no esté perfectamente controlada.

Perdone el lector que relacione, en un vistazo rápido, las juntas locales del municipio de Murcia, el bastión central de la organización del PP, base fundamental del poder interno, que están en manos de gestoras:Cabezo de Torres, Cañada de San Pedro, Cobatillas, Corvera, Churra, Los Dolores de Beniaján, Era Alta, Los Garres, Avileses, Monteagudo, La Ñora, Aljucer, La Arboleja, Barqueros, Barrio del Progreso… ¿Es esto normal en un partido con todos los resortes del poder en sus manos y con perspectivas en las encuestas de mantener su hegemonía o de recuperarla, con el apoyo de Vox, allí donde la haya perdido?

LA FÓRMULA TEO. La fórmula de las gestoras para controlar el poder interno se ha desvelado también en Madrid (tal vez se trate de un estándar), donde el pulso entre Isabel Díaz Ayuso y Teodoro García Egeacontiene este asunto como pretexto polémico principal. Hay ya una más que indisimulada pugna para controlar la organización madrileña e impedir que la presidenta de Madrid se haga con la dirección del partido ante el temor fundado de que la militancia la señale como La Deseada frente a un Casado que aparte de ejercer la oposición como el Doctor No de Sánchez es incapaz de aportar una imagen propositiva que genere ilusión a sus bases, y en ese intento la creación de gestoras en los municipios en que la mayoría es partidaria de Ayuso constituye un paso fundamental. La organización que no esté en línea pasa a ser gobernada por una gestora. Como aquí, en Murcia, donde este ensayo se viene practicando desde hace años. El problema es que si Teodoro García pierde el pulso en Madrid, la colada del volcán puede concluir en una fajana que lo convierta en un Ábalos de la vida:uña y carne de Casado, si éste tiene que salvar el cuello dejando caer a Teo, que es quien se expone en la batalla, lo hará.

Teo podría caer desde su pedestal en la guerra perdida contra Ayuso (no hay duda de que se la está jugando) y en tal caso López Miras tendría un problema, pues se quedaría colgando de la brocha. Le sería más complicado pasar de Casado a Ayuso de lo que le fue desentenderse de Rajoy cuando éste le apremiaba el apoyo a Sáenz de Santamaría. Sobre todo si, una vez caídas las máscaras de este particular Halloween, en la Región empiezan a aparecer ayusistas, un fenómeno que tal vez podría estallar con epicentro en Archena.

La sinopsis de esta obra de teatro es sencilla:sobre el escenario brilla el poderío de López Miras, capaz de haber reconvertido su fracaso electoral en una mayoría absoluta y de transitar por el campo de minas que ha dejado en la Región la política del PP como si siguiera tocando la flauta, pero si acudimos a la caja escénica, donde está el tinglado de la farsa, nos sorprenderemos al constatar que hay liderazgos que se sostienen en gestorías. O sea, a dedo.

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